Capitulo 7

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Todo iba bien después de las aclaraciones. No tuve tiempo de hablar con nadie ya que tenía que organizar reuniones y ordenar muchas cosas, y lo agradecí bastante. Hoy era mi último día en la empresa antes de mis vacaciones de invierno. Había decidido visitar a mis padres por sorpresa. Mientras recogía mis cosas, Nadia entró, llena de entusiasmo.

-¡Tiaaaa, vuelvo a España! -gritó Nadia, tan emocionada que casi no podía contenerse.

Levanté la mirada, sorprendida y contenta a la vez. Nadia siempre sabía cómo animarme, y su entusiasmo era contagioso.

-¿En serio? -respondí, intentando mantener la calma.

-¡Wlah! -confirmó, con los ojos brillando de alegría.

-Yo tenía planeado ir, pero no sé cuándo.

-¡Vamos juntas!

Antes de que pudiera responder, la puerta volvió a sonar.

-Luego te llamo y organizamos todo -dije con una sonrisa. Le di un abrazo y se fue.

Al abrir la puerta, me encontré con Reda.

-Buenos días, Reda -dije con indiferencia. Este tiempo me ha hecho recapacitar y entender que él es el hermano de mi jefe, y que todo lo que me pasa por la mente nunca pasará.

-Hola, Nayla -respondió con tristeza.

Lo miré, intentando descifrar su expresión. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Por qué parecía tan abatido?

-¿Necesitas algo?

-Cásate conmigo -dijo de repente.

La frase quedó flotando en el aire, y yo no sabía qué decir. Mi mente se quedó en blanco, y un sinfín de pensamientos se atropellaron entre sí. ¿Por qué me estaba pidiendo esto? ¿Qué pretendía con esta propuesta tan repentina?

-¿Qué? -respondí, confundida.

-Lo que has escuchado.

-Pero no puedes venir y soltarlo así porque sí.

-Solo serán tres meses, hasta que todo esté en orden y me hayan dado la empresa.

Intenté procesar sus palabras. ¿Tres  meses? ¿Eso era todo lo que necesitaba para asegurar su posición? Y yo, ¿qué ganaba con esto? Nada más que problemas.

-¿Y por qué tendría que aceptar? ¿Para que consigas tu empresita y tu papi te haga caso? -dije, enfadada por su audacia.

-No uses lo que te dije para atacarme, Nayla.

-Lo siento, pero no puedo aceptar. No lo entiendes. Perdería mi trabajo.

-Seguirás con él ya que yo sería el dueño. Y si no aceptas, te puedo despedir perfectamente.

La amenaza se coló en mis oídos y sentí una oleada de ira mezclada con desesperación. ¿Cómo se atrevía a jugar así con mi vida?

-No puedes amenazarme con eso.

-Sí puedo y lo haré. Así que deja tu mierda de orgullo y acepta que no tengo todo el tiempo.

Me quedé mirándolo, incrédula por su comportamiento. Sentí un nudo en el estómago y mi mente corría, buscando una salida.

-Despídeme, me da igual. Ya estoy harta de aguantar tu comportamiento de mierda.

-¿Y qué tal la empresa de tu padre? No le gustaría perderla, ¿no?

Esa fue la gota que colmó el vaso. Me hirió profundamente que usara a mi familia en su manipulación.

-No pensaba que caerías tan bajo, Reda -dije, cogiendo mi bolso y saliendo de la oficina.

Entre dos destinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora