Capítulo 3

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CAPÍTULO 3: La presión social desarma a cualquiera.

Estaba tirada en el blandito puff color púrpura de Lilith mientras esta revoloteaba por su cuarto, entrando y saliendo del vestidor anexo a este, sacando y metiendo ropa a la vez que trataba de encontrar el outfit perfecto para la próxima semana, ya que empezaban las clases.

Eché la cabeza hacia atrás y resoplé.

—Es solo un instituto, no la semana de la moda de Nueva York —dije rodando los ojos—. En la que estoy segura que has estado.

Lilith asomó la cabeza por la puerta corredera del vestidor y soltó una risita que sonó a campanillas.

—La de París es mejor, pero no tanto como la de Milán...

—Déjame adivinar —la corté antes de que pudiera seguir diciendo ciudades chic que celebraran dicho evento—. También habéis vivido en todos esos sitios.

Lilith esbozó una sonrisa juguetona y volvió a desaparecer entre su ropa.

—Oh, si esto te parece mucho...

Me sobresalté por aquellas palabras. Jude estaba apoyado en el marco de la puerta como si llevara allí bastante tiempo y no nos hubiéramos dado cuenta.

Alcé mucho las cejas.

—No me digas que puede llegar a ser peor —dije muerta de risa, e inmediatamente después tuve una camiseta de rayas impactando en mi cara.

Miré a Jude. Él también había recibido la rápida colisión de un pantalón de chándal en el rostro. Lilith podía ser muy delicada y muy letal al mismo tiempo.

—¡Las primeras impresiones son muy importantes! —gritó esta desde algún punto de su vestidor y, aunque no podía verla, imaginaba a la perfección cómo sacudía la cabeza en señal de impotencia, como si nosotros no entendiésemos cómo funcionaban las cosas para ella.

Pero si las primeras impresiones importaban tanto, ¿por qué ahora éramos amigas tan solo dos semanas después de haberle cerrado la puerta de mi casa en las narices?

Yo había estado demasiado tiempo obcecada en no tener ningún tipo de relación con nadie, y Lilith simplemente había llegado y prácticamente me había obligado a ser su amiga. Aunque luego había resultado que apreciar a ese pequeño ser de luz, con su carácter chillón y su brillante sonrisa en su bonita cara, era más fácil de lo que había pensado en un principio. Había ayudado que tanto ella como sus hermanos parecían almas solitarias que no se relacionaban con demasiadas personas a la vez. Yo lo atribuía a sus raíces, ya que había descubierto que eran originarios de Alemania, pero que habían vivido en quince países durante los últimos diecisiete años. Su padre era muy carismático, pero también muy reservado, y lo único que Lilith me había contado sobre él era que era un miembro muy destacado de la policía secreta y que por eso viajaban tanto, instalándose en diferentes lugares según el caso en el que estuviera trabajando en el momento. Aunque según Lilith, planeaban quedarse en Hastings durante un largo periodo de tiempo, y por algún motivo, me gustaba que fuera así.

Sobre su madre, solo sabía que se llamaba Lexa y que llevaba muerta mucho tiempo. Había un marco enorme y dorado con una fotografía suya a todo color colgado en uno de los pilares de la planta baja. Sonreía a la cámara de oreja a oreja con el viento agitando su melena rubia mientras, detrás de ella, las olas de una playa paradisíaca rompían en la orilla y los pájaros volaban en la distancia. Era hermosa, igual que toda la familia al completo. Y si Jude y Lilith eran la viva imagen de su padre, con su cabello oscuro y sus rasgos afilados, Hades era clavadito a su madre, de ojos azules, cabello claro y pómulos marcados.

Y como si de alguna forma hubiera notado que estaba pensando en él, Hades pasó por delante de la habitación de su hermana echando un vistazo a su interior. Y como si de alguna manera yo hubiera notado su silenciosa y efímera presencia, mis ojos volaron hacia él y se clavaron en su rostro durante el escaso segundo en el que tardó en volver a desaparecer.

No habíamos vuelto a hablar desde que había aporreado la puerta de mi casa para exigirme explicaciones después de haber tratado mal a su hermana. Sospechaba que estaba resentido conmigo, pero... ¿por qué tendría que estarlo cuando la propia víctima ya me había perdonado?

Ese pensamiento solía rondar por mi cabeza más de lo que me gustaba admitir, sobre todo porque su recelo hacia mí me provocaba una cierta ansiedad que... no sabía por qué, pero lograba estremecerme a veces. Era patética convenciendo a Lilith de que pasáramos la mayor parte del tiempo en su casa con el único objetivo de poder ver a Hades aunque fuera de refilón, como aquella vez. Porque lo cierto era que no había olvidado todo lo que había sentido al verlo por primera vez, y aún no había logrado encontrar una explicación coherente que me convenciera de verdad sobre por qué, después de ese subidón de adrenalina que había experimentado al conocer a Hades, no podía recordar absolutamente nada de lo que había pasado en las horas posteriores. Y eso, sinceramente, me estaba volviendo un poco loca.

Y me sentía como una acosadora; una acosadora de pacotilla, claro, porque me había prohibido mirar por mi ventana hacia la suya, y reprimía mis deseos de hablar con Hades cuando nos cruzábamos por su casa o de buscarlo en cada habitación cuando hacía mucho tiempo que no lo veía. Pero, desde que lo había conocido, no dejaba que Hades se fuera de mi cabeza.

Jesús, pensar en ello me convencía de que definitivamente estaba más paranoica de lo que me sentía. Mi amiga Julie (la única que me quedaba después de mi desaparición forzosa y la única persona en el mundo con la que tenía la confianza suficiente como para contarle por teléfono mi pequeña obsesión por el chico), insistía en que solo estaba en las primeras fases del "enamoramiento" y que lo que sentía era totalmente normal, aunque yo sospechaba que en el fondo ella también pensaba que se me estaba yendo un poco de las manos.

Tal vez mi madre tenía razón y, a pesar de que debía tener cuidado para no ser reconocida, debería empezar a salir un poco más. Los pocos paseos que dábamos Lilith y yo por el barrio ya no me servían de desahogo tanto como antes.

—Deberíamos ir al cine.

Mis ojos volaron hacia Jude cuando sus palabras me sacaron del trance en el que estaba. Todavía alucinaba con la manera que tenían esos hermanos de saber exactamente lo que necesitaba en cada momento, como si pudieran leer mis pensamientos en determinadas ocasiones... ¿o tal vez era que estábamos en sintonía? Lo cierto es que era muy raro, pero ya me estaba acostumbrando.

Me encogí levemente de hombros a modo de respuesta, como si fuera algo a lo que no le diera mucha importancia. Porque no, ningún adolescente teme por su vida por ir al cine o dejarse ver en sitios donde haya mucha gente. Pero yo sí, y tenía que disimularlo.

—Entonces... ¿vamos? —preguntó Jude, a quien no le había quedado muy claro si mi encogimiento de hombros era un sí o un no.

Lilith soltó un grito ahogado mientras salía del vestidor con los ojos fijos en su teléfono móvil de última generación.

—¡Hoy se estrena una peli de romance paranormal!

Noté cómo Jude fusilaba a su hermana con la mirada y tuve que hacer acopio de todo mi autocontrol para no poner los ojos en blanco. Los chicos y su masculinidad frágil... Ni que ver una peli de amor les hiciera menos hombres.

Cuando Lilith alzó la mirada y encontró la de su hermano, que parecía querer matarla literalmente, añadió:

—Relájate ¿quieres? Es un romance paranormal entre un brujo y una humana.

—Eso, Jude, relájate —la apoyé, en parte porque se lo debía, y en parte porque la actitud de su hermano me parecía ridícula—. Un poco de amor no hace daño a nadie.

Cuando este se giró hacia mí, su expresión había cambiado por completo y parecía esperanzado.

—¿Eso es un sí?

Dos pares de ojos se clavaron en mí como si mi respuesta fuera a determinar el rumbo del universo, o mejor, a revelar la fórmula secreta de la Coca-Cola. Suspiré sin darme cuenta. Ya se me estaban agotando las excusas para no aceptar los planes que requerían salir de casa... Y, pensándolo bien, me apetecía un montón.

Lo sopesé un segundo.

—Está bien —dije al fin, arrepintiéndome al instante.

Los secretos que intentamos guardarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora