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Hyukjae ya no usaba el cabestrillo. Días atrás incluso le retiraron todo tipo de plaqueta que pudiera impedirle movimiento. La compostura de sus huesos tuvo resultados tan favorables que Park no vio apuro en continuar atormentándolo con tantos enseres clínicos. Y fue rarísimo, por cierto. Hyuk encontró que su brazo no tenía fuerza. Y si quería levantarlo las cosquillas y dolores por su inutilidad muscular se presentaban en un segundo. Yesung fue uno de los que más se mofó de este acontecimiento pues, como alguien que apenas hace unos meses atrás acababa de sufrir una fractura, entendía completamente la experiencia.

Simultáneamente las terapias se agregaron a sus horarios. Hae cumplió su palabra y lo acompañó a todas las sesiones sin perderse ni una sola de ellas. En un inicio Hyuk tuvo la preocupación de que fuese tedioso para el castañito puesto que no le permitían la entrada al lugar donde sucedían las rehabilitaciones ya que ésta era acondicionada nada más para los pacientes. Pensó en enmendarse para sugerirle que no hacía falta que lo esperara al salir. Pero Hae conocía bien el protocolo. Yesung demoraba de igual forma un par de horas en ese sitio y jamás le provocó algún raro tedio porque aprovechaba los ratos muertos ya sea para leer en la cafetería del hospital o para trabajar en el ordenador.

Sin presiones. Hae se revelaba muy cómodo con ello. Además, sólo así se quedaba tranquilo con tal de asegurarse de que Hyuk sobrellevaba el proceso de maravilla. Y cuando las terapias en la piscina tomaron lugar encontró que la satisfacción de ver a Hyukjae recién duchado era lo suficientemente fuerte como para pensar en perdérsela. Pues sí. Ahora ya el pelinegro tenía la fuerza y los medios para lavarse por su cuenta (además de que Hae no podía entrar a auxiliarlo), pero también iba de por medio su nula capacidad para hacer todo completamente bien.

Por ejemplo, al cepillar su cabello o al colocarse la crema en el cuerpo. Las inconsistencias de su autocuidado seguían fallando porque apenas si podía dar movilidad a los dedos. No obstante, siempre al rescate iba Súper Hae.

Sentados los dos en los jardines del Hospital se ponían a disfrutar del sol y a esperar a que Hae le terminara de secar los cabellos a su chico para luego colocarle mejor el bloqueador solar que encajaba perfecto con el cuidado de su piel.

Casi todas esas visitas concluían con un rico desayuno en el restaurante de siempre.

Fue un alivio que nadie los hubiera descubierto aquel día repleto de besos y risas que pasaron metidos en el baño porque seguro los habrían vetado del establecimiento. Nada malo aconteció de la travesura. Como clientes que se convirtieron en recurrentes el trato era más cálido con el tiempo. Hasta que de repente se encontraron bromeando con el mesero y preguntándole por su día para darse cuenta de que era apenas un chico que recién iniciaba sus estudios universitarios como becado y que trabajaba ahí para cubrirse gastos generales de su estancia en Seúl.

Asimismo, la valía de sus ocasionales salidas al hospital demandó otras necesidades. Hyukjae se volvió cada vez más apetitoso de abandonar el apartamento junto con Hae, pero no por motivos relacionados con la fractura de su mano. Codiciaba intimar sobre otras situaciones mientras sujetaba la mano de Hae. Salir de las blancas y reprimidas paredes del sanatorio para navegar por escenarios diversos en los que pudiera ponerse al día en temas de interés mutuo. Y que surgieran algunos nuevos a partir de la cotidianidad.

Hyuk desbloqueó gran inclinación en uno específicamente: "¿cuál era la relación del DinoHae con los bebés a los que les leía cuentos en Gaen-art? Y así activó la erosión:

"¡Fue tan extraña aquella vez que los conocí, Gatito!", le dijo en unos de sus paseos que precedían a la revisión médica. "¿Recuerdas que yo usaba ese feo parche en mi ojo? Los niños decían que seguro me había infiltrado como un pirata que quería luchar contra ellos. Aunque lejos de parecer preocupados no paraban de saltar y querer jugar conmigo. Creo que tuve mucha suerte de que lo tomaran de esa manera porque de lo contrario no hubiera sabido cómo romper el hielo. Todos me miraban tanto que tenía ganas de envolverme en mi suéter y esconderme de las miradas. ¡Y ZhouMi no me ayudaba! ¡Ese niñote es muy cruel, Hyukkie, ya te lo digo! Llegué a pensar que era el inicio de una tortura. Después me explicó que a veces es necesario un poquito de incomodidad para reaccionar. Lo llamó un "estímulo". Pienso que tuvo sentido porque sólo así conseguí formar un lazo con los niños sin que ellos sintieran que yo era algún tipo de figura de autoridad a la cual temer. Me hicieron tantas preguntas hasta que en un momento no supe a quién debía prestarle atención. ¿Alguna vez has visitado una granja, Hyukkie? ¿O un sitio de esos donde cuidan muchos animalitos? ¿Has visto que cuando te acercas a los pollitos y éstos descubren que estás por alimentarlos todos comienzan a piar y moverse a tu alrededor? ¡Era precisamente así, Hyukkie! Si caminaba a un lado sentía que todos se movían al mismo tiempo que yo. Uno hablaba, el otro también y así tan de repente que me puse nervioso. Aunque no de una forma extraña o desagradable. Porque, ¿te digo algo? Me gustó tanto ese día. Los bebés tienen una forma demasiado especial de relacionarse. Algunos querían saber mi nombre, pero varios intentaban acercarse a mí por otros medios. La mayoría me preguntaba mi edad. Estaban súper sorprendidos de escucharme. Seguro que decir una cantidad mayor a diez para ellos es impactante considerando que todos rondan entre los cuatro o seis años. Una de las niñas dijo que yo era entonces el niño mayor. Como un líder. Creo que se lo tomaron muy en serio, Gatito. Porque después de eso no pararon de seguirme. ¡Sí, exacto! ¡Era como la mamá de los pollitos! Pero tal vez tú me comprendes. SooJin y SooBin prácticamente son de la edad de mis niños. ¡Oh, dios! ¡Qué buena idea! ¡Deberíamos llevarlos a ese lugar alguna vez! ¡Harán muchos amigos! ¡Y ellos estarán felices de recibirlos! ¡Es perfecto, perfecto!"

Strawberry [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora