Ibiza modo off.

34 6 1
                                    

Creo que hoy he aprendido que esto, va a ser el resumen de mi vida sexual a partir de ahora. El único tipo que podía interesarme, apareció en mi vida y la atracción que sentíamos uno por el otro, era correspondida, pero vaya. Él es un mafioso y no quiere amar a nadie. De mí solo quiere que me corra delante de él y que le elija a las chicas que se folla. Quiero morirme. No es una frase vacía. Esta tarde, lo que quiero es dejar de vivir, dejar de sentir y sobre todo dejar de amar. Porque acabo de darme cuenta de que amo a ese maldito hombre. No ha dicho ni una palabra cuando me he ido. Cuando me he levantado de la silla, se ha quedado mirándome con mucha pasión, pero ha dejado que me diera la vuelta. He recogido mi ropa del suelo, enseñándole mi cuerpo por detrás dos veces. Su polla iba a reventar los vaqueros, pero nada. Ni una palabra, ni un gesto. He empezado a caminar hacia la salida y le he dejado en la silla. Cuando el coche arrancaba, le he visto salir de la casa. Podía haber ordenado que el coche se detuviera. Nada.

El domingo por la noche, después del servicio de cena, hablé con Carlos. Le dije que estoy mal. Le pedí que me diera de baja, que necesitaba replantearme mi vida. Carlos me quiere mucho y me dijo, que me tomara unos días libres, que él se hacía cargo. Yo le dije que no, que mejor me iba una temporada. Él se ofreció a darme trabajo cuando quiera o lo necesite. Estoy preparándome para marchar de este pueblo una temporada. No he pensado nada más. No sé ni cuanto tiempo, ni a dónde ir. Sé que necesito irme.

La noche del miércoles escuché dos veces, pasar el Mercedes de Javi, en dirección a su casa. No me importó. No me afectó. Lo esperaba y ocurrió sin más. El señorito necesita hacer deporte los miércoles por la noche. El coche salió de la casa a las ocho y media de la mañana. Buena sesión, enhorabuena, señor Marqués de Sade. Espero que lo haya disfrutado. El jueves esperé en casa hasta las nueve de la noche. Cogí mi coche y fui a Madrid. Nadie o casi nadie sabe, que tengo una parcela de garaje en propiedad en Barajas, a cuatro kilómetros del aeropuerto. Dejé el coche allí y cogí un avión, a las once, a Ibiza. Mi amiga Marian vive en la capital de la isla. Le llamé desde el aeropuerto. Cenando esa noche, tuve que decirle que otro tío me había partido el puto corazón, aunque pude hacerlo sin darle más detalles.

Hoy, he llamado al panadero, al frutero y al cartero. Son los que tienen que saber que mi casa está vacía, para que no lo parezca. Seguirán pasando por allí y entrando y saliendo de la finca para que nadie sospeche que está abandonada. Si ven algo extraño, me llamarán. He encontrado trabajo en un restaurante de una cala. No es nada, pero me mantendrá ocupada y el dinero que me paguen, se lo daré a Marian. No salgo, no hablo con gente, ni hago nada. Me levanto y voy a trabajar. A pesar de que tengo horario partido, trabajo seguido desde que entro a las doce, hasta que salgo a las once de la noche. Voy a casa y me meto en la cama. Bueno, en el sofá.

Mi vida sexual ha desaparecido por completo. Anoche, Marian se trajo a casa un tío y se metieron en su habitación. He estado escuchándoles follar hasta las cuatro de la mañana. Ni lo he pensado. Ni lo he envidiado. Ni lo he sentido. Me da igual. Hasta hubo una fase que me hizo gracia, cuando Marian empezó a gritar. Supe que se iba a correr otra vez. Me toqué el coño y estaba seco. Pensé : Mi coño ha fallecido. Tengo que celebrar su entierro.

Hoy, los últimos clientes se han ido de la sala a las once y media. He salido a la cala con una cerveza y me he sentado en la arena mirando al mar, sola. He vuelto a fumar. No fumaba desde que vine a Ibiza hace semanas. Hoy he fumado con esa cerveza. Mi coño ha muerto, es su funeral y se merece una birra y un cigarrillo. He ido a casa, al sofá y he dormido. Sé que me tengo que marchar de aquí. Lo que no sé es donde poder estar bien, donde podría recuperarme. He tomado una decisión absurda. Pero, ¿yo qué sé? .

He pasado toda la mañana en el ordenador del restaurante, organizando mi currículum y enviándolo a todos los mejores restaurantes de Madrid. Estoy segura de que ninguno me va a aceptar, pero al menos, eso me ha mantenido ilusionada toda la mañana. Si alguien me pregunta ahora, qué es lo que quiero, ya tengo algo más claro que cuando vine. Ahora no quiero nada, porque querer algo en mi caso, siempre termina mal. Cuando llegué a la isla, habría contestado que quería que un día, apareciera él a buscarme, a decirme que se había equivocado, que me necesitaba. Que me amaba... Hoy no quiero nada. Si me llaman de uno de esos restaurantes, me alegraré. Si no, no. Punto. Al llegar por la noche a casa, hago las maletas. Marian vuelve casi a la una y le cuento que mañana me voy de la isla. No pregunta, no se alegra. No se apena. La entiendo. Le abrazo y le digo que la quiero. Madrid me espera. Vuelo.

El señor Mal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora