Casa.

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La excitación de ese momento, le ha durado hasta las nueve y media de la mañana. Hasta ese preciso momento, no ha parado. Nunca había oído hablar que dos personas pudieran follar tan duro, tan salvaje, tanto tiempo y que eso pudiera dar tanto placer. Verle así, sentirle así y más, que fuera solo por mí, me ha enloquecido y solo podía responder con la misma moneda. Daba igual quién estaba encima y quién debajo. Daba igual si él tenía la polla en mi culo, en mi boca o en mi coño. Si él no lo estaba dando todo, era yo la que le embestía con todo.

Al final, estábamos tan agotados, tan exhaustos, follando en la entrada de la casa en el suelo, que apenas podíamos hablar, pero seguíamos rimando nuestros sexos. Le he pedido que se corríera detrás. Me ha vuelto a tumbar esta vez en el suelo, boca abajo. Ya ni había que dilatar nada. Me la ha metido y se ha esforzado hasta correrse. Yo también. Se ha caído sobre mí. Nos hemos quedado quietos y he visto la hora, por que él no me dejaba moverme con su peso sobre el mio y solo veía un reloj de pared. Carmen ha venido y le ha preguntado si estaba bien. Él, le ha ordenado a Carmen llamar al chófer, para llevarme a mi casa. Aún estaba dentro de mí, después de correrse en mi culo. No ha sido capaz de de hacer un gesto para salir y yo deseaba tanto que todo siguiera así, que tampoco podría hacer nada para sacarlo. Tampoco quería hacer nada para que saliese de mí por que disfrutaba mucho de sentir como su erección se perdía, estando clavado ahí.

Cuando me sacaba el chófer de la casa del mal en brazos, con una camiseta de él, seguía tumbado en el suelo. Que se joda. No. Que le den. Le he mirado hasta perderle de vista y he sentido compasión. Es extraño.

Ha venido. El muy cabron ha venido a mi casa.

He dormido en el sofá, hasta las siete de la tarde. Cuando he podido levantarme para ir al baño, he visto que el chófer, ha colgado mi ropa con cuidado en el gabán de noche de mi dormitorio. Si he entrado al dormitorio, ha sido para mirarme de cuerpo entero en el espejo, para sorprenderme de no tener ninguna marca, del sexo que tuve anoche. Del sexo que empecé a tener anoche y he tenido hasta esta mañana. Pienso en eso y le dedico tiempo para no olvidar y recordar cada detalle de la noche de sexo más gratificante de mi vida. Mirándome en el espejo, me siento mejor, me siento viva y deseable. Me siento deseada.

El Mal, tiene cada semana a una profesional a su disposición y cualquiera puede intuir lo que hace con ellas. Sé que ayer estuve a la altura de él y de ellas. Si no puedo tener nada más con ese hombre, al menos he cumplido la fantasía de ser su profesional una noche. En la cocina, al lado de una cesta enorme de fruta, hay un sobre amarillo que anoche no había. No lo he abierto, pero he pensado en eso mientras comía fresas, cerezas y un mango. ¿Qué vale alquilar mi cuerpo una noche?. ¿Cuánto cuesta usarme durante casi diez horas?. ¿Qué plus, debería pagar para follarme el culo, después de que eso ha sido todo un tabú más de diez años?. Me da igual. Si no me hubiera pagado, me sentiría igual de bien. Le dije que iba a cobrarle el doble que sus zorras, solo para que él se sintiera libre de ser él. Le di todo, solo por sentirme libre de ser yo.

Creo que obtuve yo más placer que él. Volvería a hacerlo.

El señor Mal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora