XV. Numero sconosciuto.

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『 NUMERO DESCONOCIDO 』

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Tome un sorbo de mi chocolate caliente, no sabía lo que haría si me lo quitaran de mi vida. Observe el cuaderno que estaba en mi escritorio, leyendo una y otra vez los miles de oraciones al azar que había escrito en los últimos días.

Esta mañana me desperté con la inminente necesidad de crear nueva música y dicho y hecho, media hora después ya me encontraba en mi estudio con mis audífonos, creando nuevos acordes. Habían pasado ya tres horas y mi cuerpo estaba exigiendo un poco de comida. Despegue mis ojos de las letras y me levante.

Al abrir mi puerta y adentrarme en la casa, empecé a escuchar ruidos. Ruidos que indicaban que estaba en mi casa. Las pesuñas de Ónix y Blas contra el piso de mármol, el ruido del televisor y la escandalosa risa de Avery. El canto de los pajaritos que escuchabas si salías a algún balcón. Siempre que me ponía a detallar este lugar me recordaba que comprar este lugar había sido de mis mejores decisiones.

Caminé silenciosamente hacia donde sabía que estaba Avery. Hace unos días se había empezado una nueva serie y estaba enviciada con ella. Al menos una hora al día se basaba en escucharla a ella hablar sobre cada personaje y de lo que estaba pasando. No me molestaba que lo hiciera, siempre me hacía reír con cada ocurrencia que tenía.

De un pequeño salto me tiré encima de ella, interrumpiendo su momento de concentración y tranquilidad.

—¡Maldita! ¡Me partiste una costilla! —jadeo mientras se agarraba el lado izquierdo de su torso. Rodé los ojos ante su exageración.

—Deja de ser dramática —me acomodé en su regazo —, siempre puedo romperte una costilla de verdad.

—No, gracias. La verdad es que me gusta tener mis huesos como los tengo —me puso parte de su cobija sobre mi cuerpo, cubriendo mis piernas —. ¿Ya terminaste?

—No, pero necesito algo de comer para que mi cerebro pueda funcionar —sonreí, parándome resignada. Acaricie la cabeza de Blas que se había acomodado entre mis piernas.

—Te preparé huevo y tostadas, están en el microondas —me pare de un salto al escucharla. Era gratificante saber que no tendría que cocinar, pero era aún mejor lo que ella había preparado, Avery hacía los mejores huevos revueltos que había probado en toda mi vida.

—Gracias, eres la mejor —le di un beso en la mejilla y me pare para ir a la cocina.

—Celine... —su llamado me hizo voltear en dirección a ella —. ¿Has hablado con Charles?

Joke's on you || Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora