20 (Final)

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‼️ Trigger Warnings ‼️

Hematofilia y auto-lesiones.

Se recomienda discreción del lector si se es sensible a cualquiera de estos temas.

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?? de oct??embre¿?, hora desconocida

—No soy normal. No hago cosas que haría una persona normal, ni pienso cosas que pensaría una persona normal.

Francis no mintió cuando dijo eso. En realidad, no creía haber sido tan sincero en toda su vida.

Si lo hubiera hablado con alguien, es probable que no hubiera tomado una decisión tan extrema. Su madre no era una opción, mucho menos sus amigos, ¿un psicólogo, tal vez? Tampoco fue lo suficientemente valiente como para buscarlo en internet.

Francis no estaba seguro de la razón por la que aquello le fascinaba tanto.

Cuando se raspaba las rodillas andando en bici o jugando con sus amigos, o cuando se cortaba un dedo accidentalmente picando vegetales para la cena, Francis se quedaba demasiado tiempo mirando su propia herida. No era normal...

Observando, analizando en silencio, admirando la forma en la que la zona se enrojecía y, de pronto, como un manantial, empezaba a brotar eso.

Le parecía algo extraordinario.

Tanto, que solía contarle con la ingenuidad propia de un niño de nueve años, a su madre que se tropezó mientras jugaba a las escondidas con otros niños. La caída era la parte trivial de la historia. Francis siempre hacía más énfasis en la herida, en la sangre que salía, en el color que ésta tenía y el olor y el sabor que impregnaba sus labios cuando se metía el dedo sangrante en la boca.

Su madre solo se reía y le decía que comiera más ensalada.

Porque no era nada grave. No en un inicio. Era un niño descubriendo las maravillas del cuerpo humano, eso era todo. Un niño curioso que, con suerte, se convertiría en un médico exitoso en un futuro.

Francis cruzó los límites de la curiosidad por primera vez cuando cumplió doce. Siempre habían sido por caídas o accidentes, pero empezó a gustarle tanto la sensación dolorosa que se planteó más de una vez hacerlo él mismo. Así que una mañana soleada, en las vacaciones de verano de 2009, se encerró en un baño con una cuchilla que desinfectó unas cinco veces. Se sentó sobre el retrete y la observó por no-sé-cuánto tiempo. Las piernas le temblaban, por la adrenalina y el miedo que le producía todo. Apretó los labios, contó hasta cinco con los ojos cerrados y finalmente lo hizo.

Y Francis no pudo detenerse.

Lo hacía en lugares que no fueran visibles. Porque, a los quince años, vio como se llevaban a Cordelia D'Ath a la oficina de la psicóloga del Edevane porque la habían encontrado en los baños cortándose en la muñeca. Pero eso era diferente. Cordelia lo hacía porque su padre se había suicidado al regresar de la guerra, lo hacía porque se sentía triste y mal y necesitaba algo con lo que desahogarse. Francis no lo hacía porque necesitaba un escape (sus padres se habían divorciado, sí, pero eso no le afectaba. No de esa forma). Francis simplemente lo hacía porque se sentía bien.

MiSERY | BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora