Capitulo 28

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A la mañana siguiente, los hombres vinieron a buscarnos. Nos llevaron a una sala grande y fría, donde un hombre corpulento y con una mirada dura nos esperaba. Supuse que era el jefe.

-Así que estas son las dos que intentaron escapar -dijo con una voz profunda y amenazante.

Mantuve la mirada fija en él, tratando de no mostrar miedo.

-Escucharé lo que tengan que decir -continuó-. Pero no piensen que podrán engañarme.

Sara y yo intercambiamos una mirada rápida. Sabíamos que nuestras vidas dependían de lo que dijéramos y hiciéramos en ese momento.

-No queríamos causar problemas -dije, tratando de sonar convincente-. Solo queríamos libertad.

El jefe nos miró con una mezcla de desdén y curiosidad.

-Libertad -repitió, como si la palabra fuera un concepto extraño para él-. ¿Y creen que la merecen?

-Todos la merecen -respondió Sara con valentía.

Hubo un momento de silencio tenso. Luego, el jefe sonrió, una sonrisa fría y calculadora.

- Querida Sara ati ya te la di y sin embargo estamos aquí otra vez -dijo-.

-Que está pasando, no estoy entendiendo nada.- dije ya cansada.

-Ya lo entenderás dijo el saliendo de la habitación.

Estuve sin hablar con Sara todo el día ya que no me quiso contar nada.

Al día siguiente , la puerta se abrió de golpe y dos hombres grandes , uno era el "jefe" y el otro a saber . Nos miraron con desdén y luego, sin decir una palabra, se acercaron y uno cojio a Sara y el otro ami   .

Sara y yo intentamos resistir, pero cuando me iba a soltar su brazo todo mi cuello, me costaba respirar, Sara gritaba a mi lado que me soltaran, nose que dijo pero lo hizo. Nos arrastraron  hacia afuera del edificio, nuestras protestas y súplicas cayendo en oídos sordos. Fuera, una furgoneta esperaba con el motor en marcha. Nos empujó adentro y cerró la puerta con un golpe seco.

El viaje fue un torbellino de confusión y miedo. El paisaje fuera de las ventanas se desdibujaba, mientras mi mente trataba de procesar lo que estaba sucediendo. Sara se aferró a mi mano, su rostro pálido y tenso, como si supiese que iba a pasar y yo estaba aquí con la misma confusión del primer dia.

-Confia en mi- dijo rompiendo el silencio.

Finalmente, la furgoneta se detuvo. El hombre nos sacó a rastras y nos encontramos delante de un almacén desolado, rodeadas de maleza y escombros. El lugar tenía una atmósfera de abandono, como si fuera un sitio olvidado por el tiempo.

-¿Qué queréis de nosotras? -grité, mi voz temblando de miedo y desesperación.

El hombre nos miró sin emoción alguna.

Miré a mi alrededor, buscando cualquier señal de esperanza, cualquier indicio de un plan. Pero estábamos solas, expuestas y vulnerables en aquel lugar inhóspito.

De repente, otro  hombre aparecio de entre las sombras, y supe que esto no iba a terminar bien. Nos empujaron hasta que caímos de rodillas  obligadas así  a arrodillarnos.

Podía sentir el peso de sus miradas, el desprecio y la crueldad en sus ojos.

Uno de ellos sacó un arma y la apuntó directamente a mí. El frío metal brilló bajo la tenue luz del sol que recién salía. Sara sollozaba a mi lado, su cuerpo temblando de miedo.



Entre dos destinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora