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Tomás revolvía su cabello con frustración, y es que estaba cansado como para tener que asistir a la edificación un domingo temprano, toda la noche se la paso estudiando para el parcial de otra clase que dependía del 60% para su calificación final y aunque no tenía que hacerlo ese día sino hasta el lunes, solo logró estudiar hasta ese momento por hacer el primer trabajo para recuperar la materia de su profesor Carrera, el cual lo esperaba para otorgarle clases extras junto a otros de sus alumnos que debían mejorar la calificación.

Le rugían las tripas, tuvo que dejar a medias el café y tostadas con mermelada que su madre le preparó porque se había levantado muy tarde, y los bostezo junto a las bolsas negras bajo sus ojos delataban el cansancio.

—Buenos días. —murmuró mientras entraba al salón de clase, apenas viendo al resto de alumnos, aunque la deliciosa fragancia –que reconocía muy bien– varonil le hizo voltear a ver hasta el frente del lugar, notando a su querido profesor cuando éste le devolvió el saludo.

—Buenos días, joven Arbillaga.

Rodrigo vestía menos formal que lo habitual; remera cuello alto y manga larga blanca, una camisa azul cielo con el borde dentro de su cinto y los cuatro primeros botones sueltos, pantalones de color marrón clarito y dos pequeñas cadenas como accesorios, sin olvidar sus lentes y bien arreglado cabello ondulado. Lucía jodidamente bien vestido de tal forma, muchísimo más de lo que se veía cuando usaba trajes elegantes en el horario habitual de la universidad. Y Tomás lo sabía, sabía muy bien que se veía demasiado bien ese día para su estabilidad.

Y sería la destrucción de su cordura si lo veía mucho más tiempo vestido distinto a lo que siempre lo vio.

Siguió el movimiento que hizo con su mano para llevar el vaso de café hacia su boca y se perdió en la forma en que esos labios se presionaban en el borde, abriéndose tan solo un poco para beber del contenido, se veían tan apetecibles que se preguntaba cómo se sentirían contra los suyos, si encajarían tan bien como dos piezas de rompecabezas.

—Que ganas de ser vaso para sentir esos labios… —murmura sin mucha precaución, apretando entre su mano la correa del bolso.

Los ojos verdes del castaño lo observaron a través de su cabello, algo avergonzado por el comentario que había alcanzado a oír, y sin hacerlo a "propósito" terminó pasando la lengua sobre sus labios mientras miraba a los ajenos, distinguiendo lo suaves que se podían ver. Niega con su cabeza, disimulado para no hacerlo demasiado obvio, y vuelve la vista a los papeles entre su otra mano, ante todo debía mantener el profesionalismo aún sí significaba luchar contra la corriente que le creaba su alumno.

Iban a ser unas largas semanas de trabajo arduo, tanto para los alumnos que querían aprobar su materia, como para Tomás, quien quería conseguir su objetivo, y para Rodrigo, quien debía luchar por no caer ante los piropos descarados que su alumno le soltaba sin más cada que podía.

Ya las circunstancias serían las que dijeran quien se rendiría primero en todo esto.

ઇઉ⠀© HEARTOM.

mientras escribía esto me estaba cayendo del sueño, así que xdón si quedó re chota:P

PIROPOS   𝑓𝑡.  rodrimásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora