Durante un viaje escolar a una reserva natural, Max y Bradley, antiguos rivales del instituto, se pierden en el bosque. Obligados a colaborar para sobrevivir, descubren que tienen más en común de lo que pensaban. La adversidad transforma su relación...
El fin de semana había empezado y a primera hora de la mañana el celular de max vibró despertandolo de su preciado descanso. Enojado quiso ignorar el mensaje que le había llegado, pero no pudo al escuchar que llegaron dos notificaciones más, estaba decidido a insultar a cualquier persona que lo haya interrumpido, iba a ser así hasta que noto que era Bradley.
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Max se quedó unos instantes mirando la foto de perfil que tenía Bradley, la noche anterior no se dió el tiempo de mirarla con detenimiento, al hacerlo ahora se fijó que se veían los zapatos de alguien junto a unas hojas secas. Volvió a mirar los mensajes y respondió.
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—Con que así se sienten las chicas antes de las citas. — ríe al pensar en lo divertida que era la situación, era primera vez que lo tocaba ser a quien iban a buscar y no él tipo que debía preparar todo para la cita.
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El pelinegro no espero una respuesta, se levantó de su cama para empezar su día de manera normal en la casa de su papá, ya que a veces se quedaba en las habitaciones de la universidad y en otras ocasiones con su padre.
Al bajar al primer piso de la casa se encontró con su padre y la novia del mismo, ellos se encontraban desayunando mientras tenían una conversación tranquila, max fijo su vista en una taza que sobraba en la mesa.
—Es para ti max, tu papá me dijo que la pusiera. — menciono al notar que el chico se quedó mirando en esa dirección.
—Si gracias. — Dijo mientras se sentaba, para luego mirar a su padre. —Hoy tengo una cita, así que no voy a almorzar en la casa.
