Capítulo 15

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(Este capítulo contiene temas que podrían resultar traumáticos para alguna gente. Si te sientes vulnerable leyéndolo, no dudes en pasarlo <3 )





Volví a recuperar la conciencia.

Veía borroso.

Me dolía la cabeza, y también los brazos y las piernas.

Tenía frío.

Poco a poco pude ir viendo mejor.

Estaba atada en una silla, en el medio de lo que parecía ser un... ¿Garaje?

Recordaba vagamente haber lo que pasó, pero después todo se volvía borroso.

¿Cómo había llegado aquí?

¿Quién me había atrapado?

Las preguntas se agolpaban en mi mente mientras intentaba moverme. Pero mis manos estaban atadas con una cuerda áspera a la silla de madera.

El garaje estaba lleno de objetos viejos y polvorientos: cajas apiladas, herramientas colgadas en la pared y una bicicleta oxidada en una esquina.

El olor a gasolina y humedad se mezclaba en el aire. Intenté gritar, pero una mordaza de tela me impedía hacerlo.

Solo podía emitir un sonido apagado y desesperado.

Mire hacia abajo.

No llevaba ropa, solo quedaba mi ropa interior...

Me habían violado, ¿verdad?

¿Por qué?

¿Por qué a mí?

Mis ojos se iban llenando de lágrimas, estaba desesperada.

Escuché unos pasos venir de un lugar oscuro.

Eran 4 hombres de mediana altura, no podía verlos claramente gracias a mis lágrimas a punto de salir.

Pestañeé y una gota cayó por mi mejilla, ahora podía ver con claridad.

Los fui revisando con la mirada uno a uno, todos tenían el pelo castaño oscuro y los ojos igual.

Hasta que mis ojos se posaron sobre un hombre que se me hacía extrañamente familiar.

Piensa, Ámbar, piensa.

Billy.

¡Mierda!

Espera, espera.

¿Ese no trabajaba para Kenzo?

¿Los había enviado para que me hicieran esto?

Un momento, recordé cuando estaba en la limusina con Kenzo, y mencionó algo de un "topo". Puede ser que sea Billy, ya que a los otros tres hombres no los conozco.

Se acercaron hacia mí, y yo intenté alejarme lo que pude, y en el intento, casi me caigo de la silla.

Uno de los hombres se acercó y tocó mi mejilla con su fría y áspera mano y me quitó el trozo de tela que me impedía habar.

Intenté apartar la cara con fuerza y me agarró fuertemente de la mandíbula para hacerme mirarlo.

— Tranquila. Dentro de poco podrás irte. — Dijo el hombre.

Me repulsaba.

Otro hombre se acercó al que tenía en frente, le susurró algo al oído. Suficientemente alto como para que pudiera escucharlo.

El favor que me prometióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora