En casa

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Tu espera no demoro mucho pues a los pocos minutos la puerta del lugar se abrió, entrando Keegan y buscándote con la mirada. Cuando vio que seguías en la misma camilla fue directamente hacia ti.

— ¿Cómo te sientes?— su mano enguantada fue a parar en tu mejilla, acariciándola.

—Un poco más tranquila...y ya limpiaron mis heridas— trataste de sonreírle aunque no fue un gesto muy convincente para Keegan, aun así no dijo nada sobre ello.

—Me alegro. Ven aquí un momento— te indico que te inclinaras hacia el mientras por su parte se agachaba, acercándose a tu cuello. Reviso el collar que aun portabas y con ayuda de un pequeño control que escondía en su otra mano, hizo que este se abriera de manera automática. Keegan de inmediato lo retiro de tu cuello y lo dejo una mesa apartada de ustedes, cuando regreso sus manos se colocaron sobre tu cuello, acariciando la piel que lucía algo enrojecida y marcada con la forma del collar, te lo habían dejado demasiado ajustado.

—Gracias...— mientras Keegan habían estado trabajando en liberarte, no le habías dejado de mirar ni un por un momento. Desde antes habías reconocido que era un hombre bastante apuesto pero ahora que ponías un poco más de atención en su persona, veías que incluso en su forma de moverse tenía un toque elegante.

—Eres libre, _____— los ojos azules de él estaba fijos en los tuyo, esperando que comprendieras la magnitud de sus palabras.

—Sí, ese collar era molesto y doloroso, ya sabes...daba descargas— no tenías ningún motivo pero aun así te sentías avergonzada.

—No hablo solo del collar. Ya no existe la base omega, ni sus dirigentes, ni el programa y tú no eres el omega de Gabriel ni de nadie. Eres una persona libre, ______. Puedes decidir lo que quieras hacer, no le debes más explicaciones a nadie, no más ordenes — sus manos subieron lentamente para volver a sostener tu rostro, asegurándose que lo estuvieras mirando y poniendo atención.

— ¿Libre?... ¿Hablas en serio?...— un gran alivio inundo tu corazón. De pronto las cadenas que te ataban se habían roto y podías volar tan lejos como quisieras. La palabra libertad resultaba abrumadora después de tanto tiempo bajo el yugo de terceros.

—Totalmente. Solo tú decides sobre tu propia vida y futuro— ahora la sonrisa que se formaba en tu rostro era genuina, tal era tu felicidad que querías llorar.

—No sé qué hacer...o que decir— llevaste tus propias hacia tu rostro y las colocaste por encima de las de él, apretándolas, sintiendo la tela de sus guantes, mientras cerrabas tus ojos y dejabas libres unas cuantas lágrimas.

—Por ahora solo descansa, tomate tu tiempo para reponerte...no hay prisa porque tomes alguna decisión ahora — sus pulgares limpiaron las lágrimas, mientras que su rostro bajaba hasta el tuyo y colocaba sus labios en tu frente, no era un beso directo como tal, el aun usaba su pasamontañas del equipo Ghosts, pero aun así podías sentir la presión que ejercían sus labios.

Las palabras de Keegan eran ciertas, ya no había nada ni nadie que pudiera seguir controlándote, eras un omega totalmente libre. Y por supuesto que quería que te sintieras en total confianza de elegir tu propio camino, aunque existiera el riesgo de que desearas marcharte lejos. Por ello te pidió que tomaras las cosas con calma, secretamente quería pasar más tiempo junto a ti, hacer las cosas mejor que en el pasado y si llegaba a tener suerte, quizás podría darte motivos para quedarte.

—Sí, todavía hay muchas cosas en que pensar. Estar en el refugio me ayudara— abriste tus ojos, queriendo encontrarte nuevamente con ese color azul que empezaba a hipnotizarte.

—No iras al refugio— aclaro rápidamente.

— ¿A dónde más podría ir? Tu departamento de antes fue destruido...y yo no tengo nada—

¿Obligación o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora