Capitulo 23

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Una semana... Una lenta, aburrida y esperada semana, a transcurrido desde que me hice aquellas pruebas. Ahora solo falta saber el resultado de ellas.

La semana en sí, estuvo bien. Clara me cuenta los problemas con lo del embarazo, Claudia con sus llantos todas las noches por no haber superado su ruptura, Brian quedando todos los días con la sueltilla de Alba y contándome cada maldito detalle de sus noches ( y días) en el que el placer es el rey de cada segundo, Jeff y Laura quedando a escondidas para echar un polvo de vez en cuando, intentando que Claudia no descubra su romance, James intentando hacerme pensar que él esta por mí.

¿De verdad piensa que voy a creerme eso? Esa historia de 'El chico guapo y musculoso, que se enamora de la chica  empollona' solo pasan en las películas.

No se que es lo que pretende.

Y aquí estoy yo, esperando en la sala de espera del hospital, en busca de la respuesta de la peor y más frecuente pregunta que rondaba mi cabeza; ¿Estoy enferma?.

-Srta. Dallas, ya puede pasar, el doctor le atenderá en cualquier momento -me dijo una enfermera, a lo que yo respondí con un 'Gracias' y volví a agachar mi mirada hacia mis pantalones vaqueros azul cielo, rasgados en varias zonas, haciendo juego con mis Converses blancas y mi camisa del mismo color, ligera.

Suspiré un par de veces, me levante del asiento y entré en la sala del medico, donde no se encontraba nada ni nadie, dejando atrás, la sala de espera donde solo se encontraban un señor mayor, y una señora embarazada.

¿Por qué todo está tan blanco?

-Buenos días señorita, mi nombre es John Smith.

Le sonreí.

Se sentó en su silla, y empezó a abrir un gran sobre blanco que traía consigo en la mano al entrar.

Al acabar de abrirlo, saca una radiografía que supuse que seria mía, y la colocó en una especia de tablero con luz que estaba pegado verticalmente en la pared.

Efectivamente era la radiografía de mi pecho.

El doctor suspiró, y no hay que ser muy adivino para saber que la cosa iba mal.

Ya en ese punto de la situación, estaba sudando, mi respiración era agitada y no hacía más que tragar bruscamente saliva y frotar mis sudorosas manos en mis vaqueros.

Al fijarme bien en la radiografía, ví una luz en la parte de mi pecho derecho; Aquello se había iluminado como un árbol de navidad.

El doctor se volvió a sentar en su silla.

Traga saliva.

-Lo siento Mery, la mamografía confirma que usted tiene un tumor de unos 5 centímetros de diámetro en su mama derecha.

-Pero... es un tumor, se podrá curar a tiempo ¿no? -le pregunto en un hilo de voz.

-Lo siento, ese tumor, dadas sus medidas... es cancerígeno. -dice mirándome a los ojos, a continuación agacho mi cabeza- será mejor que se traslade al hospital para tener controlado el tumor, evitar su expansión y hacerte algunas quimioterapias.

Y ahí mi mundo dio un vuelco.

Me quede ahí quieta, sin mediar palabra, sin pestañear, yo sola con mis pensamientos en medio de este cruel mundo, que hace daño a personas elegidas al azar, intentando acabar con sus leves vidas, y también de hacer daño a millones de personas con el fin de hacer de nuestra existencia en el planeta, algo insignificante y doloroso.

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La torpe vida de Mery DallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora