Máx 32.

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32 años. Amable y atento. Bastante guapo diría yo, a pesar de que tiene la casa muy oscura, pero limpia y huele bien. Lo de Máx se cae nada más llegar, porque me recibe presentándose como Carlos y con un beso eterno con lenguas, al que no renuncio. Se ha lavado la boca justo antes de llegar yo y huele a ducha. Sabe besar el muy jodido. Hasta me disculpo por venir de trabajar con olor a comida. A él o no le importa, o no se da cuenta de ese detalle. Me ofrece una copa de vino y antes de que pueda dar dos sorbos, está de rodillas delante de mí. Veo en el suelo los cien euros del tanga. Sabía que estaría así. A él, le ha gustado, se aplica en lo que me hace con la boca. Sabe besar ahí también. Me doy prisa en sacar con una mano del bolso los condones, para no derramar el vino de la copa que tengo en la otra mano. Se me cae la caja al suelo y el bolso la sigue. Coge la caja al aire y la abre sin dejar de hacer lo que tan bien sabe hacer. Antes de darme cuenta, se ha puesto uno y se levanta. Me sorprende que no voy a tener que enseñarle si yo también se hacerlo tan bien como él, porque me da la vuelta y me atrapa contra la pared. Bebo casi todo el vino que queda en la copa, justo antes de sentirle entrar. Poderoso. Muy poderoso. Me aplasta contra la pared embistiendo.

Serán las ganas que traía, lo a gusto que me ha hecho sentir desde que he llegado a su casa o que estoy cachonda por lo que ha pasado en el restaurante, que más da. Igual es que estoy pensando en Amarillo que ahora mismo estará disfrutando tanto como yo. Puede que sea que he pensado en el señor Mal, follando se a esa preciosa chica, pero el Carlos este sabe hacer todo bien. Estaba ya embistiéndome bastante rápido y fuerte desde atrás y he empezado a sacar el culo, a separarlo de la pared. Yo solo quería dejar la copa de vino vacía en el suelo. Él ha acelerado, sujetándome con las dos manos del culo y clavándose más adentro y más fuerte. La copa lo ha pagado al caerse. Yo he apoyado las dos manos en la pared. ¿Qué me faltaba algún detalle para tenerlo todo?. Pues nada, que me ha agarrado del pelo con una mano y me ha azotado con la otra. A la mierda, que esto ya es la guerra.

Me he girado y he saltado sobre sus caderas metiéndole la lengua en la boca hasta el esternón. La penetracion así, siempre me completa más y lo siento más intenso. Él ha dado un paso adelante, aplastando mi espalda contra la pared.

-. ¿Si grito mucho te vas a asustar?.

-. No. Los vecinos son muy mayores y están todos sordos. Lo único que puede pasar si empiezas a gritar, es que me corra.

-. Pues lo digo porque en esta postura, no voy a aguantar mucho antes de correrme.

-. Dale…

Mi primer grito, ha sido un “Dios” como un templo. Creo que después me he cagado en su madre. Luego, le he insultado. En ese momento, me ha sorprendido. Me ha pedido que le escupiera… Lo he hecho. Jamás había escupido a nadie, pero ¿si él, me estaba llevando al orgasmo y quería eso, por que no?. Enseguida lo he entendido. En cuanto he dejado de gritar, me ha bajado al suelo, de rodillas. No me ha escupido saliva. O este tío llevaba sin correrse desde que España ganó el mundial, o es un portento. Qué monumental corrida, la suya.

Nos hemos recuperado, bebiendo a morro lo que quedaba de vino en la botella. Al parecer, la copa que adorna ahora su pasillo en cachitos, era la última que le quedaba. Me ha acercado una toalla, y menos mal que era bastante grande, para limpiarme su semen de la cara y del pelo. Lo de la pared, lo deberá limpiar mañana, con los restos de la copa. Después hemos ido a la cama y nos hemos desnudado los dos. Mucho más tranquilos, le he podido enseñar, que sé besar yo también. Yo he sabido que eso que me daba tanto placer antes, era una polla bastante fea a la vista, pero gruesa y de suficiente longitud. Le he puesto otro condón y me he subido sobre él. Ahora sí que puedo pensar más despacio. Vacío mi mente de todo y situo en el centro, la habitación blanca de Villa Lola y en la cama blanca, a Amarillo desnuda. La imagino a cuatro y a mi hombre, al hombre de mis sueños, detrás. Cuando consigo imaginar eso con todo detalle, me pongo yo a cuatro en la esquina de la cama. Carlos, se pone detrás.

Me he ido de su casa a las tres y media de la mañana. Me río al pensar que hemos gastado tres condones, porque es mentira. Gastar gastar, no hemos gastado ninguno. Las tres veces Carlos se ha corrido sin condón, pero al menos en las dos últimas, estaba yo haciéndole mi mejor mamada. Hasta para correrse, es bueno Carlos. Antes de irme, le he preguntado si tal vez, otro miércoles… Ha dicho que comprará copas.

El señor Mal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora