No es casa...es Hogar.

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Keegan se había despertado temprano pero aún seguía en la cama. Tú seguías abrazada a su pecho, con tu cabeza apoyada en él y no dabas señales de que fueras a despertar pronto. Aceptando su destino, estiro su mano para alcanzar la Tablet y dar un nuevo vistazo a la información que estaba revisando la noche anterior, todo lo que aparecía en su pantalla era información sobre Rorke y sus últimas ubicaciones confirmadas.

Una de sus manos era la que estaba asignada en la tarea de sostener aquel aparato y mantenerlo cerca de su vista mientras que su segunda mano estaba más ocupada en acariciar tu cabello, enredado sus dedos entre tus mechones y jugando con ellos. No tenía intención de despertarte aun pero quizás sus caricias te habían hecho despertar sin querer, ya que minutos después de estar así, tú comenzaste a removerte contra él, frotando tu rostro contra su pecho, enterrándote tanto como pudieras contra él.

Era algo lindo de ver.

—Puedes volver a dormir si quieres — su mano siguió cepillando tu cabello, esperando que con eso te hiciera dormir de nuevo.

— ¿Qué hora es...?— te escuchabas aun somnolienta. Ligeramente levantaste tu rostro, apoyabas tu barbilla contra su pecho mientras lo mirabas fijamente, o eso parecía, ya que aún estabas tratando de enfocarlo.

—Poco más de las siete de la mañana— una amplia sonrisa se dibujó en su rostro. Verte ahí, aferrándote aun a él mientras tus sentidos luchaban por reestablecerse, era un flechazo directo a su corazón. Tanto tiempo había sido ajeno a este tipo de situaciones, tan cálidas y familiares.

—Es muy temprano...mmhhm...— te quejaste. Volviste a apoyar tu rostro contra su pecho y ahora tu mirada fue hacia aquella fuente de luz que Keegan sostenía entre sus manos. No es que llamara mucho tu atención, no querías entrometerte en su trabajo, fue solo que la pantalla estaba dentro de tu rango de visión...y entonces lo viste, reconociste al hombre que aparecía en esa foto que se mostraba —...Rorke...— de un momento a otro recuperaste tu conciencia al cien por ciento como consecuencia del asombro y miedo.

¡Los mapas! ¡¿Cómo pudiste olvidar mencionar eso?!

— ¿Cómo lo conoces?— no veía un escenario en donde Rorke y tú se hubieran podido conocer.

—Él estuvo en la casa de Gabriel...llego un días antes pero...pero el día que me rescataron, ni él ni sus hombres estaban en la casa...— ahora que hacías memoria, mientras salías de ahí de la mano con Keegan, no se habían topado con ninguno de ellos.

Tu pequeña información llamo la atención del hombre.

— ¿Escuchaste algo?—

—Vi algo...él tenía un mapa de la ciudad, había...el marco en su mapa la nueva base y el refugio...Keegan, perdón...con todo lo que paso, lo olvido...lo siento...un ataque puede venir en camino y yo olvide algo así de importante...— te sentaste en la cama, claramente afectada por tu omisión.

—Está bien, nada es tu culpa...Rorke es el único responsable. No te culpes, no estabas en condiciones de hablar de esto — él también se sentó en la cama, ahora frente a ti, y te dio un fuerte abrazo.

—Es una mala persona...quiere matarnos a todos...— susurraste contra la piel de su cuello antes de que se separaran un poco. No querías que se fuera, su aroma era un calmante natural para ti, y estabas siendo consciente de que aquello iba mucho más allá de ser solo una reacción ante las feromonas de un alfa. Keegan era diferente para ti, tenía un efecto que solo él podía causarte y ningún otro alfa.

—Quédate aquí, ¿De acuerdo? — te revolvió el cabello ligeramente para aligerar el ambiente.

—Ten cuidado...— tus manos se habían sujetado sutilmente de la tela de su camisa, renuente a verlo irse tan pronto, aunque sabias que debía hacerlo.

¿Obligación o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora