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Al volver de la farmacia Hyukjae se llevó una gran sorpresa ya que Hae se unió a sus sobrinos para colorear y decorar los libros de ilustraciones a blanco y negro en las que ellos a veces pasaban horas enteras sólo para darle vida a un animalito o una flor excéntrica cuyo nombre repetían en voz baja a medida que contorneaban los tallos o sus pétalos.

Hyuk decidió no hacer mucho ruido para evitar interrupciones en la armonía que se respiraba dentro de la sala.

Era maravilloso cuidar a sus sobrinos, pero ese mismo nivel de felicidad medía el caos que requería estar al tanto de ese par. Su nivel de energía parecía nunca terminar. Todavía en esos momentos cuando recién entraba la noche se les veía eufóricos y emocionados. Incluso se saltaron la siesta de la tarde donde Hyuk guardaba sus esperanzas para recostarse un ratito con Hae puesto que se tomaron demasiado en serio el único día vacacional que tendrían con la pareja.

¿Eso les esperaría cada que Tami y Aaron se los encargaran para hacer sus actividades de pareja? Porque si éste era el caso Hyukjae pensaba que tendría que beberse al menos tres energizantes seguidos para llevarle el ritmo a los mellizos.

—Bebito... —llamó Hyuk a su lindo novio.

Hae yacía recostado boca abajo al igual que los niños. Entre los tres formaban algo parecido a un círculo que abarcaba todo el espacio rodeado por los sillones. Los crayones, plumones y utensilios para colorear estaban justo al centro. Regados en una montañita que les permitía tomar cualquier color que desearan para su obra maestra.

SooJin tenía el cuaderno para colorear de Bluey.

SooBin usaba el de dinosaurios.

A Hae le tocó el de los alimentos. Y vaya que la actividad fue ideal y perfecta para entretenerlos pues Hyukjae tuvo que apretarle el hombro para que el castañito quitara su atención del kiwi al que trataba de darle textura en las orillas donde se podía distinguir la cáscara.

Hae se enderezó de repente. Se le vio algo desorientado porque toda su atención estuvo antes en los rellenos verdes y cafés de la fruta. Por ello recibía casi sin entender aquella tableta y el vaso de agua que Hyuk le llevó hasta su lugar.

Sin pensarlo se colocó el medicamento en la boca. Con dos tragos ayudó a que ésta se deslizara por su garganta. Pero no le devolvió el vaso a Hyuk, sino que apartó la mirada para analizar el avance de los mellizos que seguían dibujando y coloreando. SooJin, al estar tendida sobre su estómago, tenía sus piernas flexionadas y elevadas por detrás. Las agitaba mientras tarareaba en voz bajita la canción que se escuchaba en el reproductor del televisor. SooBin se posicionó totalmente recostado. Tan concentrado que sus cejas por poco hacían un hueco al centro dado su ceño fruncido. Hae consiguió ver que de vez en cuando se mordía la punta de la lengua como queriendo ayudar en la precisión del movimiento de su mano al contornear las garritas de su dinosaurio azul.

Hyukjae, por el contrario, a quien no dejaba de observar era a Hae sumido por la fascinación de ser testigo de cómo su adorable novio conectaba con tanta facilidad con los niños pequeños.

Deseó más que nunca presenciar sus interacciones con los bebés de Gaen-art. Y gracias al cuaderno de dibujos de SooBin recordó que también Hae estaba familiarizado con dicha especie.

¿Quién en su sano juicio se olvidaría de Dino-Hae?

El pelinegro casi se tienta a sacar el teléfono para fotografiar a su duraznito, pero éste volteó de repente y bebió el restante de su agua.

—¿Qué es? —preguntó hasta ese momento sobre el medicamento que acababa de llevarse a la boca.

A Hyuk se le formó una sonrisa automática. Inclinó el cuerpo para rozar sus labios por la mejilla de un sonrojado Hae. Se detuvo cerca de su oído.

Strawberry [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora