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A drop in the ocean
Max no era un chico que demostraba sus sentimientos y emociones. Trataba de ser lo más frío e insensible posible y jamás permitía involucrarse mucho con alguien porque eso significaba que podrían lastimarlo, y era algo que no podía dejar que pasase.
Pero con ella era diferente. Desde el momento en el que había conocido a Phoebe, algo dentro de él había cambiado. Sentía que con ella podía dejar de reprimir sus más puros sentimientos, podía ser auténtico, ser vulnerable, dejar de ser un presuntuoso cretino.
Jamas había amado a alguien como amaba a la francesa. La miraba y sentía mil cosas, mariposas revoloteando en su interior y fuegos artificiales alzándose en el cielo. Pero como era de esperarse, la había cagado. Porque era un imbecil, y su ego iba por encima de cualquier cosa, hasta de la mujer quien amaba y de la cual estaba perdidamente enamorado.
—No me puedes pedir que elija entre mi hermano y tú, Max. A ambos los amo y los apoyo, ponerme en una encrucijada es muy egoísta de tu parte— fue lo que dijo Phoebe cuando Max le dio aquel ultimátum. O apoyaba a su hermano, o lo apoyaba a él en el campeonato, pero ambos, eso jamás sería una opción para el neerlandés.
—Pues no me gusta ver cómo gritas de emoción por él igual que lo haces conmigo— contestó el rubio entre dientes— soy tu novio joder. Esperaría que solo enloquecieras por mí.
—Dios mío Max, ¿tú te estás escuchando? Pertenecen al mismo equipo, ambos hacen puntos, ganan carreras, y quiero que a ambos les vaya de maravilla— habló la chica notablemente enojada.
—Esperaría que mi novia fuese mi fan número uno. Para eso Gasly tiene su novia— Phoebe enserio no lograba concebir lo que estaba escuchando. Su novio se estaba comportando como un verdadero patán.
—Dios eres un...— de inmediato se calló pues no quería insultar a Max— esto me supera, debo irme.
Phoebe se levantó de la silla donde antes se encontraba sentada y se dispuso a salir del motorhome de Max.
—Si sales por esa puerta, esto se acabó Phoebe Gasly— dijo Max cuando la rubia abrió la puerta.
—¿Disculpa?— la chica se volteó afligida por aquellas palabras que acababan de salir de la boca de su novio.
—Ya escuchaste. O es él, o soy yo— le advirtió.
—Él. Elijo a mi hermano mil veces sobre ti. Tú eres un completo cabron— y diciendo eso, salió del motorhome sintiendo como sus lágrimas empezaban a arremolinarse en sus ojos.
