Después de haber organizado todo, me sentí exhausta tanto física como emocionalmente. Las palabras de Reda seguían resonando en mi cabeza y la ansiedad se acumulaba en mi pecho. Quería que todo esto terminara ya, pero sabía que todavía tenía un largo camino por delante.
Pasé la noche en vela, incapaz de conciliar el sueño. Me levanté temprano para prepararme, y al mirar mi reflejo en el espejo, apenas me reconocí. La tensión y el estrés de los últimos días había dejado huellas profundas en mi rostro.
Me puse corrector y colorete para tapar un poco mi mala cara.Al llegar al aeropuerto, me encontré con Nadia. Su presencia siempre era un consuelo, y ver su sonrisa me dio fuerzas para enfrentar lo que venía. Pasamos el tiempo en la sala de espera hablando de todo y de nada, intentando distraernos de la inminente realidad.
-Nayla, todo va a estar bien. Estamos juntas en esto -me dijo Nadia, apretando mi mano con firmeza.
Asentí, agradecida por su apoyo. Abordamos el avión y, durante el vuelo, intenté mantener mi mente ocupada con una revista, pero mis pensamientos seguían volviendo a Reda y a la absurda situación en la que me encontraba.
Al llegar a España, el aire familiar me llenó de una mezcla de nostalgia y alivio. Mis padres estaban encantados de verme, y su alegría era lo mejor qur mr ha pasado asta ahora. Pero incluso en medio de la felicidad del reencuentro, no podía dejar de pensar en la inminente visita de Reda.
Dos días después, mientras ayudaba a mi madre en la cocina, mi padre entró con una expresión seria.
-Nayla, hay alguien aquí para verte -dijo, y su tono me hizo saber de inmediato quién era.
Salí al salón y encontré a Reda esperando, vestido con su habitual impecable traje. Mi padre lo miraba con una mezcla de curiosidad y desconfianza.
-Reda, adelante -dije, intentando mantener la compostura.
Nos sentamos en el salón, y Reda comenzó a hablar con la frialdad que ya me era familiar.
-Señor, estoy aquí para pedir la mano de su hija en matrimonio -dijo, sin ningún rastro de emoción en su voz.
Mi padre me miró, buscando algún indicio de que esto era lo que yo quería. Asentí ligeramente, incapaz de articular palabras. Reda presentó su caso, explicando que estábamos profundamente enamorados y que deseábamos casarnos. Mi padre, aunque sorprendido por la rapidez de la situación, aceptó, confiando en mi decisión, hablaron aclararon todo y, estaba decidido, me casaria con Reda.
El tiempo pasó rápidamente. Los días fueron todos de preparativos y despedidas. Mi familia estaba muy feliz por mi, no puedo decir lo mismo de mi pero tenía que estarlo o al menos fingirlo para no preocuparlos. Nadia también estuvo a mi lado, ayudándome a mantener la cabeza alta, mi hermana no sabia nada de que era falso ya que Reda me dijo que lo mejor era mantenerlo en secreto.
Finalmente, llegó el día de la boda . Todo se sentía surrealista. Reda estaba allí, serio y distante, cada vez que se le acercaba alguien finjia una sonrisa y me echaba una mirada, ilyas no havia venido, nose el por qué pero tampoco me interesaba, eramos poca gente ya que no queriamos hacer algo del otro mundo.
Yo me sentía como una marioneta, moviéndome a través de la gente sin realmente estar presente.
Después de la ceremonia, Reda y yo quedamos a solas por un momento. Intenté hablar, pero las palabras se atascaron en mi garganta.
-Recuerda, Nayla, somos una pareja enamorada. No podemos dejar que nadie sospeche -dijo él, su voz firme pero más suave de lo habitual.
Asentí, sintiendo una mezcla de rabia y resignación. Sabía que había entrado en una trampa, pero no veía otra opción.
Nos despedimos de mi familia, después de lloros y abrazos nos metimos al coche para ir de camino al aeropuerto.
Los primeros días después del matrimonio fueron incómodos, Habíamos vuelto a holanda y vivíamos en una pedazo casa, pero aun asi sentia que no pertenecia aquí, era toda de colores negros y blancos, lo que siempre había querido tenía una sala jigante piscina fuera y dentro, y 5 habitaciones en la segunda planta cada una con su baño y ni hablar de la cocina, era imensa de color negro con el mármol blanco.
Reda se mantenía distante, y yo trataba de evitar cualquier confrontación. Pero ya estaba harta de siempre la misma rutina, quería un trabajo y Reda no podía prohibirme tener uno así que decidí hablar con el.-No puedes tenerme encerrada aquí todo el día dije- sentándome con el en el sofá por primera vez.
-¿Que tiene de malo?
-Que llevo los 5 días que llevamos aquí sin ver el sol, y pues como que no.
-Y que quieres hacer ?
-Nose, vivir ? Tener mi trabajo, salir con mi amiga.
-Hazlo, me da igual.
Odiaba el tono con el que me hablaba como si no le importara como me siento, ni como sus palabras me cruzan como cuchillos.
Me levanté con los ojos llorosos para irme, no me gustaba que me viesen llorar y mucho menos delante de la persona que había causado mis lágrimas.
-Nayla? -Dice quitando la vista de la tele al verme alejarme.
Seguí caminando pero escuché pasos que venían hacia mi. Y sentí sus manos en mis hombros.
-Mirame.
Me jire y lo miré directa a los ojos
-No me toques, no me hables ni me mires, déj...
Antes de poder acabar la frase me quedo paralizada cuando me da un abrazo, su olor su tacto, sus latidos, todo en el me tranquilizo.
-No llores porfavor, sé que esto no es fácil para ti. No es fácil para ninguno de nosotros -dijo, su voz suave y sincera.
-Entonces, ¿por qué lo hiciste? -pregunté, incapaz de ocultar el dolor en mi voz.
-Porque no tenía otra opción. Mi padre... -hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas- mi padre me presionó. Necesitaba asegurar la empresa, y tú... tú eras la única persona en la que podía confiar para esto.
Su confesión me dejó atónita. Nunca había pensado que Reda también pudiera estar atrapado en esta situación. Pero aun así, no podía perdonarlo por lo que me había hecho, no había razón para que me hablara de esa manera despreciandome como si no fuese nadie para el.
-Tres meses, Reda. Eso es todo -dije, dejando claro que, aunque entendía su situación, no iba a olvidar el daño que me había causado.
Solo digo que aún queda...💕
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Entre dos destinos.
RomanceUna joven de 21 años se muda a Holanda tras ser contratada por una empresa muy conocida, donde conoce a dos hermanos en competencia por el control de la compañía. A medida que se involucra en sus vidas, se encuentra en medio de un dilema familiar, e...