II. Tiramisu.

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『 TIRAMISU 』

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『 TIRAMISU 』

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Cuando llegamos al estacionamiento, me di cuenta de algo en lo que no habíamos pensado antes. ¿Con quién se suponía que me iría? Resulta que Pierre y Kika habían venido en el auto de Charles.

El carro aún tenía un puesto, pero me sentía un poco incómoda yendo en su mismo auto después de lo del concierto. Aunque no tenía muchas opciones, podría irme con algún otro chico, pero no teníamos la suficiente confianza.

Solo pedía y esperaba que nada fuera incómodo entre nosotros, aparte no es como si fuera tan importante. ¿Por qué me importaba tanto? No habíamos cruzado más que dos palabras. No te iba sentido.

Malditos ojos en los que me tuve que fijar.

—Entonces, nos iremos nosotros en el carro de Charles —habló Pierre —. Nos encontraremos todos en el club.

Con eso, cada quien se dirigió al auto en el que sé que iría, incluyéndonos. Caminamos un poco y nos paramos frente a una camioneta Ferrari Purosangue. Amo en definitiva el color rojo.

—Lindo auto. —dije mientras sonreía y entraba en el auto. Él volteó la cabeza en mi detección para hablarme y me sonrió.

—Lo es, no pude evitar comprarlo en cuanto lo vi —su mano se dirigió para prender el carro y miraba los retrovisores mientras retrocedía —. ¿Te gustan los Ferraris?

—Sí, de hecho, tengo uno en mi casa de Los Ángeles.

—¿Oh, de verdad? ¿Cuál tienes?

—El 296 GB.

—Sé, cuál es, es un buen carro, sin duda alguna —asentí sin decir una palabra, pues me había dado cuenta de que me están viendo por el retrovisor.

—Cualquier Ferrari es un buen carro para ti, Charles —murmuró Pierre, ocasionando risas en el carro.

El resto del camino se basó en escuchar música y de vez en cuando se contaban anécdotas que Pierre y Charles habían vivido a lo largo de sus años en fórmula 1. Estaba tan concentrada escuchando cómo Charles contaba cómo una vez había puesto pasta dental en sándwich de Carlos.

Bastante asco me había dado, me compadecía del pobre Carlos en estos momentos. Lo mejor de todo había sido que, en modo de venganza, Carlos le agregó picante al batido de proteína de Charles.

—¡No se reían! ¡No es gracioso, casi muero! —movió indignadamente un brazo mientras bufaba.

—Mantén tus manos en el volante si en verdad no quieres morir —le respondí, aun riéndome. En cualquier momento lloraría de risa.

—Celine, manejó un carro que va a más de 300 kilómetros por hora, este carro no es nada.

Rodé los ojos ante su egocentrismo, sin embargo, no pude evitar pensar en que me había encantado, cómo mi nombre sonaba en sus labios... necesitaba calmarme. Antes de que pudiera responderle, Pierre ya había abierto la boca.

Joke's on you || Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora