Lo primero que DongHae pensó es que la logística del lugar era sorprendentemente acogedora. El barullo de las mesas más cercanas por momentos se volvía pronunciado opacando un poco el espacio del resto. Pero no resultaba molesto. A pesar de que los grupos de personas variaban de dos hasta incluso diez individuos era de reconocerse que la estructura y dispersión de los comensales conseguía que se sintiera familiar el espacio. Claro, familiar en un sentido de tranquilidad en la convivencia porque evidentemente el pub británico en el que estaban aquella noche después de un día de limpieza en el apartamento nada tenía de adecuado para personas de ciertas edades.
Fuera de ello Hae encontró de todo. Desde gente de la tercera edad hasta universitarios que en su mayoría eran los que ocasionalmente quebraban la templanza del espacio. Nada tan abrumador. Aunque de vez en cuando Hae se encontró sonriendo mientras recordaba lejanamente los viejos tiempos. No es que él fuera de los sujetos que frecuentaba lugares similares cuando aún estudiaba, pero hubo algunas ocasiones (de la época en la que Hyukjae y Yesung comenzaban a agradarse) en la que asistir a sitios parecidos era algo rutinario al menos durante los fines de semana. Los chicos iban para probar la cerveza artesanal del bar que acostumbraban a visitar. Hae iba porque ahí había encontrado los dedos de queso más deliciosos que su paladar hubiese conocido. Yesung se reía de él porque decía que cuál podría ser la ciencia detrás de preparar un trozo de queso bañado de pan molido. ¡No entendía nada! Hae era un buen catador de dedos de queso y por eso sabía que como los de ese lugar no encontraba en cualquier otro sitio.
Dos tarros grandes de cerveza se posaron en la mesa. El ligero choque del pesado cristal contra la base oscura devolvió a DongHae a su realidad para toparse con el chico que lo atendía durante esa noche. Su novio. Hyukjae le sonrió abiertamente mientras se sentaba justo frente a él sobre el largo banco que les hacía colgar las piernas. DongHae se había pasado balanceando una de las suyas casi desde que llegaron y la otra la supo acomodar en los soportes del banco para luego intercalarlos con los de la mesa.
—Hay mucha gente, ¿verdad, Gatito?
—Es sábado. Se me pasó por alto ese pequeño detalle —.
Hae rodeó su tarro de cerveza con los dedos de ambas manos. Tocaba de forma superficial notando con ese leve tanteo que la bebida estaba bien helada. Era de noche. Y afuera hacía un frío endemoniado. Pero ni por eso se le antojó menos aquello. Una buena cerveza siempre debía beberse fría. Lo había aprendido bien de sus amigos en los últimos años.
—Ya pedí papas fritas también. Pero creo que tardarán un poco —dijo Hyuk mirando con absoluta atención como Hae levantaba el duro cristal con sólo una mano para beber y relamerse los labios. No hizo ni una mueca que lo pusiera sobre aviso de que tal vez la cerveza era mala elección para iniciar la noche.
De hecho, el castaño sí que hizo un gesto, pero fue de satisfacción y deleite. Esto desnudó la curiosidad del pelinegro que últimamente parecía endiosado apreciando los detalles específicos de por qué Hae ya no era el mismo de antes. Para empezar, el aire de madurez que flotaba sobre su esencia se notaba a kilómetros. Es decir, si cualquiera pasara un par de horas conviviendo con Hae claro que dirían que en su corazón continuaba intacta esa presencia inocente y dulce que lo caracterizaba. Al parecer estas características nunca desaparecerían de su sistema independientemente del paso de los años. Pero para Hyukjae, como alguien que había compartido con el castaño un millón de cosas a pesar del corto noviazgo que tuvieron, era fácil admirar esos matices y contrastes con el Hae del pasado.
En sus comportamientos, en su forma de hablar, en el lenguaje de su cuerpo. DongHae mostraba un desarrollo personal que a Hyuk le complicaba la vida. No sabía cómo dejar de mirarlo sin sentirse conflictuado. La mitad del tiempo (como cuando eran universitarios) quería envolverlo en sus brazos y protegerlo de toda la mierda que pudiera hacerle daño. La otra mitad (la que más apuros le traía en los últimos días) tenía unos deseos antinaturales de arrancarle cada prenda con toda esa violencia que contuvo en el pasado para someterlo y joderlo sobre cualquier superficie hasta que ambos quedasen secos.

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Strawberry [EunHae]
Teen Fiction'PEACH' TERCERA TEMPORADA. "Tan ácido como jugo de limón, pero más dulce que un melocotón..."