Capítulo 11

14 1 0
                                    

CAPÍTULO 11: Nunca pensé que mi aversión a la cocina me llevaría a vivir una de las mejores noches de mi vida.

Solo acepté volver a casa de Lilith un poco más tarde cuando le hice prometer que dejaría a un lado esa absurda idea de convencer a Hades de... ¿Qué? ¿Que mi presencia no era tan mala como él creía?

Lilith había aceptado no intentarlo siquiera, pero sospechaba que no estaba siendo del todo sincera, que su promesa no había sido más que una mentira piadosa que no pensaba mantener.

No necesitaba su ayuda para conseguir la aprobación de su hermano. Saber que yo no era de su agrado me resultaba tan doloroso como una patada en la boca del estómago, pero no estaba dispuesta a vender mi integridad por nada, ni siquiera por un poco de su atención. Y me era muy difícil mantenerme firme ante mis convicciones, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que anhelaba su cercanía, que ansiaba su presencia, y que moría por un acercamiento un poco más íntimo entre nosotros, pero... no pensaba caer tan bajo. Si él me odiaba... pues que le cundiera.

El solo pensamiento de no volver a verlo abrió un hueco en mi pecho similar al de por la mañana, solo que esta vez conseguí seguir respirando con un poco de esfuerzo por mi parte.

¿Qué diablos me había pasado? ¿Y qué era todo ese halo de misterio que envolvía a los hermanos y del que apenas ahora estaba siendo consciente? ¿Por qué Lilith había llamado a Hades «Daemon»? ¿Cuáles eran esos motivos que le impedían llevar una vida normal, o al menos relacionarse con la gente?

Me dolía la cabeza de solo darle vueltas y vueltas a tantas preguntas.

Sabía que me vendría bien el punto de vista de Julie, pues ella siempre solía ver lo que a mí se me escapaba de cada situación, pero había algo... había algo que me frenaba al respecto, como si la rareza que envolvía a todo este asunto les perteneciese a los tres hermanos, a mí y a nadie más. Me era raro pensar en involucrar a Julie en tanto misterio. Además, ni siquiera tenía ganas de contarle las novedades sobre mi relación (o más bien, mi no relación) con «el chico de oro». Sabía que mi amiga pondría el grito en el cielo en cuanto se enterase de nuestra pequeña interacción en su patio trasero y, como mínimo, me obligaría a no volver a dirigirle la palabra nunca más. Y odiaba admitirlo, pero por alguna tonta razón, que Julie no aprobara a Hades me hacía sentir incómoda.

Me quité las lentillas, necesitando parpadear un buen puñado de veces para generar una fina capa acuosa que matara la sequedad de mis ojos, que llevaban demasiadas horas sin poder respirar.

«Como yo», pensé. «Qué ironía».

Me duché, me lavé el pelo y luego me senté un buen rato en la cerámica, bajo el chorro de agua que seguía cayendo sobre mí.

Estaba abrumada por mi obsesión con Hades, por la manera en la que no podía sacármelo de la cabeza a pesar de su aversión hacia mí. Aunque, ¿podía seguir considerando que se había comportado como un cretino conmigo después de ver lo preocupado que había parecido cuando me estaba quedando sin respiración?

Porque su preocupación parecía genuina, sobre todo cuando me pedía que no me fuera, que me quedara con él. ¿Sus palabras habían sido reales o simples alucinaciones? ¿De verdad temía por mí o simplemente no quería que su hermana sufriera la pérdida de su única amiga?

Y ahora que rememoraba el momento... ¿Por qué ambos, Lilith y Jude, habían pensado que había sido Hades el que me había hecho eso?

Cerré el grifo y procedí a secarme, vestirme y volver a ponerme las lentillas con el único propósito de no seguir pensando. Además, el "tiempo a solas" que le había pedido a Lilith hacía un rato que había llegado a su fin y estaba segura de que se pondría a gritar como una loca si no aparecía por allí pronto.

Los secretos que intentamos guardarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora