REGAÑO

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Harry tuvo que salir corriendo en dirección a Hogwarts, si Hermione llegaba antes seguramente lo delataria con su jefa de casa; Ron volvería por el camino largo mientras que el niño que vivió tomaría el atajo que había en Honeydukes.
Por otro lado, el grupo de Ryan se encontraba en las Tres escobas disfrutando de una deliciosa y espumante cerveza de mantequilla junto con algunos bocadillos.

—Nunca me cansaré de esta delicia -comenta Flint-

—Al parecer Weasley no vendrá -murmura el capitán de Ravenclaw-

—Es mejor así -zanja acidamente Draco-

—Sería algo incómodo, parece tenerle mucha bronca a Slytherin -aporta Susan-

—Son los viejos prejuicios, muchos aún se dejan llevar por ellos; especialmente las familias que tienen el titulo de traidores a la sangre -responde Ryan-

—Se supone que somos una nueva generación, deberíamos comenzar a desligarnos de ellos si queremos mejorar como sociedad -menciona Theo-

—Y lo estamos haciendo, si hace 2 años alguien me hubieran dicho que estaría compartiendo mesa con miembros de Ravenclaw y Hufflepuff, habría llamado loco a la persona -responde Graham-

—Las serpientes no son tan malas como muchos dicen  -comenta Cedric-

—Las águilas no son tan insufribles cuando las conoces -continua Blaise-

—Los tejones no son tan indefensos como aparentan -aporta Macmillan-

Todos dieron un pequeño brindis por el avance de la comunidad mágica, pues todos querían cambiar la situación cuando llegarán a tomar sus puestos como cabezas de sus familias.

Mientras tanto, Granger había llegado al castillo y rápidamente busco a un profesor para informar, al primero que se topó fue a Snape (que parecía ir rumbo a las mazmorras), que al escuchar todo solo suspiro, ver que Harry parecía seguir los pasos de su desastroso padre lo hacían sentir jaqueca.
Luego de despedir a la chica y de encargarle informar a McGonagall, se encargo de buscar al chico, encontrandolo cerca del pasadizo secreto que llevaba a Honeydukes, Harry estaba sudoroso y cansado debido a la carrera;  no le ayudo mucho que lo primero que se topará fuera la cara de Severus.

—Potter, raro encontrarte aquí; después de enviarte a la torre de Gryffindor -el ojiverde no responde-. Sígueme.

Ambos caminaron hasta el despacho de Severus, el lugar seguía casi igual a la última vez que estuvo ahí; lo único nuevo eran unos frascos que tenían más criaturas sumergidas en  sustancias que el mismo Potter desconocía.

—Siéntate. -ordena mientras se masajea las sienes-

El pelinegro hizo caso al saber que ese gesto significa que podría salir o muy bien parado o muy mal parado de ahí.

—La señorita Granger me ha contado algo muy extraño, Potter -no hay respuesta- me ha comentado que se encontró con Weasley en la Casa de los gritos, y este estaba solo -Harry no dice nada-. La señorita me ha dicho que estaba discutiendo con Weasley, cuando presenció una extraordinaria aparición, ¿Se te ocurre que puedo ser, Potter?

—No -responde tratando de aparentar curiosidad-

—Tu cabeza flotando, Potter.

—Si Hermione se sentía mal debió ir con la señora Pomfrey -responde-

—¿Qué estaría haciendo tú cabeza en Hogsmeade? Tu cabeza no tiene permiso para ir a Hogsmeade, ninguna de la partes de tu cuerpo, en realidad.

—Lo sé, seguramente Hermione está muy cansada por tanto trabajo que comienza a tener alucinaciones.

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