~° Capitulo 13 °~

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A veces creemos haberlo visto todo, haber vivido lo peor y conocido la crueldad humana... pero en realidad, solo hemos vislumbrado un destello de la verdadera capacidad de maldad que la humanidad esconde.

HANNAH

Después de salir de la habitación de Víctor, me fui inmediatamente a casa. Les dije a mis padres que los esperaría allí, que ya estaba lo suficientemente cansada. Ellos todavía tenían que hacer y firmar varios papeles sobre el traslado y el cuidado de mi hermano cuando lo llevaran al hospital psiquiátrico. Tardarían y yo ocuparía ese tiempo para hurgar en las cosas de mi padre.

Llegué a casa, tomé la manija de la puerta de la oficina de mi padre, pero para mi mala suerte, estaba cerrada con llave. Eso me hizo pensar que mi padre lo había hecho intencionalmente, para evitar que yo volviera a entrar.

Eso no sería un obstáculo para mí. Inmediatamente tuve una idea para entrar sin que mi padre se diera cuenta. Salí de la casa por la puerta que daba al patio y caminé hasta llegar a la parte trasera de la oficina. Me detuve frente a una ventana.

La abrí, puse mis manos sobre el marco y, con un salto, me impulsé para subir. Quedé con la mitad del cuerpo dentro y la otra fuera. Me impulsé de nuevo y caí dentro de la oficina. Me golpeé tan duro que solté un chillido y susurré "mierda". Me sobé la cabeza y me levanté, mirando a mi alrededor. Todo parecía normal.

No había una pista de nada raro. Aun así, me acerqué a la laptop, la abrí y empecé a revisar todos los archivos posibles. Nada parecía fuera de lo común, solo documentos normales de trabajo.Hasta que encontré uno. Uno que estaba bien escondido. Al darle clic, no me dejó entrar; no pedía ninguna contraseña, simplemente no me dejava entrar. Marcaba error, como si tuviera algún virus. Me asusté un poco y salí rápidamente de ese archivo. Cerré la laptop y puse mis manos sobre mi cabeza, frustrada. Apreté los labios con tanta fuerza que me sangró un poco. El sabor metálico y agrio de la sangre entró en mi boca, provocándome náuseas.

Muchos recuerdos llegaron a mi, todos sobre Víctor, todos llenos escenas sangrientas y horribles.


Las palabras de Víctor resonaban en mi mente, sus gritos de desesperación, sus súplicas para que lo entendiera. Sentía una mezcla de tristeza y furia al recordar cómo nuestros padres nos ignoraban, cómo fingían que todo estaba bien cuando sabían que nuestra vida estaba hecha pedazos.

Por eso mismo, Víctor fue diagnosticado con Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), Trastorno de Personalidad Antisocial (TPA) y Trastorno Disociativo. Todo esto lo llevó a pasar gran parte de su niñez en un hospital psiquiátrico, lo cual solo empeoró su estado. Se sentía atrapado, alienado, y esa sensación lo condujo a actos cada vez más oscuros y perturbadores. Decía y hacía cosas que empezaron a asustarme profundamente.

Intenté ayudarlo de todas las formas posibles, lo juro. Traté de entender sus sentimientos, estuve a su lado durante sus ataques, sus pesadillas, y esos momentos en los que daba rienda suelta a sus demonios internos. A veces lo ayudaba para que supiera que no estaba solo, que siempre me tendría a su lado. Pero cuando las cosas comenzaron a ponerse realmente graves, entendí que no podía manejarlo sola. Fue entonces cuando acudí a nuestros padres.

Pero en lugar de ofrecerle la ayuda que necesitaba, solo empeoraron la situación. Lo llevaron a un hospital psiquiátrico donde, en lugar de mejorar, su estado se deterioró aún más. Allí conoció a su actual psicóloga, Kaner. Desde el primer momento, ella nunca me dio buenas vibras. No era solo una corazonada; había algo más profundo, una intuición visceral que me decía que Kaner no era quien aparentaba ser.

Entre Mentiras y SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora