13.

275 34 52
                                    



La única palabra que se reveló en su sistema desde que la propuesta de Tami tomó forma por medio de aquel mensaje que ella envió al siguiente día fue: indecisión. Leyó y releyó el texto suponiendo que la respuesta vendría por sí sola cuando obtuviera un arranque de intrepidez que ayudara a restarle importancia a todo lo que conllevaba una reunión de ese calibre.

Ya sea que dijera "no" o "si", da igual, lo que ansiaba era tomar el valor suficiente para contestar sin sentirse un completo tonto. Porque acceder a la reunión le desplegaba miles de incógnitas en las que cualquier escenario le parecía más invasivo y agobiante que el otro. Pero rechazar le generaba una suerte de incomodidad pensando que Tami no tenía por qué pagar con sus inseguridades tratándose de Hyukjae. Es decir, la reunión era para festejar a su esposo, ¿verdad? ¿Por qué tanto ahogo?

Sería distinto si, por ejemplo, fuese Hyuk el que le hubiera sugerido formar parte de la celebración. No obstante, que Tami y los mellizos tomaran la molestia de extenderle la petición era motivo principal de porqué rumiaba tanto a negarse. Había bastante por discurrir en el proceso. Por un lado, Hae estimaba que nada tendría de malo acompañar a su amiga en un momento especial. La cosa es que su amiga es hermana de su exnovio. El mismo chico que hizo contraer a su estómago con una llamada de no más de tres minutos. ¿En qué mundo eso sonaba como una buena idea para animarse a asistir? Bueno, sí, lo es.

No obstante, Hae escondía múltiples emociones y pensamientos por lo que ver los pros y contras no ayudó lo suficiente. Ambos polos se percibían completamente equilibrados. Cosa que no ayudaba al castañito ni un poco. Y por más que tratara de sacar argumentos que le ayudasen a ser firme en sus decisiones ninguno le ganaba a esa vocecilla implícita en su cabeza que le repetía: "quiero ir". Tal era su temor y poco atrevimiento que incluso mirar por largo rato el chat de la chica le revolvía el estómago al extremo de alarmarse cuando veía un "en línea". En ese momento no medía su capacidad de portarse maduro y arrojaba el teléfono fuera de su alcance para esconderse de lo que sea. Como si Tami lo estuviese mirando a través de la ventanilla o de la cámara de su móvil para repetirle: "a mis bebés les encantaría tenerte ahí". ¡Oh, vamos! ¡Qué forma de chantaje es esa!

¿Lo curioso? A Hae no le incomodaba. Y tampoco se trataba precisamente de presionarlo. Docilidad voluntaria. Se doblegaba en cosa de nada al recordar las vocecillas de esos dos diciéndole "¡señor Piu Piu!" o también "¿puede el señor Piu Piu venir a bailar con nosotos?". Usando ese "bailar" como sinónimo de "fiesta". Es decir, ¿cómo negarse a las peticiones de los niños?

Por eso mismo trataba de dejarlos fuera de su alcance cada que cavilaba sobre los factores agradables que conllevaban su asistencia a la convivencia. Nada podría ganarle a la imagen de dos niños que le hablaban con una familiaridad insólita a medida que pasaban más tiempo a su lado.

¿Sabían ellos que si se atrevía a visitarlos para el festejo Bolita no sería invitado? ¿O esperaban que Hae llegase con el cachorrito para permitirles divertirse? Aunque no era mala idea, ¿verdad? Es decir, a su mascota que tenía forma de un trocito de bombón seguro le vendría bien convivir con ese par otra vez. Al parecer, fueron ellos los únicos que lograron seguirle el ritmo a un bebé perrito que anhelaba ponerse a correr por los pasillos o a jugar con una pelota sin temor a posibles regaños o llamados de atención.

"¡Ya vine!", diría el castañito sosteniendo la correa de su cachorro, "Bolita me dijo que tenía muchas ganas de asistir a la fiesta, así que aquí estamos", entonces codearía a Tami para enfatizar sus atrevimientos, "ya sabes, cosas de bebés. Qué complicado ser padres, ¿verdad? Es esto o que me hiciera berrinche por no traerlo con sus amigos. Bueno, ¿qué hay de comer?"

Strawberry [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora