Capítulo 16

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Capítulo 16: Aparentemente ahora soy especial... ¿Por qué te sorprendes tanto? Es insultante.

Ya había salido el sol cuando abrí los ojos, pero tras mi retina aún quedaban resquicios de la niebla que me había sumido en la oscuridad la noche anterior.

Lo recordaba todo; el frío de la noche calándome los huesos, Hades acercándose a mí bajo la luz de la luna y sus ardientes manos sujetando mi rostro... y luego la tierra que pisaba convirtiéndose en vacío y dejándome caer.

Había sentido la oscuridad envolviéndome con furia y rasguñando mi ser con sus garras, como si quisiera arrebatarme algo... algo preciado, algo importante, pero sin lograr encontrarlo.

Era extraño, no sabía cómo había vuelto a la cama después de la caída. Pero ahí estaba, bajo las calentitas sábanas de terciopelo de mi amiga. Y aunque lo único que me apetecía era hacerme un ovillo y quedarme allí todo el día, me obligué a levantarme, vestirme y salir de la habitación para empezar el día. Podía estar desconcertada y confusa, pero la necesidad de obtener respuestas pesaba más que mis ganas de rendirme.

Empecé a bajar las escaleras, desde donde podía ver el salón y parte de la cocina. Fue una sorpresa encontrar a Hades allí, sentado en uno de los sillones tapizados con un libro en las manos. No solía dejarse ver mucho por las zonas comunes de la casa. No había hecho ningún ruido como para delatar mi posición, pero él levantó los ojos de su lectura para directamente clavarlos en los míos. Como si pudiera sentir mi presencia tanto como yo podía sentir la suya. Como si me hubiera estado... esperando.

Su mirada era tan profunda que podía sentir un aire de expectación camuflado bajo una aparente tranquilidad. Me puse rígida cuando recordé lo último que escuché de sus labios la noche anterior: «Tengo que comprobar algo».

¿Habría descubierto lo que fuera que necesitara saber?

Aceleré el ritmo.

Estaba dispuesta a enfrentarlo y exigirle respuestas, a plantarme frente a él y a negarme a moverme si no me decía qué había pasado conmigo la noche anterior. Qué me había hecho.

Pero una entusiasmada Lilith salió de la cocina y me interceptó antes de que pudiera dar dos pasos en dirección a su hermano.

—¿Te has enterado? —preguntó con voz chillona, sus palabras entremezclándose con el grito que yo misma proferí del susto—. Uy, perdona, no pretendía asustarte. Respira, está por salírsete el corazón del pecho.

Y tenía razón, iba a mil por hora.

—La próxima vez que hagas eso juro que te estrangulo —la amenacé cuando logré calmarme un poco. Eché un vistazo al lugar donde un instante antes había estado Hades, ahora vacío—. ¿Dónde ha ido? ¡Estaba ahí hace un segundo!

Lilith miró por encima del hombro, pero no pareció sorprendida.

—¿Hades? Es escurridizo. —Se encogió de hombros. Luego tuvo que zarandearme un poco para volver a llamar mi atención—. ¡Mary, le han dado el alta a tus abuelos!

Había tantas cosas que asimilar en mi cabeza que no supe cómo reaccionar.

—¿Qué?

—Le han dado el alta a tus abuelos —repitió con una sonrisa encantadora—. Ya están en carretera. Me ha dicho mi padre que van a dejarlos en su casa de Brighton y a asegurarse de que están bien antes de volver. Se han ofrecido a quedarse con ellos unos días más, pero se han negado en rotundo. Dicen que están bien. Lo bueno es que ahora están cerca, ¿no? Por si necesitan cualquier cosa. ¿Necesitas sentarte?

Sí, eso era exactamente lo que estaba pensando en ese momento: «Necesito sentarme».

Asentí, y poco después me encontré ocupando el sillón que Hades acababa de dejar libre. Aún estaba caliente y su olor todavía no se había disipado del todo del ambiente.

Los secretos que intentamos guardarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora