Capítulo 14

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CAPÍTULO 14: Si el infierno existe entonces debe tener forma de instituto.

No sabía cómo lo había hecho, pero Lilith había conseguido que Hades se sentara con nosotras en la mesa para comer. Por la manera en la que mantenía una expresión hastiada y dura, supuse que su hermana le habría amenazado con clavarle un cuchillo en el pecho mientras dormía si no accedía a hacer lo que le pedía. También tenía la sensación de que Lilith estaba cumpliendo su promesa de hacer que Hades viera lo maravillosa que podía ser mi compañía, pero deseché la idea de recriminárselo más tarde porque en realidad no tenía pruebas con las que acusarla. Tal vez solo quisiera pasar tiempo de calidad con su hermano antes de que empezara el instituto y él tuviera que pasar gran parte de su tiempo en la escuela de arte. Tal vez solo fuera una pequeña reunión familiar antes del nuevo curso en la que yo me había colado y estaba pensando cosas que no eran.

Lilith, al contrario de lo que solía hacer todo el tiempo, dejó a un lado su parloteo continuo y pasó a hacernos mil preguntas a cada uno sobre cualquier cosa que se le ocurriera para mantenernos hablando en todo momento, aunque si pretendía que aquello se convirtiera en una charla informal entre nosotros... entonces falló estrepitosamente.

Él no daba pie a empezar una conversación propiamente dicha ya que no respondía a lo que yo decía, ni podía atisbarse una reacción por su parte, ni siquiera la de mover un poco la cabeza para asentir y darme a entender que me estaba escuchando. No le importaba lo más mínimo. ¿Cómo podía Lilith estar tan ciega? Hasta yo podía escuchar la silenciosa manera que tenía de repudiarme. Y era evidente que no se sentía contento de convertirse en el centro de atención de su hermana y mío cuando era él a quien le tocaba intervenir, lo cual se notaba que intentaba hacer lo menos posible.

¿A quién le importaba?

Bueno, a mí. Aunque me había obligado a no darle más vueltas de las necesarias. No quería seguir mareándome con su actitud hosca hacia mí. No me lo merecía.

Y a decir verdad había terminado consiguiendo lo que me proponía, pero solo porque me ganaba la curiosidad y no podía dejar de pensar qué cosas raras se traería esa familia entre manos.

. . . . .

El día siguiente amaneció igualito que mi estado de ánimo: gris y con amenaza de lluvias importantes.

Al menos había sido la excusa perfecta para negarme a ponerme la ropa que Lilith había sacado de su armario para mí. Lo cierto era que no me apetecía para nada pasar el día embutida en unos pantalones ceñidos y una llamativa camisa de flores rosas y amarillas con mangas abullonadas. Simplemente no estaba de humor para eso, así que me escabullí para ir a mi propia casa y ponerme algo más acorde con cómo me sentía ese día.

A mi amiga casi le dio un infarto al verme aparecer con mis pantalones favoritos (los que me quedaban ajustados antes de lo que pasó con mi padre y para los que ahora, un año después, necesitaba un cinturón) y una camiseta básica debajo de una sudadera verde desteñida, pero por suerte Lilith temía llegar tarde al primer día de clases y decidió casi a regañadientes que no había tiempo para cambios de última hora.

Escasos minutos después de ponernos en marcha, mi madre me llamó para desearme un buen día y para expresarme su deseo de volver pronto, en cuanto les dieran el alta a mis abuelos y ella se quedara tranquila de que estarían bien. Por lo visto, habían decidido que cuando salieran del hospital se irían a vivir de forma provisional a su casa en Brighton, donde habían veraneado durante más de veinticinco años antes de decidir que ya eran demasiado mayores y simplemente dejar de hacerlo. Brighton estaba a tan solo una hora de Hastings, por lo que casi me dio un infarto al enterarme de que planeaban venir a vivir tan cerca de nosotras (aunque ellos no lo supieran) pero tuve que fingir que estaba perfectamente bien porque Lilith seguía caminando a mi lado y no tenía ganas de explicar por qué parecía odiar la idea de tener a mis abuelos en la ciudad de al lado.

Los secretos que intentamos guardarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora