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Sus dedos tiraron de la correa del pantalón y lo acercaron más, acortando el poco espacio personal entre ambos mientras sus dientes y labios estiraban los ajenos, maltratándolos a un ritmo lento, profundo, creando chasquidos y respiraciones agitadas dentro del pequeño espacio en el que estaban.

Las clases habían terminado hace menos de media hora, la edificación estaba casi vacía y en silencio, a excepción de las personas que se encargaban de la limpieza, ambos habían quedado en verse en el ascensor para irse a comer juntos cuando todos se fueran, pero a causa de provocaciones y besos juguetones, terminaron besándose fogosamente adentro del ascensor. Rodrigo aprisionado contra las paredes de metal mientras el menor lo atraía más cerca, enredando sus piernas inquietas, acariciando con sus manos y arrebatándose el aliento.

—Mmh —jadeó cuando los caninos estiraron su labio inferior, apretando los propios dedos en el cabello que caía por la nuca del menor, sintiendo un ligero dolor que se combinó con la acalorada situación.

—Rodrigo, me gustas mucho —murmuró sin aliento, escondiendo el rostro en la curva del cuello del castaño, sosteniendo más fuerte la correa entre sus dedos—. Me encantas.

Llevaban aproximadamente una semana así, besándose en cada oportunidad que estaban solos en la universidad, a veces no llegaban a soportar estar a solas y, Carrera lo llamaba al salón de profesores cuando alguien salía a dar clases, corriendo el riesgo de que llegará alguien inesperadamente y los viera en esas comprometedoras situaciones. Había mucha tensión entre ellos y podían culpar a que aún ninguno daba el paso para estar juntos, más allá de besos y caricias sobre la ropa, o que ambos terminaban cortando el ambiente con bromas.

—Me duelen los labios —se quejó entre risas bajas y roncas, pasando la lengua sobre sus belfos hinchados—, últimamente no muerdes suavemente, hijo de puta.

—Es irresistible… tenes labios muy suaves y mordibles —dijo ahogado por hablar sobre la piel del cuello ajeno, repartiendo besos allí.

—Es eso o tenes complejo de caniche —sus dedos acariciaron los cabellos cafés del otro, sintiendo cosquillas recorrer su cuerpo por la culpa de Tomás y sus besos húmedos.

El oji-marrón sacó su rostro a regañadientes, teniendo que dejar el cálido lugar y apartarse de su fragancia embriagante, para verlo con ligero disgusto.

—¿Me decís perro?

—Quizás —volvió a reír, sintiendo los brazos del menor rodear su cintura con posesión—. ¿Acaso no queres ser mi cachorrito, Tomás?

Observó las mejillas ajenas tornarse rosadas por la vergüenza y sus ojitos marrones brillar, con una emoción que no admitiría, pero que Rodrigo llegaba a imaginar una larga colita y orejitas de perro agitarse en él. Durante esté tiempo había descubierto que Tomás era tan fácil de leer por sus expresiones, delataban y exponían lo que no escapaba de su boca.

—Me caes tan mal —farfulló mientras dejaba un beso fugaz sobre la boca del mayor.

—Seguro.

Tomás golpeó el hombro del mayor y se alejó con mala cara al oírlo reírse de él, saliendo a prisas del ascensor al ver las puertas abrirse, ignorando lo que Rodrigo decía detrás de él.

—Dale, ¿por qué te ofendes? Sí fuera cierto no me besarías con tantas ganas, pff.

Resulta que el hombre que creía demasiado serio amaba burlarse de él en cada ocasión.

—Cállate, ugh.

ઇઉ⠀© HEARTOM.

esta ha sido uno de mis capítulos favoritos, la tensión y el ligero humor 100/10 jj

PIROPOS   𝑓𝑡.  rodrimásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora