Reda me miró con una intensidad que me dejó sin aliento.
-Ha pasado mucho tiempo desde que empezamos esta farsa -comenzó, evitando mi mirada-. Y en ese tiempo, he aprendido mucho. Sobre ti, sobre mí... sobre nosotros. - dijo agachando la cabeza.
-Reda, si esto es sobre el acuerdo, lo entiendo. Sólo quedan dos semanas -dije, intentando aliviar la tensión.
-No es sólo sobre eso, Nayla. -Finalmente levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron-. Es sobre cómo me siento. He estado pensando mucho, y creo que las cosas han cambiado para mí.
Mi corazón comenzó a latir más rápido. ¿A qué se refería?
-¿Qué estás tratando de decir? -pregunté, con la voz apenas un susurro.
Reda tomó una respiración profunda, como si intentara encontrar las palabras correctas.
-Lo que quiero decir es que, estos dos meses contigo han sido... diferentes, nunca me había sentido igual . He llegado a apreciarte más de lo que creía posible. Ya no veo esto sólo como un matrimonio falso.
Sentí cómo mi mundo se tambaleaba. Las palabras de Reda flotaban en el aire, creando una tensión palpable. Me quedé mirándolo, tratando de procesar lo que acababa de decir. ¿Realmente estaba diciendo que sentía algo más por mí? Mi mente estaba llena de pensamientos y dudas.
Sentada frente a Reda, sentí que el tiempo se detuvo. Mis pensamientos eran un torbellino, pero sabía que tenía que enfrentar esta conversación con claridad.
-Reda, yo... no sé qué decir -confesé, finalmente encontrando mi voz.
Él se inclinó hacia adelante, tomando mis manos entre las suyas. Su toque era cálido y firme, y por primera vez, sentí una conexión genuina entre nosotros.
-No tienes que decir nada ahora, Nayla. Solo quería ser honesto contigo. Esto ha dejado de ser un acuerdo para mí -dijo, su voz llena de sinceridad.
-Para ti .
El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Ambos necesitábamos tiempo para procesar lo que esto significaba. Después de un momento, me levanté y caminé hacia la ventana, mirando el horizonte mientras intentaba ordenar mis pensamientos.
-Reda, estos últimos dos meses también han sido diferentes para mí. Nunca pensé que llegaríamos a este punto. Pero todavía estoy asimilando todo -dije, sin girarme.
Él se acercó lentamente, deteniéndose a unos pasos de distancia.
-Lo entiendo, Nayla. Solo quería que supieras cómo me siento. No espero una respuesta inmediata.
Giré para mirarlo, viendo la honestidad y la vulnerabilidad en sus ojos. Asentí, reconociendo la importancia de sus palabras.
-Gracias por ser honesto, Reda. Vamos a tomar esto un día a la vez.
La conversación con Reda marcó un punto de inflexión en nuestra relación. Aunque seguíamos con nuestras rutinas, había un entendimiento tácito entre nosotros. Las bromas y los comentarios sarcásticos continuaron, pero ahora cada vez se intentaba acercar más, y eso me ponia mas nerviosa de lo normal.
Una noche, decidimos salir a cenar. Sabía que necesitábamos un cambio de escenario, algo que nos permitiera relajarnos y disfrutar de la compañía del otro sin la presión de nuestras propias paredes. Elegimos un restaurante tranquilo, uno de esos lugares que siempre había querido probar pero nunca había tenido la oportunidad.
Durante la cena, la tensión habitual parecía haber disminuido. Hablamos de cosas triviales, reímos y disfrutamos de la comida. Sin embargo, el peso de nuestras emociones no estaba completamente ausente.
-Me alegra que hayamos salido esta noche -dije, rompiendo un pequeño trozo de pan y mojándolo en aceite de oliva.
Reda sonrió, una sonrisa que rara vez veía en él, una que era genuina y sin reservas.
-Sí, lo necesitábamos. Es bueno salir de la rutina a veces.
Mientras hablábamos, noté a su padre e Ilyas entrando al restaurante. Mi corazón dio un vuelco al verlos, pero traté de mantener la calma.
-Reda, mira quién está aquí -dije, señalando discretamente hacia la puerta.
Él se giró y, al verlos, su expresión cambió brevemente antes de volver a su habitual semblante calmado.
-No esperaba verlos aquí -murmuró, llamando la atención de su padre e Ilyas con un gesto.
Ellos se acercaron a nuestra mesa, y después de las formalidades, decidieron unirse a nosotros para la cena. La atmósfera se volvió tensa de inmediato. Sentí la presión de los ojos de su padre sobre nosotros, como si intentara desentrañar cada uno de nuestros movimientos y palabras.
La cena se desarrolló bajo una nube de tensión palpable. Traté de mantener la conversación ligera, pero los comentarios de su padre hacia mi y las miradas entre Reda e Ilyas hacían difícil relajarse.
-Entonces, Nayla, ¿cómo van las cosas en tu nuevo trabajo? -preguntó su padre, su tono educado pero distante.
-Va muy bien, gracias. Es un trabajo me gusta mucho. -respondí, tratando de sonar lo más natural posible.
Reda me miró con una leve sonrisa, haciendo notar que estaba feliz y orgulloso de mi, no sabía si eso era por el contrato o por qué de verdad lo sentía.
-Es bueno escuchar eso. Espero que encuentres el equilibrio adecuado entre el trabajo y... otras responsabilidades -dijo su padre, sus palabras cargadas de un significado subyacente.
-Estoy segura de que Nayla es más que capaz de manejar todo -intervino Reda, su tono firme.
La conversación continuó, pero la tensión no disminuyó. Sentía que cada palabra y cada gesto eran observados y analizados. Intenté concentrarme en la comida y en Reda, pero era difícil ignorar la presencia imponente de su padre, y ilyas que no paraba de mirarme a lo que lo ignore.
Finalmente, la cena terminó y nos despedimos. Reda y yo caminamos juntos hacia el coche en silencio, ambos sumidos en nuestros pensamientos.
De regreso en casa, me quité el abrigo y me dejé caer en el sofá, exhausta tanto física como emocionalmente. Reda se sentó a mi lado, su expresión reflexiva.
-Pedazo de cena -dije, soltando un suspiro.
-Lo sé. Mi padre siempre ha hecho que donde el este todo sea... incómodo -respondió Reda, pasando una mano por su cabello.
Nos quedamos en silencio por un momento, cada uno lidiando con nuestras propias emociones.
-Reda, todo esto... ha sido más difícil de lo que pensé, y nose si podre seguir . Pero también me ha hecho darme cuenta de muchas cosas -dije finalmente.
Él me miró, su expresión suavizándose.
-A mí también.
Y aunque todo comenzó como un acuerdo... Yo ya no lo pienso así.Siempre me sorprende verlo hablar de esa forma tan madura, y luego suelte comentarios sin sentido por qué si.
Nos miramos en silencio, sabiendo que aún había mucho que decir, pero sintiéndonos un poco más cerca el uno del otro, un poco más dispuestos a enfrentar lo que sea que el futuro nos deparara.
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Entre dos destinos.
RomanceUna joven de 21 años se muda a Holanda tras ser contratada por una empresa muy conocida, donde conoce a dos hermanos en competencia por el control de la compañía. A medida que se involucra en sus vidas, se encuentra en medio de un dilema familiar, e...