Capítulo 18

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Comenzamos el despegue, y... también comencé a recordar por qué de pequeña me daba tanto miedo volar.

El despegue no fue tan malo, pero hubo turbulencias muy leves.

Me puse las manos en los muslos, e intenté disimularlo máximo posible.

Apreté tanto las uñas en los muslos, que creo que me dejé marcas. Empecé a sudar y me estaba dando mucho asco.

Me excusé con Luca y Becca y fui al baño.

Tuve que caminar más de lo que había caminado en toda mi vida para llegar. El avión era demasiado grande.

Me encerré, y di gracias a Dios a que no levaba maquillaje, así que me pude lavar bien la cara con agua fría.

Me pasé el agua por la nuca, frente y cara entera en sí.

— ¿Ámbar? — La voz de Kenzo me hizo dar un respingo.

— ¿Kenzo? ¿Qué pasa? — Pregunté, ¿me había seguido hasta aquí?

— ¿Estás bien? No tenías muy buena pinta ahí — Joder, lo que me faltaba que Kenzo me viese fatal.

A ver, ya me había visto en mis momentos más bajos, pero por alguna razón, últimamente me estaba importando más de lo normal cómo me veía cuando estaba con Kenzo.

— Sí, estoy bien, solo...

— ¿Puedo pasar? — Se hizo el silencio. Su pregunta quedó suspendida en el aire por unos segundos.

Quité el pestillo y abrí la puerta.

Me encontré a Kenzo, apoyado en el marco de la puerta. Ya no llevaba la americana negra del traje, simplemente llevaba una camisa blanca, con unos 2 botones desabrochados.

— Mis ojos están aquí arriba. — Me agarró la cara y me la subí delicadamente, hasta que sus ojos se toparon con los míos.

— Ya lo sé — Me zafé de su agarre y entró mientras que yo cerré la puerta. Me puse las manos en las mejillas y noté el calor subiendo poco a poco y me pude imaginar mis mejillas estando igual de rojas que un tomate.

— Te vi nerviosa cuando el avión comenzó a despegar — Me miró a través del espejo — ¿Te dan miedo? — Pregunto divertido.

— ¡No!

— No hace falta que me mientas, a mí de pequeño también me daba miedo. — Se giró hacia mí.

— No es que me den miedo, simplemente me incomodan.

— Ya lo que tú digas, no te preguntaré el porqué te incomodan, pero, ¿quieres que te enseñe una manera para mantener la calma en un vuelo?

No contesté.

— Me lo tomaré como un sí. Tengo un libro de bolsillo en la cartera, es de romance, a mí me tranquilizaba mucho leer. Luego también pide comida, te ayudará a calmarte, pero no tomes cafeína. Este avión es uno de los mejores modelos, a sí que piensa que estás en un sofá e intenta dormir, no te darás cuenta de que estás volando.

Qué majo.

— Vale, lo intentaré.

— Volvamos.

— No, iré yo primero, a lo mejor mal piensan lo que hemos hecho aquí. — No quería que Stacy se comiese la cabeza, cuando no habíamos hecho nada.

— A mí no me importaría que lo mal pensaran. — De nuevo, sus palabras quedaron suspendidas en el aire.

Y cuando repetí su frase en mi mente, mis mejillas volvieron a encenderse.

El favor que me prometióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora