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Entre pasos apresurados cruzó por en medio de la gente, disculpándose repetidas veces o insultando entre balbuceos a quienes apenas se movían de mala gana para dejar pasar; ya iba llegando treintena minutos tarde a su cita por culpa del tráfico de Buenos Aires y, para colmo, la gente caminaba demasiado lento.

Cuando alcanzo a ver el gran letrero del cine se pudo dar la libertad de caminar más lento, respirando profundo para regular la agitación de su respiración y arreglando con los dedos sus rizos castaños, mejorando su aspecto de forma ciega porque no tenía tiempo para ir al baño y arreglarse. Esperaba verse bien para el menor; aunque sabía que hasta con ojeras o recién levantado, Tomás le decía que lucia hermoso. Revisando alrededor vio al pelicafé apoyado contra una pared, usando el celular, así que se acercó a él con una gran sonrisa.

Arbillaga vestía una remera de rayas beiges, un jean blanco y zapas del mismo color, lucía precioso, aunque fuera un atuendo casual de otoño.

—¡Tomás!

El nombrado despegó la mirada del teléfono, empezando a sonreír ampliamente al verlo, y de prisa se acercó al ojiverde, teniendo en su mirada un brillo adorable que Rodrigo amaba ver al ser el causante.

—¡Amor! —se tiró a sus brazos, rodeando su cintura y estampando su boca con la del otro en un corto contacto, provocando en ambos una sonrisa tonta al alejarse.

Llamaban la atención, pero no les importaba, eran solo ellos dos en su pequeña burbuja, y solo eso era lo único importante.

—¿Esperaste demasiado?

Tomás negó.

—No te preocupes —se acomodó a su lado y enlazó sus manos—. ¿Cuál queres ver?

—Elegí vos hoy.

—Mmh, bueno —mientras pensaba, siguió el pasó del castaño, acomodándose al final de la fila—. Vi que Five Nights at Freddy 's tiene buenas reseñas, ¿te gustaría ver esa?

—Cualquier cosa que elijas está bien —besó la mejilla del menor, sonriendo al notar como un bonito rosáceo le teñía las mejillas—. Me gustará cualquier cosa, así como me gustas vos, amor.

—Ya… no seas coqueto —susurró inclinando la cabeza, avergonzado.

—Vos lo haces siempre, ¿qué tiene?

—E-es distinto.

El mayor soltó un sonido afirmativo divertido, avanzando en la fila hasta llegar a la taquilla, en donde Tomás pidió dos boletos y Rodrigo se encargó de pagarlos, ignorando quejas al respecto de que fue el menor quien lo invitó y quien debía de pagar todo; por lo que junto a un empujón lo alejó cuando iba a pagar por los pochoclo también, realizando una cómica escena que hizo reír al personal.

Una vez se repartieron las bandejas fueron a la entrada de la sala, donde les revisaron los tickets y les permitieron pasar por el oscuro y silencioso pasillo que los llevaba hasta sus asientos. Mientras Tomás buscaba el número de donde debían sentarse, el mayor veía las expresiones divertidas ajenas y la manera en que sus ojos brillaban cuando observaba a la gran pantalla, casi dando saltitos cuando los trailers de próximas películas le emocionaba; no se cansaba de decirlo sinceramente, pero él era precioso en cada segundo del día.

Aún recordaba el primer día que asistió a sus clases, con esa presencia fuerte y brillante le había saludado en cuanto entró, recorriendo su cuerpo de una manera que le colocó cada centímetro piel de gallina; desde un inicio no se prohibió a mostrarle que le intereso de mil y un formas, sobretodo cuando los piropos le comenzaron a llegar inesperadamente en los horarios laborales, dejándolo realmente mal, con el corazón acelerado. Sentía que apenas habían pasado unas semanas desde ese día y no años.

Arbillaga le señaló su lugar, ayudándolo para que no se tirara encima las gaseosas cuando se sentó, luego él también tomó asiento.

Mientras esperaba que empezara la película, sus ojos miraban de reojo al menor, riendo al tiempo en que una idea cruzaba su cabeza y volvía la atención al frente.

—Sabes —murmuró llevando un pochoclo al borde de sus labios, captando la atención del pelicafé—. Le pedí a la vida que me pasarán cosas bonitas y me pasaste vos, aunque vos sos más que sólo bonito —finalizó girando la cabeza para verlo, presenciando como sobre sus mejillas se acentuaba un color rosáceo.

—¡R-Rodrigo, ¿a qué viene eso?!

El castaño se largó a reír, doblando el cuerpo hacia el frente y apretando su estómago con las manos, sintiendo el pequeño golpe sobre su espalda como reproche, seguramente las orejas del pelicafé sonrojándose también.

Ahora entendía lo divertido que era para ese chico decirle piropos de la nada y recibir una cómica reacción de vergüenza e indignación.

—Oh Dios —inhalo recuperando aire cuando pudo dejar de reír, abrazando al menor—. No te enojes, solo me estoy cobrando uno de los tantos piropos que vos me hiciste, bebé.

—¿Y-y tenía que ser ahora? —se encogió en su lugar, sintiendo su corazón acelerarse sin control y algunas miradas sobre él.

Rodrigo estiró los labios y dejó un pequeño e inocente beso sobre el cuello ajeno, con una complacida sonrisa.

—Síp.

ઇઉ⠀© HEARTOM.

esté capítulo iba a ser en una feria, pero se me hacía muy cliché y lo cambié JAJAJAJAJ

PIROPOS   𝑓𝑡.  rodrimásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora