Espero que lo estéis disfrutando
Me desperté y mire la hora.
9:12 de la mañana.
La verdad que, bastante temprano, siendo yo. No solía levantarme a estas horas.
Me fui a lavar la cara al baño e hice mis necesidades.
Salí del cuarto y mientras iba a la cocina, en la entrada vi a 3 hombres y a Kenzo, todos hombres iban vestidos de negro y eran de altura mediana. Todos tenían el pelo castaño oscuro. Estaban de espaldas y no les podía ver bien la cara.
— Ya tenéis mi ubicación compartida, ¿vale chicos? — Le escuche decir a Kenzo.
Supuse que esos 3 chicos eran, Billy, John y Joe, los hombres con los que él hablaba ayer.
—Venga, nos vemos. — Finalizó Kenzo, se iba dirigiendo hacia mi dirección. A sí que me apresuré a ir rápido hacia la cocina.
A ver si se iba a pensar que le estaba escuchando o algo.
Bueno, lo estabas haciendo...
No, solo pasaba por ahí y le escuché. Sin querer.
Ya...
Cuando llegué a la cocina, eventualmente, estaba Clara con una sonrisa cocinando algo que se asemejaba un postre.
— Buenos días — Le salude y me senté en la barra.
— Oh, hola. Buenos días. — Dejó lo que estaba haciendo para mirarme y saludarme. — Mira, estoy intentando hacer algo nuevo. ¿Quieres probar?
Era un postre en un vasito con tres tonos de marrón, que parecía chocolate. Tenía muy buena pinta.
— Sí, claro. — Me dio el postre y una cuchara. Y me puse a probarlo.
Estaba frío, dulce y algo empalagoso, pero empalagoso en el punto perfecto.
— Clara... — Lo dije con un tono indiferente a propósito. Ella me miró con preocupación. — ¡Esto está buenísimo! ¡Madre mía!
— ¿Sí? ¡Me alegro de que te haya gustado! —
Kenzo llego poco después al salón, con una sonrisa.
— ¿Os preparo el desayuno, niños? —Preguntó Clara.
— Sí, por favor. — Contesté. — Para mí unos huevos fritos, por favor. —
— Para mí unos panqueques. — Dijo Kenzo.
— ¡Marchando! — Clara se demoró mucho más de lo normal hoy en hacer el desayuno.
Normal.
Ella era mayor y ya tenía el pelo blanco.
Me sabía mal que, con esa edad, tuviera que estar trabajando.
Pero cuando cocinaba, parecía que le fuese la vida en ello. Lo disfrutaba muchísimo y lo hacía sonriendo.
Igualmente, no podía sentir remordimiento.
— Aquí tenéis. — Clara nos dejó la comida en la barra y nosotros comimos en silencio.
Me fui a mi habitación y revisé mi móvil, como siempre.
Entré al grupo.
Becca: ¡Tía, parece que estés en una película de acción, qué guay!
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El favor que me prometió
RomanceÁmbar es una cirujana que trabaja en el hospital más famoso de la ciudad. Una noche, al acabar su turno, vio a un hombre herido que confundió con un gatito. Ella, al ver que era un hombre, se apresura a curarle la herida de bala, salvándole la vida...