Me desperté con el sonido insistente de la alarma a las 5 de la mañana. Hoy sería mi primer día completo en la empresa, y no quería llegar tarde. Me levanté rápidamente, me duché, hice mi rutina de skincare y recé. Decidí vestirme con el uniforme que me habían dado: una chaqueta negra y una blusa blanca, junto con un hijab a juego. Me miré en el espejo, feliz con mi apariencia profesional.
Al llegar a la oficina, me dirigí directamente a mi escritorio. Encontré una lista de tareas en mi correo electrónico, incluyendo la organización final de la fiesta de empresa con Reda. A pesar de su actitud arrogante, tendría que trabajar con él.
Justo cuando estaba a punto de empezar, alguien llamó a la puerta.
-Adelante -dije, esperando que no fuera otra vez Reda.
Pero, por supuesto, era él.
-Buenos días, Nayla -dijo con una sonrisa burlona.
-Buenos días -respondí, tratando de mantener la calma.
-Mira, sé que empezamos con el pie izquierdo -dijo, sorprendiéndome. ¿Sería posible que estuviera tratando de ser amable? -Pero tenemos que hacer que esto funcione. La fiesta de empresa es importante.
-Vale-dije, sorprendida por su cambio de tono. -Deberíamos dividir las tareas para asegurarnos de que todo esté listo a tiempo.
Pasamos la mañana organizando detalles: la lista de invitados, la comida, la música. Para mi sorpresa, Reda parecía estar realmente comprometido con el trabajo. Aunque todavía lanzaba comentarios sarcásticos de vez en cuando, pude ver que tenía buenas ideas.
-¿Por qué te obligaron a ayudar con esto? -le pregunté durante un momento de descanso.
-No me obligaron, exactamente -dijo, encogiéndose de hombros. -Es más bien que necesito demostrar que puedo manejar responsabilidades.
-¿Demostrar a quién? -pregunté, genuinamente curiosa.
-A mi hermano, principalmente. Y a mí mismo -dijo, mirando hacia otro lado. -Es complicado.
Asentí, entendiendo que todos tenemos problemas que no queremos contar y menos a una desconocida
La semana siguiente pasó rápidamente. Cada día me sentía más cómoda en la oficina y con mis responsabilidades. Reda y yo habíamos encontrado una especie de ritmo en nuestro trabajo conjunto. A pesar de nuestras diferencias, estaba empezando a apreciar su sentido del humor y su dedicación.
Una tarde, mientras trabajábamos en algunos detalles finales para la fiesta, Reda rompió el silencio.
-Nayla, ¿puedo preguntarte algo? -dijo, su tono más serio de lo habitual.
-Claro, dime.
-¿Por qué elegiste venir aquí a trabajar? ¿Tan lejos de casa?
Su pregunta me tomó por sorpresa, pero decidí ser honesta.
-Necesitaba un cambio -dije. -Quería una oportunidad para crecer profesionalmente y como persona. Además, siempre he querido vivir en otra ciudad.
Reda asintió, sorprendido por mí respuesta.
-Entiendo. Yo también siento a veces que necesito un cambio -admitió. -Pero es difícil cuando tienes expectativas tan altas sobre ti.
-¿Expectativas de tu familia? -pregunté, adivinando lo que le preocupaba tanto .
-Sí, y también de mí mismo. Siempre he sentido que necesito demostrar que puedo estar a la altura de Ilyas o más -dijo, su voz apenas un susurro.
Me di cuenta de que, a pesar de sus vaciles y su arrogancia, Reda también tenía sus propias inseguridades y presiones.
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Entre dos destinos.
RomanceUna joven de 21 años se muda a Holanda tras ser contratada por una empresa muy conocida, donde conoce a dos hermanos en competencia por el control de la compañía. A medida que se involucra en sus vidas, se encuentra en medio de un dilema familiar, e...