3 días después Reda comenzó a recuperarse con notable rapidez.
Durante los primeros días en el hospital, Reda descansó y permitió que su cuerpo se curara. La herida sanó bien y, aunque hubo algunos momentos de dolor y molestias, se mantuvo fuerte. Pronto pudo levantarse de la cama y empezar a moverse con cuidado.
-¡Mira, ya estoy caminando! -dijo Reda un día, sonriendo mientras daba unos pasos lentos pero seguros por la habitación del hospital.
-Lo estás haciendo increíblemente bien -le respondí, llena de orgullo y alivio.
Al día siguiente, los médicos le dieron el alta, y Reda pudo regresar a casa. Aunque necesitaba continuar con visitas regulares para asegurarse de que la herida se curara correctamente, la peor parte había quedado atrás cuando denunciamos, y se supone que pillaron al culpable gracias a las cámaras.
La primera noche en casa fue especial. Reda y yo nos acomodamos en el sofá, disfrutando de la tranquilidad del hogar. Las noches en el hospital habían sido largas y solitarias, pero ahora podíamos empezar a dejar esa etapa atrás.
-¿Qué te parece si mañana salimos a dar un paseo por el parque? -le sugerí.
-Me encantaría. Quiero empezar a recuperar nuestra rutina -respondió, con una sonrisa que iluminó su rostro.
El día siguiente, caminamos lentamente por el parque cercano, disfrutando del aire fresco y el sol en nuestras caras. La naturaleza tenía un efecto sanador, y cada paso que Reda daba era un símbolo de su fortaleza y determinación.
La vida volvió a una especie de normalidad. Reda retomó su trabajo gradualmente, primero desde casa y luego regresando a la oficina a tiempo parcial. Sus compañeros de trabajo le dieron una cálida bienvenida, y todos se alegraron de verlo recuperado.
4 Meses después
Una tarde Reda volvió del trabajo y decidimos salir un rato a dar una vuelta pasamos por algunas tiendas para comprar la comida que faltaba en casa y volvimos a casa.
Al salir del supermercado, el aire fresco acariciaba mi rostro y decidí que una ducha caliente sería perfecta para deshacerme del frío que se había instalado en mis huesos. Al llegar a casa, entré al baño sin pensarlo dos veces. La ducha se convirtió en un refugio temporal, el agua caliente relajando mis músculos tensos. Mientras el vapor llenaba el baño, Reda, se metió a duchar despues de mi.
Salí del baño envuelta en una toalla y me dirigí a nuestra habitación. Allí encontré mi móvil encendido con un mensaje de un número desconocido. Fruncí el ceño mientras leía el texto.
–Nadia, soy Ilyas y mi hermano no contesta. ¿Puedes venir a por unos papeles para él? No tengo tiempo y me tengo que ir ya.
Respondí rápidamente:
–Se está duchando, pero se los puedes traer mañana.
La respuesta fue inmediata:
–Mañana los tiene que traer firmados.
Suspiré, sintiendo un nudo formarse en mi estómago.
–Bueno, pues entonces ya voy –escribí de vuelta.
–Gracias, estoy delante de la empresa.
–¿A esta hora? –pregunté, sorprendida.
–He salido tarde de la oficina y me di cuenta de que se los ha dejado.
Dejé el móvil en la cama y grité a Reda que iba a salir un segundo. Me vestí apresuradamente y salí por la puerta, sintiendo el frío de la noche envolverme. Me subí al coche y conduje hacia la empresa, preguntándome por qué Ilyas no podía simplemente esperar hasta el día siguiente.
Al llegar, noté que las luces del edificio estaban apagadas, sentí un escalofrío y mi mente me decia que me fuese ya de ahi.
Bajé del coche y me dirigí hacia la puerta donde Ilyas me había dicho que estaría. De repente, una camioneta negra apareció frente a mi coche. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Intenté calmarme, pero después de cinco minutos de espera, la ansiedad me consumió. Comencé a correr de regreso al coche.
Antes de que pudiera cerrar la puerta, un pie la detuvo. Luché con todas mis fuerzas para cerrar la puerta, pero un hombre vestido de negro la abrió de un golpe seco, tirándome al suelo. Sentí cómo me sujetaba de los brazos y me arrastraba hacia la camioneta. Intenté resistirme, pero el miedo me paralizó.
El hombre comenzó a enrollar cinta adhesiva alrededor de mis manos. Aterricé, aterrorizada, mientras intentaba liberarme.
–Ya Allah, que no me pase nada –murmuré mientras intentaba encontrar una salida. Logré darle una patada al hombre y me levanté para correr.
–¿Dónde crees que vas? –gritó el hombre, levantándose rápidamente. Un segundo después, estaba en el suelo, retorciéndome de dolor tras recibir una patada en el pie que me hizo caer de lado . Me volvió a arrastrar, esta vez sacando una botella con un líquido desconocido. Mojó un paño con el líquido y se acercó a mí.
Retrocedí hacia el fondo de la camioneta, negándome a dejar que me drogaran.
–Por favor, no lo hagas –supliqué, aunque sabía que mis palabras no tendrían efecto. Grité, pero no había nadie alrededor que pudiera ayudarme. El hombre me sujetó del cuello y me presionó la cabeza contra el suelo de la camioneta, cubriéndome la nariz con el paño. Todo se volvió negro.
Desperté empapada en sudor, intentando abrir los ojos. Finalmente, lo logré y me encontré en una habitación oscura. Apenas una pequeña ventana dejaba entrar un rayo de luz. No recordaba cómo había llegado allí, solo que le había dicho a Reda que saldría un momento.
–Esto es un sueño –me repetía a mí misma–. Esto no está pasando. Pronto despertaré al lado de Reda.
Me aferré a esa idea, pero los recuerdos comenzaron a inundar mi mente: la furgoneta, el hombre, los golpes. Las imágenes se repetían sin cesar. Comencé a temblar, dándome cuenta de que no era un sueño.
Todo estaba en silencio a mi alrededor. Decidí intentar moverme, buscando una puerta, pero no había nada. Desesperada, comencé a llorar.
–Esto no me está pasando a mí –sollozaba–. ¿Cómo pude confiar en ese número después del ataque a Reda? ¿Cómo pude salir a esa hora por unos papeles insignificantes?
Mi respiración se volvió errática. Intenté arrastrarme, buscando aire. De repente, sentí una mano posarse en mi brazo y solté un grito que resonó en la habitación.
–Shhhhh –susurró una voz.
Holis chicas, perdón por haber tardado en subir,no he tenido mucho tiempo, pero intentare acabarla.💕
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Entre dos destinos.
RomanceUna joven de 21 años se muda a Holanda tras ser contratada por una empresa muy conocida, donde conoce a dos hermanos en competencia por el control de la compañía. A medida que se involucra en sus vidas, se encuentra en medio de un dilema familiar, e...