Lucero: Fabiola, te prometí que no iba a volver a hablarte mas, pero necesito que la saques del despacho
Fabiola: a quien, lu de que hablas- dijo esta un poco somnolienta y me di de cuenta que esta no sabía lo que hacía su queridisima amiga
Lucero: Discúlpame si te desperté, también perdóname por hablarte así, Silvia se encuentra con una mujer en el despacho de la hacienda, están revisando los cajones y cosas confidenciales que ella no tiene por que saber y al persona con la que esta tampoco- dije irritada, después de llorar por lo menos una hora intente controlarme.
Fabiola: Lu, disculpame tu a mi, yo le dije que no debía de entrar a ese despacho, lo que no comprendo es que este con alguien- dijo esta confundida y por lo que veo le esta ocultando ese detalle.
Lucero: me mandaron 2 videos de la cámara de seguridad porque en la noche van 2 días en lo que se activa la alarma, al no creer me quede despierta esperando hasta verla entrar, Fa te juro que no diría nada si ella sola estuviera buscando algo, sabes que ella puede hacer lo que quiera, pero no puede meter a un extraña en mis asuntos y los de mi familia, todos los papeles están bajo llave en la caja fuerte que esta debajo del escritorio, ellas ya la notaron, así que necesito que las alejes de ahí a ambas- dije como último para colgar, no quería ser grosera con Fabiola, pero estaba apunto de reprochar por la nueva aventura de Silvia y eso no era una muy buena idea que digamos, minutos después me llego un mensaje de Fabiola
Mensaje....: Mañana será el último día que estaremos aquí de nuevo discúlpame, puedes decirme quien es la mujer con la que esta?
Lucero: no deberia, pero te voy a pasar el último video de la cámara de seguridad, pasa buena noche.
Después de enviar el video a Fabiola salí de mi habitación en busca de un vaso de agua, me encontré a mi madre en el camino y no fue fácil salir del interrogatorio al que me sometió al ver mis ojos hinchados.
Doña Lucero: nena, estas bien?, que sucede?
Lucero: nada madre, solo no podia dormir y venia por un vaso de agua- dije intentando evadir su mirada y creo que hice mal con eso
Doña Lucero: no quieres hablar entonces?, prefieres guardarte todo tu sola?- pregunto mientras me sobaba la cabeza.
Lucero: quieres tomar algo?- pregunte mientras caminaba a la cocina por el vaso de agua que tanto anhelaba
Doña Lucero: lo que sea esta bien nena- dijo sentándose en la isla de la cocina y observándome
Lucero: se que te molesta siempre que sea el mismo tema, pero solo me sentí mal por algo que paso con Silvia, sabes que a veces puedo ser muy débil cuando se trata de ella- dije mientras le ponía el vaso en la mesa
Doña Lucero: Tranquila nena, poco a poco podrás con eso, has pensado retomar las citas con tu psicóloga?- pregunto mi madre y claro que lo e reconsiderado, debería buscar mi bienestar emocional, por mi bien y por el de toda mi familia
Lucero: ya lo había pensado y creo que es hora de que retome, voy a pedirle que me recomiendo a alguien aquí, ma recuerda por fa que viajamos a puebla en una semana- dije mientras terminaba de tomar mi vaso de agua.
Doña Lucero: no lo se nena, no creo que pueda acompañarte e estado hablando con Antonio para que ese día este esperándote en el aeropuerto.
Lucero: bueno madre, me avisas que decides- dije mientras caminábamos escaleras arriba para por fin ir a dormir
Doña Lucero: descansa nena
Entre a mi habitación y tratando de despejar mi mente pude dormir un buen rato hasta que llego el amanecer, desperté desorientada, me levante de la cama y me fui directo a la duchar para irme al Gimnasio, mis días eran simples, hacia ejercicio en las mañanas y ensayaba o estaba en el estudio el resto del día, después de eso esperaba a que los chicos llegaran de clases a contarme su día y volvía a la cama para al otro día comenzar la monotonía, mi psicóloga en Mexico me recomendó una colega suya y hoy era día de ir a verlas así que iba camino a su consultorio.
Lucero: buenos días Señorita, la doctora Carmen- dije sonriente a la pequeña recepcionista, cuando me indico su consultorio camine decidida y entre con una sonrisa que se hizo mas grande al ver aquella mujer que estaba sentada frente a un gran escritorio de madera color negro, esta vestía una camisa manga larga a botones con una falda de tubo que le llegaba mas arriba de las rodillas, una coleta alta con sus gafas a media altura del tabique de su nariz, por Dios era una diosa.
Carmen: Señorita Lucero- dijo sacándome de aquel trance en el que no supe en que momento entre, mi cara le debió parecer un completo poema porque se rio de mi por lo bajo.
Lucero: si, señorita Carmen, le ofrezco una disculpa, tiene usted una belleza que resalta- dije mostrándole mi dentadura de par a par.
Carmen: tome asiento- dijo señalándome uno de los asientos en la sala de estar que se encontraba al otro lado de su escritorio, cuando me senté y supo que la estaba viendo me dio uno de los mayores espectáculos que han presenciado mis ojos, movió sus caderas de una forma lenta pero sensual, la coleta que le colgaba por su espalda mientras que sensualmente acomodaba sus gafas para que no se fueran a caer, de algo si estaba segura y es que algo se movió en mi al ver a aquella mujer caminar con tanta seguridad hacia mi, al llegar se sentó en la orilla de la silla y su falda se subió un poco y acomodo su postura recta para mirarme con una sonrisa en los labios, me pregunto si con todos sus pacientes hace esto, si siempre es así de coqueta.
Lucero: hablo con la doctora Domínguez?- pregunte mientras intentaba con todas mis fuerzas aparta mi mirada de sus labios rojos carmín.
Carmen: si, estaba leyendo su historial cuando entro, así que estoy justo cargada de información, quiero saber que es lo que te trae por aquí- dijo mientras buscaba a toda costa mi mirada.
Lucero: cree usted que se puede sufrir por amor por tantos años- pregunte esta vez si enfrentando su mirada, esta me producía mucha confianza.
Carmen: no lo creía hasta que lo viví- dijo esta simple pero contundente- Crees tu que es sano amar de esa manera a una persona?- pregunto y aparto su mirada de mi.
Lucero: no, no es sano, o por lo menos no emocionalmente- dije respondiendo su pregunta mientras dirigía mi mirada a un punto fijo de su oficina.
Carmen: Lucero no es malo amar- estas y tanta palabras fueron las pronunciadas por las dos largas e intensas horas de consulta que estaba teniendo diario con aquella mujer que estaba volviéndome loca con cada uno de los atuendos que utilizaba a Diario