Atenciones.

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Al menos hasta que escucho el motor del Mercedes a las once y cuarto. No sé bien por qué, pero me troncho de risa cuando saco la cuenta mental de la hora y me doy cuenta de que es algo pronto. Normalmente, el casting de zorras, no suele terminar antes de las once y media y se tardan diez minutos en venir del restaurante aquí. Dejo de mirar el teléfono y enciendo la tele.

Estaba quedándome dormida en el sofá, cuando han llamado a la puerta. He mirado la hora extrañada y son las doce menos diez. Nadie suele venir a mi casa a estas horas, pero recuerdo que mi amiga Almudena, iba a venir un día de estos de Londres, donde vive. Es la única que podría venir a llamarme a la puerta. Salgo a abrir. Muero. Literalmente me siento morir.

En la cancela de mi casa hay un hombre de metro noventa de pie, con las manos en los bolsillos del pantalón de un traje caro. Tiene los ojos tan azules, que iluminan toda la fachada de mi casa y una sonrisa que me funde el corazón. No me sale ni una palabra. Absolutamente nada.

-. Buenas noches, Tania. En el restaurante me han dicho que te has puesto enferma y estaba preocupado. Necesitaba saber si estás mejor o si necesitas algo. Espero que no te moleste que haya parado de paso a mi casa, para interesarme…

-. Eh.. No.. Claro que no.. Sí, bueno. Sí, quiero decir. Claro que estoy mejor. Perdona, ¿Cómo sabes tú que vivo aquí?.

-. Oh. Tania. Disculpa.

Hace un gesto con las cejas, señalando mi coche. Ve todos los miércoles el coche, en el restaurante y sabe que vivo en este pueblo. Lo ha deducido.

-. No, nada. Tranquilo. Tengo que agradecerle mucho que se interese, pero ya estoy mejor.

-. Tania, no estás trabajando. ¿Podrías tutearme?. Me resulta tan frío que me trates de usted… Entre tú y yo…  No quiero que te sientas violentada.

¿Violentada por tratarte de tú?. ¿Voy a tener que recordarte que la semana pasada te escogí yo a la zorra que te follaste?.

-. Claro, Maldonado. Pero en serio, que no es necesario todo esto. Estoy ya mucho mejor. Habrá sido algún pequeño desajuste y me sentía cansada. He dormido algo y ya estoy bien.

-. Javi. Llámame Javi, por favor.

-. Gracias entonces por preocuparte, Javi. Ha sido un detalle.

-. Quiero hacer algo. Toma esto y si cualquier cosa no va bien, siéntete libre de llamarme cualquier día, a cualquier hora. Aquí estamos un poco aislados y yo, podría estar aquí en dos minutos.

Me ha dado una tarjeta de visita y se ha dado la vuelta subiendo al coche. No sé si es que no quería molestar más, o que estaba ansioso por llegar a su cita de los miércoles por la noche en Villa Lola. En la tarjeta solo ponía Maldonado y un número de teléfono. Media hora después, me he dado cuenta de mis errores. Todo lo que he hecho para huir de él hoy, no ha servido de nada. Da igual que no haya dado el servicio esta noche. Estoy en el sofá, masturbándome, pensando que ahora él, está follándose a otra y peor aún. He salido a la cancela con el puto peor pijama que tengo. Si él alguna vez se podía haber planteado algo conmigo, a partir de verme así, estoy segura de que jamás volverá a darse esa situación.

Que le jodan. Eso no, que seguro que se lo están haciendo. Que le den. Que le den y que me jodan a mí. Que aparezca un tío así, como él, pero que sí pueda tener algo conmigo. Termino de masturbarme. Me relajo. Me quedo dormida en el sofá.

Cuando abro los ojos es demasiado de día. Miro el reloj que me escupe que son casi las once del mediodía y que me he vuelto a quedar frita en el sofá. Recuerdo que anoche él, estuvo en la cancela de mi casa y sonrío. Voy al baño a mear, pero llaman a la puerta. Tiene que ser Pablo, el panadero. Me deja todos los días una barra pequeña en un buzón, al lado de la cancela y a primeros de mes, llama para cobrar. Una mierda, ya podía ser Pablo.

Cuando abro, hay uno de los esbirros de Maldonado, en la puerta de mi casa. Solo me dice que eso, es para mí. Me deja en el suelo una enorme cesta y se da la vuelta. Sube al coche y desaparece.

Parece que hoy, ese matón de Maldonado, primero ha tenido que devolver a la chica de turno y después, le han encargado comprarme una cesta generosa de frutas y verduras con un ramo precioso de flores de colores. Estoy flipando. Literalmente, alucinando. Me cuesta levantar la cesta para meterla en casa, pero cuando lo consigo, me detengo a mirar las flores, a olerlas. Narcisos, calas, margaritas, una rosa blanca, dos rojas, lirios…  ¿Azahar?.

Hay una nota con las flores: He intentado duplicar tu aroma con las flores. No sabía como meter el café…  Espero que estés mejor. Javi.

El puto Black Opium. Pongo la cafetera y voy al baño a por el frasco. Cuando vuelvo a la cocina, el aroma de las flores se está mezclando con el café. Pulso un poco el vaporizador del perfume. Tampoco nos volvamos locos, que cuesta una pasta. Con media pulverización tiene que valer. Qué cabrón. Huele muy parecido. Le habrá hecho una lista al matón, para que buscara las flores, hasta que las ha encontrado todas. No, espera. La tarjeta es de una floristería de Madrid. La busco en Google. A tomar por el culo, que es la más cara del barrio de Salamanca y están especializados en pedidos “ especiales “. Sé que tengo que decirle algo a él, pero marco el teléfono de esa floristería y hago una consulta peculiar. Directamente, pregunto cuanto cuesta que repliquen un olor de algo con flores. Ni se han inmutado. La chica que me atendía, ha respondido que las fragancias comerciales, a partir de seiscientos euros. Otros aromas, bajo presupuesto.

Ha llamado esta mañana y ha encargado las flores que replican el aroma de mi perfume. Ha mandado a su secuaz a por el ramo con seiscientos euros y ya de paso, cómprale una cesta de mangos, cerezas, fruta de la pasión, maracuyá…  y coles, espárragos, guisantes baby…

Vuelvo a llamar. Antes de que coja, cuelgo. No lo había pensado, pero seguramente, esté durmiendo. Seguro que no hace dos o tres horas que se ha quedado solo y estará agotado. Me sirvo el café y suena mi teléfono. Es él.

-. Buenos días, Tania. ¿Qué tal te has despertado hoy?. Espero que estés ya mucho mejor.

-. Buenos días, Javi. Sí, gracias. Estoy completamente recuperada. Te había llamado, pero he colgado al pensar que estarías descansando.

-. Suelo despertarme pronto siempre. No soy de dormir en exceso. Estoy ya paseando por la finca. Los jueves por la mañana me gusta descansar a mi manera, dando largos paseos o sentándome para observar la naturaleza, sin más.

-. Javi, quería agradecerte las flores y las frutas, pero creo que no es necesario para nada.

-. Por supuesto que es necesario y además, no es nada en comparación con lo que tú haces por mí. Me sentía en deuda y ayer me preocupé mucho cuando supe que estabas enferma. Si no fuera un  cobarde acomplejado, me habría presentado en tu casa en cuanto me enteré.

-. No estás en deuda conmigo. Yo solo atiendo tu servicio los miércoles, lo mejor que sé hacerlo. Entre tú y yo, solo hay mi trabajo.

-. Pues eso tiene que cambiar. Tengo que hablar contigo y esta es la mejor oportunidad. En dos horas va a buscarte un chófer y comeremos los dos en Villa Lola.

Ha colgado. No me ha dado opción de decirle que no voy a ir, que no puedo. Que no quiero. Iba a decirle que entre él y yo, no hay nada ni va a haber nada más que un trato profesional de mí hacia él. Me he quedado mirando el teléfono, queriendo volver a llamarle para decirle que no me haga esto, que no insista en su juego. Necesitaba decirle que todo esto me está afectando para mal. Que ayer no estaba mala y sencillamente me aterrorizaba volver a atender su servicio. Que hace una semana me follé a un tío solo por desquitarme de lo que él me había provocado. Que mientras aquel hombre me follaba, yo estaba pensando en él. No lo he hecho. En su lugar, he ido a ducharme.

El señor Mal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora