XVII. I volti dell'amore.

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『 LAS CARAS DEL AMOR 』

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『 LAS CARAS DEL AMOR 』

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Celine.

El aire caliente de Río de Janeiro me golpeó el rostro e hizo que mi cabello se moviera con fuerza. Respiré de forma lenta mientras tomaba un sorbo de mi piña colada y miraba la playa que se encontraba justo en frente.

Dentro de unos días se cumplirían dos semanas de haber venido a Brasil y yo no estaba preparada para aquello. Avery y yo nos la pasamos de playa en playa, recorriendo todas las tiendas de artesanías y de ropa. La ciudad me había enamorado tanto que el tiempo se me había pasado volando.

No sé desde hace cuánto tiempo no teníamos un viaje nosotras dos solas, pero definitivamente ya nos había hecho falta. Una parte de mí quería quedarse en Brasil y su vibra alegre y chispeante.

Deje la copa en la mesita de vidrio cuando escuche como la puerta que conectaba el cuarto de Avery y el mío se abría. Avery apareció con una sonrisa y su bolsa lista para irnos, el día de hoy recorreríamos una calle llena de tiendas artesanales y restaurantes típicos. No importaba cuantos lugares recorriéramos, la ciudad nunca parecía tener fin.

-¿Estás lista? -preguntó mientras se sentaba en la cama.

-Desde hace veinte minutos -le respondí con ironía, a lo que ella rodeó los ojos.

-Cuando tú te tardas no digo nada.

-Porque te tardas el doble y te termino esperando a ti -me puse mis lentes de sol y me miré en el espejo antes de agarrar la tarjeta de entrada del cuarto -. ¿Nos vamos?

Avery bufo como respuesta, pero termino siguiéndome. Eran las doce de la tarde y solamente habíamos comido una bandeja de fruta que habíamos pedido hace algunas horas. Necesitaba proteína o me moriría. Si los agentes de imagen de las marcas con las que tengo contrato vieran cómo estoy comiendo estos últimos días, estarían horrorizados.

-Comamos mariscos hoy, tengo antojo de mariscos -pidió Avery mientras se abrochaba el cinturón.

-Comimos mariscos hace dos días.

-Bueno... ya toca -me miró obvia mientras escribía una dirección en el GPS -. Por favorito.

Rodando los ojos, acepté a regañadientes su petición. Si aceptaba esto, tendría un cupón libre para hacer lo que yo quiera en un futuro. Avery dijo que el restaurante donde íbamos quedaba en la misma zona de las tiendas, por lo que podríamos irnos caminando después de comer.

Al llegar, nos ubicaron en una mesa en la terraza. Como era obvio, Avery terminó pidiendo un plato lleno de diferentes tipos de mariscos y yo pedí un frango com quiabo. Aquel platillo me había llamado la atención apenas lo leí en la carta. Definitivamente, era un hecho que mi lado culinario se había expandido al venir aquí.

Joke's on you || Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora