Capítulo 9

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CAPÍTULO 9: Del amor (o la obsesión) al odio solo hay un incómodo encuentro nocturno.

Una hora antes de que nuestros padres llegaran a Londres recibí un mensaje de Julie para comentarme que se había enterado de a qué hospital habían llevado a mis abuelos, por lo que inmediatamente llamé a mi madre para decírselo.

Los hermanos pidieron comida a domicilio, pero sobró la mitad porque Hades no bajó a comer y a mí se me había cerrado por completo el estómago de puro nerviosismo, que no se me alivió hasta que mi madre volvió a llamar para informarme de que, milagrosamente, mis abuelos seguían vivos.

No entró en detalles porque ni siquiera ella sabía aún el estado en el que se encontraban, solo le habían dicho que ambos habían sobrevivido a las llamas y que debían quedarse ingresados por un tiempo que, por ahora, era indefinido.

El altísimo nivel de tensión que había experimentado en mi cuerpo durante las últimas horas se desplomó y por fin pude volver a respirar, porque hasta entonces había tenido la horrible sensación de tener la cabeza bajo agua estancada todo el tiempo.

A partir de entonces las horas empezaron a pasar rápidamente, y cuando empezó a oscurecer hicimos unas hamburguesas para cenar.

Lilith me había cedido su cama durante el tiempo que tuviera que pasar allí, por lo que ahora ella dormía en la habitación de su padre, al final del pasillo.

No fue hasta el segundo día que dejaron a mi madre entrar en la habitación de mis abuelos. Por lo visto sus diagnósticos no habían sido tan graves como podría esperarse de dos ancianos que se habían quedado encerrados dentro de una casa en llamas; ambos habían acabado con quemaduras de segundo grado en el veinte por ciento del cuerpo. Que no es que fuera poco, es que yo había decidido tomar una posición catastrofista y asumir que el estado de mis abuelos sería pésimo para prepararme mentalmente para lo peor.

Bueno, al menos ahora sabía que se pondrían bien. Ya no tenía que temer por ellos, pero aún me preocupaba la integridad de mi madre. Trataba de disimularlo, pero estaba claro que se me notaba a leguas.

Lilith y Jude estaban poniendo todo de su parte por ayudarme a no pensar demasiado en la situación en la que me encontraba, cosa que agradecía inmensamente, aunque eso supusiera tener que pasar horas jugando a juegos de mesa o dando paseos por el barrio, los cuales me aseguraba de que fueran cortos y de que no requirieran alejarnos demasiado de su casa.

Al tercer día Lilith decidió que tendríamos una tarde de chicas, así que baneó a Jude de todos los planes a pesar de este mostrar su descontento. Ya habíamos hecho smoothies de fresa y plátano para proceder a bebérnoslos tomando el sol en la terraza disfrutando de las vistas al mar, nos habíamos pintado las uñas la una a la otra (en realidad las mías fueron las únicas que quedaron decentes, pues Lilith tenía una precisión envidiable mientras que mis manos temblaban irremediablemente) y ahora estábamos tumbadas en el sofá del salón viendo una peli romántica un poco absurda en la que los protagonistas no tenían mucha química, pero que al parecer había conseguido absorber a Lilith lo suficiente como para que no despegara los ojos de la pantalla.

Me incorporé para alcanzar el cubo de palomitas que había sobre la pequeña mesa de cristal y, entonces, lo vi.

Hades estaba en la cocina apartándose en un plato algunas sobras de los días anteriores. La expresión de su cara era dura como el cemento, mantenía la afilada mandíbula apretada y las cejas muy juntas, como si estuviese enfadado por algo.

¿Estaría molesto conmigo por invadir su casa con mi presencia continua? ¿Siempre se movía de manera tan sigilosa o solo era que quería pasar desapercibido para no tener que hablar conmigo, para no tener que mirarme siquiera?

Los secretos que intentamos guardarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora