Un nombre

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Una brisa desordenó su cabello, paso su mano derecha sobre el con la intención de acomodarlo en su posición inicial, miro a su alrededor, el color verde y café predominaba en todo el paisaje, estaba en un bosque. Sus pasos eran lentos. Cautelosos. La luna sobre el brillaba con una intensidad algo atrayente, se quedó mirandola unos segundos. «Es hermosa.» pensó, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de unas ramas crujiendo, su cuerpo se puso alerta, dió media vuelta, buscando el lugar de origen de aquel sonido. Otro crujido, su cuerpo se tenso y sus manos se volvieron puños, listo para atacar a cualquiera que intentará hacerle algún daño. Sabía quién que algo se estaba acercando, su respiración se volvió irregular y empezó a sudar, con cada crujido que escuchaba se ponía más nervioso, la incertidumbre de no saber que se refugiaba en la oscuridad le causaba pavor.

Su respiración se regularizo, el cuerpo se calmo y se permitió relajarse, solo era max, estaba frente a él, luciendo tan tranquilo como siempre, aún en esa situación «¿Qué situación?, ¿dónde estamos?» por primera desde que recobro consciencia en ese lugar se hizo esa pregunta, no estaba seguro, no sabía dónde estaba o porque estaba ahí, ¿Se habían perdido de nuevo?, Era posible, pero no recordaba haber ido a un bosque, la verdad no recordaba nada más que ese lugar y momento, no existía más en su mente, todo era raro.

—Hola, tierra llamando a brad. — el pelinegro movió su mano varias veces delante del rostro del castaño, intentando que este despertara de su trance.

—¿Ah? lo siento, ¿Qué pasó? — no podía mostrar su preocupación, tal vez era el único raro que no recordaba nada.

—Te me quedaste mirando por unos minutos, te hable y moví, pero no reaccionabas. — me explicó, mientras hacía gestos que imitaban sus acciones pasadas.

—No sé que me pasó, debo estar distraído. — se encogió de hombros.

—Suelo causar eso en otros. — levantó sus cejas, pero fue empujado por el castaño. —¿Te puse nervioso?

Siguió moviendo sus cejas, de una manera torpe que lo hacía ver gracioso, bradley intento no reír y verse serio, pero unas risas parecidas a un siseó salieron de su boca, max al escuchar eso sonrió emocionado.

—No te hagas ideas tontas, me acordé de un chiste, solo eso. — se cruzó de brazos y empezó a caminar, ¿A dónde? No lo sabía, pero debía parecer seguro.

—¿De verdad? Cuéntamelo, yo igual me quiero reír. — se quedó parado sin moverse unos segundos, pero inmediatamente siguió los pasos del castaño.

—No lo entenderías.

—¿Por qué no?, te juro que si lo voy a entender, cuéntalo. — agarró su ropa y empezó a tirar de ella, en una clara súplica.

—¡Oye! cuidado, es ropa de diseñador. — agarró ambas manos del pelinegro y las alejo de su preciada ropa.

—Pues perdone su majestad, no lo tocare con mis asquerosas manos. — fingió una voz más chillona.

—Me parece increíble esa idea. — sonrió con burla.

—Era una broma.

—A mí me pareció la mejor idea que has tenido en toda tu vida, si me permites decirlo. — se dió la vuelta y palmeo el hombro del chico más bajo.

—No te hagas, de seguro amarías tener mis manos tocandote. — se burló, intentando defenderse con más bromas tontas.

—¿Tú crees?

—Lo doy por firmado, pero eres demasiado orgulloso para admitirlo. — rodó sus ojos, pero sin dejar de sonreír.

—Como no quiero darte la razón, lo admitiré. — se dió la vuelta, se quedó quieto y lo miro a los ojos, ante esto el pelinegro levanto una ceja. —Me encantaría tener tus manos sobre mí.

Perdidos y Encontrados. • maxley •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora