Miedos

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Tu día estaba siendo increíblemente aburrido. Era ya pasado medio día, te habías levantado temprano y ya habías desayuno y hecho un poco de limpieza. Fuiste a tu habitación, te recostaste un rato e incluso releíste tu libro, y cuando observaste el reloj, te diste cuenta de que apenas y habían pasado un par de horas. Parecía que justo en ese día el tiempo avanzaba tan lento, como si cada minuto se alargara más de lo debido.

Saliste nuevamente de tu habitación y te distrajiste un poco observando como transcurría la vida fuera del departamento. El ir y venir de soldados por las calles era el pan de todos los días, todos lucían tan ocupados, siempre corriendo con todo ese equipo encima o movilizando sus vehículos. Y luego estabas tú, encerrada ahí sin algo que hacer, solo dejando que el tiempo pasara frente a tus ojos.

Pero en ese momento de resignación, tu teléfono comenzó a vibrar. Revisaste la pantalla y con sorpresa notaste que era un mensaje de Keegan.

Al igual que en persona ese hombre siempre era directo y conciso, y este mensaje escrito lo seguía confirmando.

Keegan:

"Olvide algo en mi habitación. Entra y busca sobre el escritorio un dispositivo parecido a un celular, tómalo contigo y ven a la base...es imposible perderse, ve al edificio donde veas mas soldados reunidos."

¿Keegan estaba dándote permiso de entrar a su habitación? Bueno, ahí claramente lo decía, no había que darle tantas vueltas al asunto. Solo que aun era un poco difícil de creer que estuviera accediendo a ello. Posiblemente, debido a la urgencia, no le quedo más opción que pedírtelo, teniendo que darte aquel acceso.

Llena de curiosidad fuiste al lugar indicado, abriendo lentamente aquella puerta de madera como si intentaras hacer el menor ruido posible para no despertar a alguna bestia ahí escondida. Tu pie derecho fue el primero en entrar, pensando unos segundos antes de permitirte dejar ingresar el izquierdo. El piso no era ningún campo minado, dudabas que Keegan dejara cosas peligrosas en casa, y si te dejaba entrar es porque era seguro.

Una vez dentro, tu mirada recorrió cada esquina del lugar. No era tan diferente a como te lo imaginabas, un sitio con solo lo necesario pero cada cosa perfectamente acomodada, ahí no había lugar para el desorden. Naturalmente no había ningún tipo de fotografías o accesorio que denotara algo de personalidad o gustos. Algunas cajas de munición, mapas o papeles con alguna información agrupados por allá, accesorios para su equipo en otra esquina, una cama bien hecha con su almohada en su lugar. Todo era tan perfecto que sentías que lo único que desentonaba ahí eras tu.

Fuiste directamente hacia su escritorio, donde efectivamente, estaba aquello que te había solicitado. Lo tomaste y, aunque lo revisaste un poco, igualmente no sabias que función tendría. Tampoco es que fuera importante eso para ti.

Saliste de la habitación y guardaste aquel objeto entre tus ropas para luego abandonar el departamento, el cual previamente te encargaste de cerrar bien.

Caminar libremente por las calles se sentía un tanto raro, hacia tanto tiempo que se te había restringido aquel simple derecho, que casi olvidabas como era. Por otro lado, era bastante reconfortante el poder sentir nuevamente la brisa del viento en tu rostro, poder ir sola sin que nadie te estuviera vigilando, sentirte libre.

Por supuesto que procurabas ir rápido a tu destino, no querías hacerle perder el tiempo a Keegan, mas cuando era la primera vez que te daba una tarea. Lo ultimo que deseabas era que pensara que fuera inútil, incluso para algo tan sencillo como trasladar un encargo.

En tu camino te cruzaste con tantas personas, todas desconocidas, tan distraídas en sus propias cosas que solo pasaban a tu lado, ignorándote por completo. Pero eso no te molestaba, era lindo sentirse normal. Ese asunto de los omegas, betas y alfas era un verdadero dolor de cabeza. Habían logrado progresar tanto en la sociedad, finalmente estaban viendo como eran tratados como iguales después de tanto tiempo de lucha en protestas para que se impulsaran leyes mas justas. Pero todo eso se vino abajo cuando la guerra comenzó, ese avance se perdió y volvieron al punto de partida. Fue verdaderamente frustrante.

¿Obligación o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora