ADVERTENCIA: este capítulo incluye contenido sexual, violencia explícita y dubcon (es decir, consentimiento dudoso). También... incluye la muerte de un animal; pero ya saben que soy animalista y con corazón de pollo y nunca podría escribir crueldad hacia un animalito, así que la escena en sí no considero que sea demasiado fuerte y solo lo menciono por si acaso. Con esto aclarado, ¡espero que lo disfruten!
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Anduve sin un rumbo fijo por horas, dejándome llevar a dondequiera que me acarreasen los pies, reconsiderando mis reducidas opciones cada vez que la abulia me lo permitía.
Volver con Dana Joan estaba fuera de discusión. No podía permanecer a su lado mientras mis transformaciones continuasen siendo tan asiduas y difíciles de predecir. No solo la arriesgaba a ella, igual que esa mañana, sino que Quién como Él ya estaba tras mi pista y un solo paso en falso le daría motivos para actuar. Odiaba temerle... pero nuestro último encuentro me había dado razones para toda la eternidad venidera de no dudar jamás de mi buen juicio al evitar cruzarme en su camino.
A altas horas de la madrugada, errante y desorientado, llegué casi por instinto al único sitio que conocía bien en la ciudad: la playa. No me adentré en la arena y en cambio me quedé bajo las farolas que iluminaban el sendero de adoquines flanqueado de arbustos y bancas que recorría la costa. Arrastré con mis últimas fuerzas mis pies cansados y adoloridos y me desplomé en la banca más próxima, con la vista en el mar. Este poseía un encanto abstruso; en especial por la noche. El océano negro fundido con el cielo infinito conformaba un vacío intimidante, pero la penumbra ocultaba a su vez la inmensidad espantosamente grande del mundo y hacía que esta resultase menos abrumadora; mientras que el sonido de las olas aplacaba el de mis propios pensamientos y me permitía un poco de paz.
Aun así, por encima de cualquier otro sonido el de mi propia culpa se hacía oír a los gritos. Había abandonado sin explicaciones a Joan con su padre enfermo, aún después de la promesa que le había hecho. Mas ya no iba a necesitar de su asilo. Y el trato se mantenía sólo mientras me albergase en su casa... ¿no? Al menos... de eso quise convencerme para limpiar mi consciencia; aunque no evitó que el remordimiento bullera en mi pecho con un burbujeo que me ahogaba.
Por si fuera poco ahora estaba vulnerable. Me agradasen o no, la presencia humana fungía como una suerte de manto bajo el cual estaba a salvo. Nadie se atrevería a atacarme en un sitio repleto de testigos humanos y despertar con ello la ira de Los Siete; pero solitario era como el miembro rezagado de una manada y el paisaje desierto alrededor me convertía en una presa en campo abierto y vaticinaba el acecho de los depredadores. Dame me había recomendado no pensar en Portos mientras no estuviese seguro de que no le revelaría con ello información vital sobre mi paradero, así que lo evité a toda costa. Mismo caso con Angios y con Balamut, o cualquier otro demonio. No obstante, había uno entre ellos con quién tenía asuntos pendientes que no pretendía hacer esperar más.
Intenté evocarlo en mis pensamientos; visualizar su verdadera forma para establecer un vínculo con él. Hacerlo me costó más de lo esperado. Finalmente, cuando tuve una imagen clara, lo llamé mediante mis pensamientos:
«Gael'imer. Es tu príncipe y señor quien te invoca. Yo, Mephistopheles, te apresto a comparecer ante mi presencia».
«Oigo y obedezco, mi señor», respondió este al acto.
No hube de hacer otra cosa sino aguardar; aunque me impacientó el largo silencio que sobrevino a su respuesta.
Y luego me percaté de que un hombre vagabundo de anciana edad había ocupado sitio junto a mí en la banca. No le vi venir y me mantuve alerta. No deseaba otro desagradable encuentro con personas como las que habían intentado robarme la última vez que erré a solas por Gaea. Mas el hombre a mi lado lucía frágil.
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Los Dos Caídos
FantasyLucifer ha castigado a su demonio más amado... convirtiéndolo en humano. Mephistopheles, el príncipe de los demonios, pasa su existencia inmortal víctima de la apatía, llevando a cabo en la Tierra la tarea de pactar almas para Lucifer, soberano de I...