¡Disfrutar :)!
— ¡La cena está hecha! — Gritó Clara. Kenzo y yo salimos de nuestras habitaciones al mismo tiempo y nos sentamos a comer.
Cada uno tenía su plato, en el mío, había un filete de carne al punto perfecto, con un poco de puré de patata.
Tenía una pinta tremenda, y mi boca comenzó a salivar.
— ¡Gracias! — Dije. Me llevé un trozo de carne a la boca y tuve que parar un momento para saborearlo.
Estaba riquísimo.
Me giré hacia Kenzo, que me miraba con una sonrisa.
— ¿A qué está buenísimo? — Pregunté con la boca todavía llena.
Kenzo se rio entre dientes.
— Sí, pero yo ya estoy un poco más acostumbrado a esa sensación. — Él se inclinó hacia mí.
Espera, espera, espera. ¿Qué hace?
Seguía inclinándose, mirando a mí... ¡A mi boca!
¿Me quería besar?
A ver sabía que era guapa y todo eso, pero, ¿tanto?
Antes de que me pudiera dar cuenta, me quitó un trocito de carne que tenía en una de las comisuras de la boca.
Me quedé mirándolo. Él seguía sonriendo, tan tranquilo.
Pero de un momento a otro, dejo de sonreír, y esta vez me miró con más intensidad.
Clara se aclaró ruidosamente la garganta.
— ¿Qué tal? ¿Os gusta? — Preguntó. Claramente, era consciente de lo que hacía.
Qué cabrona.
¿Qué? ¡No! Me da igual
No te da igual
Sí que me da igual, joder.
— Sí, está muy bueno. — Le contestó Kenzo.
Seguimos comiendo en silencio hasta que acabamos un rato después.
Seguíamos en la mesa cuando Kenzo empezó a llamar a alguien, y yo siempre he sido una curiosa.
A sí que, como no se levantó, me quede en la mesa con él, escuchando.
— Sí, mañana también saldré. Os enviaré la ubicación — Habló — Quiero que os quedéis vigilando la casa. ¿Vale, John, Billy, Joe? — Y colgó la llamada.
Se giró hacia mí, y le fruncí el ceño.
— Se supone que era una sorpresa, pero ahora ya lo sabes. — Habló Kenzo.
— No sé nada, solo sé que saldrás y le enviaras la ubicación a John, Billy y Joe. — Dije con una sonrisa sarcástica.
Él se río.
— Sí, tienes razón. Te compensaré por lo de hoy, ha sido un caos. Pero no te diré a donde vamos. — Odio las sorpresas. Me agobia no saber a qué me voy a enfrentar.
— Vale, más te vale, después de que casi me volaran la cabeza con una bala. — Sonreí, y otra vez, Kenzo me la volvió a mirar, sin expresión. Simplemente, esos ojos azules observándome la boca.
Tosí para deshacerme de ese momento.— Creo que me voy a la habitación a pedirme algo de ropa, que me hace falta. — Dije mientras me encaminaba hacia mi habitación.
— Buenas noches. — Habló Kenzo.
No le respondí.
La verdad, que me estaba acostumbrando bastante rápido al tema de vivir con él y con Clara, la verdad que hacían buena compañía, y al menos, no eran unos pervertidos.
Una vez en mi habitación, cerré la puerta y agarré el portátil y me hice una pequeña lista.
Maquillaje.
Limpiador facial.
Cepillo de dientes.
Ropa y zapatos.Empecé a mirar por las tiendas más caras, había que seguir el plan.
Cuanto más insoportable mejor.
Ya estaba todo lo que le había pedido por mi cumpleaños a Leo, pero nunca llegó a comprarme nada, aparte de flores, era un detalle muy bonito, pero lo mismo durante cuatro años ya cansa. Un rato después, acabé añadiendo a la cesta todo lo que necesitaba.
No pude evitar sentirme mal al mirar el precio, pero, ¿y qué?, me daba igual.
Puse los datos de la tarjeta y lo compre todo. A ver que decía Kenzo mañana.
Cogí el móvil para revisar mis mensajes.
Entré al grupo y revise que se contaban - no mucho, todos decían que qué tal con mi novio mafioso millonario - dejé un audio de unos 20 minutos explicando todo lo que pasó esta tarde.Comprobé los mensajes que me habían enviado aparte de los del grupo y me encontré con uno de Becca.
Era una foto.
Y la abrí .
Lo que vi me paralizó un rato, para luego darme cuenta de lo que era; Leo y una rubia besándose en una esquina.
Becca: Creí que era mejor que te enterases lo antes posible.
Mi corazón dio un vuelco, pero de los malos.
Después de cuatro años de relación, ¿cómo podía hacerme eso?
Mientras yo lo pasaba mal, encerrada con un hombre, él no tenía ni idea de lo que me estaba pasando o haciendo. Nada malo por suerte, pero, y ¿si fuese un asqueroso? ¿Leo se iría morrenado por ahí con cualquiera? Yo pasándolo mal y él poniéndome los cuernos.Esto me sobrepasaba.
Se me rompió el corazón en mil pedazos y no pude evitar llorar.
Mucho.
Así estuve durante lo que me pareció una eternidad, aunque seguramente no fueran más de 15 minutos.
Alguien llamo a la puerta.
No respondí, no podía.
No podía respirar, sentía que me faltaba el oxígeno y empecé a hiperventilar en busca de aire.
Mierda, un ataque de ansiedad.
De repente, Kenzo estaba agachado en el suelo para poder mirarme bien la cara. Yo estaba sentada en la cama.
— Está bien. Respira hondo. — Me agarró la cara con las dos manos y me hizo mirarle. — Respira conmigo. — Él empezó a respirar profundamente y pausadamente. Y le imité.
Poco después, ya podía respirar mejor, pero aún me corrían lágrimas por la cara. No me avergonzó llorar delante de Kenzo, no sé por qué. Probablemente, porque me había ayudado a salir de este ataque de ansiedad.
— ¿Estás mejor? — Preguntó. La verdad es que sí que parecía bastante preocupado, y me sorprendió. Nadie nunca se mostraba así frente a mí...
— S-sí, muchas gracias... yo... lo siento de verdad.
— No pasa nada, a todos nos pasa alguna vez. No hace falta que me digas porque estás así. Solo espero que no sea por mí — Soltó una pequeña sonrisa. Y yo me reí.
— No, no es por ti, pero no me apetece hablar. — No quería y no podía.
— De acuerdo, buenas noches. — Se despidió.
— Buenas noch... ¡Espera! — Kenzo se detuvo en seco y se giró hacia mí. — No, nada, perdón, puedes irte. Buenas noches. — Tardó unos segundos en irse, pero lo hizo.
Era un disparate pedirle eso, Ámbar.
Apagué las luces y me metí a la cama.
Con tanto llorar, me dormí al instante.
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El favor que me prometió
RomanceÁmbar es una cirujana que trabaja en el hospital más famoso de la ciudad. Una noche, al acabar su turno, vio a un hombre herido que confundió con un gatito. Ella, al ver que era un hombre, se apresura a curarle la herida de bala, salvándole la vida...