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Eran 30 minutos de viaje hasta la residencia de Mingi, no quedaba ni tan lejos ni tan cerca, además era en un distrito privado ya que estaba custodiado por guardias y en cuanto a entrar solo podían hacerlo los residentes y sus invitados.

Hongjoong se sorprendía cada que veía una casa , ocupaban más de una cuadra, en la cuarta se encontraba la de Mingi, era una enorme mansión rústica, con una enorme entrada, incluso tenía una fuente preciosa, era idéntica a una de la época victoriana y eso le encantaba, estaba viajando en el tiempo.

— Es hermosa, Gigi. — bajó del auto luego de que le abriera la puerta, con su mochila en hombros y el ramo de flores acunado en sus brazos.— Se siente como volver al pasado, no me imagino el trabajo que dió construirla.

— Valió la pena la espera ¿Entramos? Te gustará mucho más como es por dentro. — retiró la mochila de los hombros ajenos y le ofreció su brazo, subiendo las escaleras de la entrada para poder cruzar el umbral de la puerta, ya que fueron recibidos por su mayordomo, criada y chef.— Ángel, ellos son del servicio, ayudan a mantener mi hogar limpio entre otras cosas, no suelo permanecer mucho tiempo en casa por eso necesito quien se quede aquí en mi ausencia.

— Buenas tardes, Señor Song y Joven Kim. — se inclinó el mayordomo.— Me presento, mi nombre es Nikolai Roskov, soy mayordomo del Señor Song desde los comienzos de su adolescencia, me encargo de dirigir a la servidumbre de esta mansión. Ella es Jinha, la mucama y nuestro chef Jungwoo.

— Nikolai, Hongjoong sabe quién soy. — asintió con la cabeza recibiendo una expresión de sorpresa de parte del nombrado.

— En ese caso, Señor Romanov ¿Gustan pasar a degustar los croissants recién hechos de nuestro chef?

Mingi miró a Hongjoong buscando su aprobación y recibiendo un total sí al instante.

— J'adore les croissants, merci beaucoup, Nikolai. — sonrió contento.— Oh, y por favor ¿Pueden brindarme un florero con agua para este ramo? También cuidar de mi tuna, tengo que llevármela a casa al final del día.

El trío había sido sorprendido por las habilidades bilingües del invitado de su amo.

— Claro, Joven Kim. Puede dejarlo en mis manos. — extendió sus brazos para que le sea entregadas las flores junto con la tuna, retirándose junto con Jungwoo para organizar todo.

— Vamos a ponernos cómodos, cariño. Jinha te traerá calzado y si quieres algo, no dudes en pedirlo.

— Por supuesto, ya me han ganado con croissants ¿Podríamos beber té también? Por favor. — hizo puntitas para besar la mejilla ajena.

¿Y cómo no iba a darle lo que quería a su ángel? En cuanto llegó Jinha con el calzado de Hongjoong el cual consistía en unas pantuflas cómodas para poder pasearse libremente llamó su atención.— Jinha, pídele a Jungwoo que prepare té y un tarro de chocolates suizos.

El albino no podía estar más emocionado, los chocolates suizos eran sus favoritos, los adoraba con el alma desde pequeño.

— ¿Cailler o Lindt, precioso?

— ¿Puedo ambos? — agitó sus hermosas pestañas blanquecinas, mirándole con sus ojos color violeta hipnotizantes.

Y de nuevo ¿Cómo podría negarse?

— Claro, bonito. Que sean ambos entonces.

Con esa orden Jinha había dejado las pantuflas en manos de Mingi a petición suya y retirado a cumplir lo que seguía.

— ¿Tus ojos tienden a cambiar de color, cielo? — preguntó mientras lo guiaba por el pasillo que lo llevaba a la sala principal, sus ojitos curiosos no paraban de admirar todo lo cual le causaba ternura.

Ante tus pies ★ MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora