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—Oye, Tomi.

—Mh-hm. —zumbo sin levantar la mirada de su notebook, intentando leer un libro sobre la importancia de los falsetos durante los 80's.

—¿Por qué ignoras al profesor Carrera?

La pregunta lo tomó por imprevisto, haciendo que se detuviera y tensara en su sitio, sin ser capaz de voltear a ver el rostro del menor en cuanto habló, por el contrario siguió viendo la pantalla en silencio sin recordar en donde iba su lectura, sintiendo como su corazón quería salirse de su pecho al latir tan rápido.

¿Por qué tenía que preguntar eso cuando en verdad estaba intentando evitarlo? De por sí ya era muy difícil ignorar la presencia de ese castaño todos los días en la universidad.

—No lo estoy ignorando. —murmuró bajando el cursor para seguir leyendo, aunque eso le resultaba difícil al sentir los ojos de su mejor amigo clavados en él tan fijamente.

Buhajeruk sabía que mentía.

Tomás era alguien realmente malo para decir mentiras con las personas que lo conocían, y entre ellos estaba Iván; se le complicaba ver a los ojos a la otra persona, tardaba más en responder y hacía muecas con la boca, justo lo que sucedía ahora.

—¿Es así? —cuestionó de nuevo, apoyando la espalda contra la silla, viendo como Tomás apretaba los labios.

—Sí…

Realmente no podía creerle, desde hace una semana él había cambiado totalmente con el castaño; ya no hablaba de él, ya no lo pillaba viéndolo, ya no le decía piropos atrevidos, ya no buscaba llamar su atención, ahora intenta evitarlo e ignorarlo. Tomás ya no hacía nada relacionado a Rodrigo. Y conociendo durante más de seis años al pelicafé, sabía que entre ellos había pasado algo que provocó ese tan inesperado desinterés.

Observó el cielo de su habitación, pensando en las posibles opciones que pudieron hacer que su amigo actuará así, buscando entre su memoria alguna situación en la universidad o similar en la que los hubiera visto juntos con un mal aspecto, pero no recordaba nada que le diera pistas.

Hace una semana… ¿Qué sucedió hace una semana?

¿Por qué solo recordaba los panchitos que le
cayeron mal en la cafetería de la universidad el miércoles?

—Mmh… —tarareo, intentando recordar más de esos días.

En la cafetería…

—Oh, lo tengo.

—¿El problema de ingeniería? —preguntó el tatuado, despegando la mirada del notebook para verlo. Pensando que se había olvidado del tema de Carrera y había vuelto a centrar su atención en la tarea.

—¿Qué hablaron en la cafetería? —sus ojos volvieron a fijarse en el mayor, notando como éste abría la boca y la cerraba, mirando en la otra dirección rápido—. Estabas enojado ese día, y Carrera se veía confundido, ¿acaso te dijo algo? ¿Discutieron?

Claro que algo había sucedido.

—Creo que se hace tarde —miró apresurado la pantalla de su teléfono—, debería irme.

—Arbillaga. —el tono reprochante con el que lo llamó hizo al tatuado actuar torpe mientras tomaba sus cosas para guardarlas, haciendo sus manos temblar.

—¿Q-qué pasa, Iván? —balbuceo dándole la espalda.

—Dime la verdad —exigió—. Sabes que voy a insistir hasta que lo hagas.

Tomás apretó las tiras de su bolso con fuerza y mordió su boca, sabiendo que era verdad y no podría librarse de esta situación huyendo de la casa de Iván. Ambos se tenían mucha confianza, siempre se contaban todo, pero la situación se sentía distinta, haciéndose difícil expresar la verdad aún cuando Buhajeruk no lo juzgaría por nada, al contrario estaría a su lado, apoyándolo y animándolo.

Sintió unos brazos rodearlo por los hombros, y un mentón apoyarse en su cabeza, sabía que era el menor, así que no lo alejó.

—¿Qué sucedió?

El tatuado suspiro largo y pesado.

—Está bien, te contaré…

PIROPOS   𝑓𝑡.  rodrimásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora