La alarma de su celular sonó de golpe bajo la almohada, el volumen estaba excesivamente alto y el no se encontraba en sus cinco sentidos, su cuerpo salto de la cama por la impresión, no fue la alarma lo que lo hizo despertar rápido, más bien fue el duro golpe contra el helado piso de madera, con cuidado masajeo la zona afectada por la caída, aún poco consciente.
Miró por toda la habitación, por unos momentos desconoció todo y creyó que estaba en otro lugar, por suerte no era así, se encontraba en su propia casa, se levantó con cuidado del piso, aunque sin antes buscar sus pantuflas rojas y peludas cortesía de bradley, al principio se sentía mal porque veía eso en su habitación, ya que lo hacía recordar, eso le pareció absurdo, ¿Quién se pondría triste al ver unas pantuflas? De seguro él era el único estúpido que se sentía así, así que su solución más lógica fue: usarlas siempre que pueda, todos los días, en todo momento, hasta que se acostumbré y ya no duela, al menos no tanto. Bajo las escaleras de la casa, se sorprendió un poco al ver que no había nadie esperándolo para desayunar, supuso que la pareja tuvo que salir temprano por algún trámite importante por ahí, camino con pocos ánimos hasta la cocina, esa era la habitación más helada de la casa, así que disfruto bastante la sensación del helado ambiente colándose entre sus delgadas ropas. Prendió el hervidor, tenía planeado tomar un café cargado para llegar con ánimos a las clases, se acero al refrigerador, de allí saco dos láminas de queso, buscó el pan por toda la cocina, tardó unos minutos en encontrarlo, hasta llegó a pensar que no quedaba, pero solo estaba escondido.
Se sentó en la mesa, tomo un largo sorbo de café, miro los sillas vacías, que hace menos de una semana estaban ocupadas por las
personas que consideraba más importantes en su vida, pero no estaba ninguna a su lado, al menos no en esos momentos, eso lo llevo a pensar en que estarían cada uno de ellos.De seguro su padre y Sylvia estaban atendiendo algo importante o simplemente decidieron tener una de sus citas antes de la fecha que siempre asignaban, estaba feliz por ellos. el castaño podría estar cocinando, arreglándose para la universidad o yendo al trabajo de su padre. Roxanne debería estar estudiando, saliendo con sus amigos o conociendo a algún tipo, la quería demasiado, pero no podía negar que su mejor amiga era una enamoradiza total, aunque sus sentimientos siempre eran puros y sin maldad alguna, eso lo entendió en el momento que se les presento la oportunidad de tener una relación, obvio que ambos lo intentaron, les sirvio demasiado esa etapa, se conocieron bastante, tanto cosas buenas como malas, descubrieron que buscaban en otros y se dieron cuenta de que eso no se encontraba en el otro, ese fue el desenlace de su corta relación amorosa y el comienzo de su larga amistad.
Los extrañaba demasiado a todos, mucho más en esos momentos.
Se sentía solo, pero no iba a admitirlo.
Se sentía enojado, pero con él mismo.
Los necesitaba, pero no lo diría en voz alta.
Siempre ha podido arreglar y enfrentar todo solo, está vez no sería la excepción, aunque conto con el consejo de su mejor amigo, ¿Eso es hacerlo solo? dudaba de eso. Fue muy difícil para él acercarse a hablarle, más bien le mando un mensaje, el cual estaba seguro que había borrado más de cien veces antes de enviarlo.
Miró la taza, estaba casi vacía, bebió el último sorbo de la amarga bebida y se levantó decidido para ir a la universidad.
-Hola, perdido. - paso su brazo por la cintura de max, abrazándolo desde ahí.
-¿Perdido yo?, si mal no recuerdo eres tú el que se salta las clases y se la pasa en el patio de la universidad mirando el cielo por horas. - no reclamo por la cercanía de su amigo, estaba acostumbrado a sus muestras de cariño.
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Perdidos y Encontrados. • maxley •
RomanceDurante un viaje escolar a una reserva natural, Max y Bradley, antiguos rivales del instituto, se pierden en el bosque. Obligados a colaborar para sobrevivir, descubren que tienen más en común de lo que pensaban. La adversidad transforma su relación...