Capítulo 12

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Gracias por las 200 vistas <3


Ahora sí, a leer, pequeños.





Empezamos a comer y la verdad es que estaba todo muy bueno.

Y también sumaba puntos que él hubiera hecho todo esto, y que se tomara su tiempo en hacerlo.

— ¿Te gusta? — Me preguntó Kenzo, mientras me miraba. Me hizo gracia la cara de expectación que ponía. Se moría por saber lo que opinaba.

— Sí, está muy bueno y... gracias por tomarte tu tiempo la verdad, que esto es muy... — Romántico — bonito. — Finalicé con una sonrisa radiante. No sentía nada por él.

Aunque siempre me pasaba lo mismo.

Con que me dieran la mínima muestra de atención, me obsesionaba.

Pero eso no iba a pasar otra vez, esto es distinto. Estoy viviendo con él. Obligada a vivir con él.

— Me alegro mucho. De verdad. — Tomó un sorbo de vino. — Te quería hablar sobre el tema de que estés aquí. ¿Te gusta estar aquí? Aunque bueno... Si no lo estuvieras, tampoco te dejaría ir. — Vale, ¿qué? — Oh, y, tampoco intentes escapar como la última vez, tengo hombres vigilando las salidas. — Este hombre está loco.

— ¡Estás loco! — Dejé de comer. — Pero, dime una razón, por dios...

— No puedo. Y también... cuando me curaste en aquel callejón, estuve pensando en ti, todo este tiempo. Estaba deseando en que me llamaras para poder verte otra vez y...

— No. Para. ¿Me dijiste de venir a vivir contigo por... por un ¿fetiche? ¿Por eso? ¿Soy un objeto el cual querías conseguir? Vale, esto es demasiado.

— No, no fue por eso, fue... fue por otro motivo. Motivo el cual no te puedo decir ahora, pero te lo diré.

— Mejor, no me digas nad... — No pude acabar la frase antes de que un disparo le diese a Kenzo en el hombro, sí, le dio en el hombro, un disparo.

— ¡Joder! ¡Ponte debajo de la mesa! — Chilló Kenzo.

Yo, otra vez, estaba aturdida, y tardé un poco en hacer lo que me decían.

¿En serio nos van a disparar OTRA vez?

¿Por qué esto solo te pasa a ti, hija mía?

Aquel momento romántico y bonito, - antes de la ¿discusión? - desapareció completamente. Todo se volvió un caos. Yo, hiperventilando. Kenzo, dolorido y sudando, haciendo el mayor esfuerzo por protegernos.

La comida y el vino estaba toda desperdigada por el suelo.

Hombres vestidos de negro seguían apareciendo y se acercaban por las rocas de la playa.

El atardecer desapareció, y en el cielo se pintaron nubes grisáceas, como si una tormenta se aproximara.

Me quedé en mi sitio mientras Kenzo sacó una pistola de dios sabe donde y se movía por la mesa y disparaba a los hombres, había unos 4.

Me sorprendió la agilidad con la que se movía y disparaba Kenzo.

Aun teniendo una bala metida en el hombro, tenía una puntería increíble.

Pareció tumbar a dos de aquellos hombres, y hablo por un micro auricular que no había visto hasta ahora.

— ¡Bianchos, venir! Es urgente. Me han disparado.

No sé de donde, empezaron a venir coches a montones y salir hombres y más y más hombres, y se empezaron a disparar entre los dos bandos.

Madre mía, parecían animales.

El favor que me prometióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora