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—Tomás Arbillaga.

Oh mierda, había olvidado por completo que prometió contarle todo a su mejor amigo. Iba a matarlo.

—I-Ivan, ho-hola, amigo, ¿qué tal? —su tono de voz tembló, girándose sobre su eje con la sonrisa forzada—. ¿Cómo te fue ayer?

El pelinegro se acercó hasta él, no tenía una expresión agradable y era demasiado dura al detener la mirada sobre su rostro, sentía que le atravesaba pequeñas agujas con etiquetas de “hijo de puta”, “mal amigo”, “mentiroso”, y un sin fin de etcéteras.

—A-antes de que te enojes, t-tengo una muy buena razón —aclaró rápidamente, negando con las manos mientras retrocedía, sin poder alejarlo porque Buhajeruk volvía a avanzar.

—Quiero oírla, dale.

—E-esto, bueno yo —balbuceó nervioso por culpa del menor, su altitud lo intimidaba si lo veía de esa forma, como si con un mordisco le fuera a devorar la cabeza. Tomás observó su alrededor, intentando escapar—. Llegué a c-casa muy tarde anoche… estaba bebiendo y me quedé dormido.

—¿Y está mañana? ¿no podías buscarme?

¿Cómo podría decirle que no se lo dijo en la mañana porque prefirió quedarse a comerle la boca a Rodrigo?

—Bueno… —aún retrocediendo tropezó con alguien, alzando la mirada cuando agarraron su cintura y lo pegaron a otro cuerpo para no caer—. Ah, p-perdón.

—¿Qué hacen acá? ¿no deberían estar en el salón de clases? —inevitablemente se quedó embelesado observando el perfil de Rodrigo, había reconocido su fragancia cuando lo vió, aunque casi por instinto quiso besarlo. Él se veía tan bien con lentes puestos, atractivo y caliente eran las palabras que lo definían.

—Tengo hora libre al igual que él, profesor… —observó al pelicafé, aunque se dirigiera al mayor—. ¿Por qué? ¿Cuál es el problema?

Buhajeruk cruzó sus brazos, observando con disimulo las caricias que el castaño daba con el pulgar sobre la cintura de su mejor amigo, pasaban casi desapercibidas para cualquiera que los viera, pero el pelinegro conocía a su amigo y la situación con el profesor. Arbillaga tan siquiera podía ocultar su cara de imbécil.

—Ninguno, joven Buhajeruk —aseguró—. Si me permite, necesito hablar con Arbillaga.

Los ojos negros del más alto se clavaron con insistencia en Tomás, haciendo a este ver en otra dirección nervioso con las mejillas rojas.

—¿Ah, sí? Yo también necesitaba hablar con mi mejor amigo, Carrera.

Rodrigo intentó poner su mejor sonrisa, para ocultar el disgusto que sintió al oír el énfasis que hizo Ivan con el “mejor amigo”, y aunque quiso responderle que no le importaba, tuvo que contenerse y responder tranquilamente.

—Podrá hacerlo después, con permiso.

El de rizos negros observó como el mayor se llevaba a Tomás, manteniéndolo pegado a su cuerpo casi posesivamente, siendo gracioso cuando el pelicafé se giró a verlo susurrando un «perdón» y Rodrigo lo empujó más cerca. La situación era evidente, solo un tonto podia pasar desapercibido que entre ambos había algo más que una relación alumno-profesor.

Ya ni siquiera sabía si tenía que sentirse feliz porque Tomás consiguió estar con su crush o preocuparse por los rumores que traerían los dos a la universidad.

—Tenes el descaro de no contarle a tu mejor amigo, pero sí de hacerle saber a todos qué tenes algo con Carrera —bufó frustrado, con una risa irónica escapando de su boca luego.

Ivan terminaría volviéndose loco por culpa de su mejor amigo.

ઇઉ⠀© HEARTOM.

empezamos la recta final de piropos, gente, y no me lo creo, ¿cómo pasó? siento que fue hace un mes que empecé el fic TT

PIROPOS   𝑓𝑡.  rodrimásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora