— Siéntate, Fina, por favor — le indiqué a Fina que se sentara justo enfrente de mí y noté parte de su nerviosismo según caminaba hacia el lugar que le había señalado.
La morena tomó asiento mientras jugaba con sus dedos fruto del nerviosismo, pero fijó su mirada en mí intentando parecer lo más segura y serena posible. Aquel era un gesto que me gustaba de ella y en el que me había fijado después de estas semanas trabajando para nosotras.
— Verás, llevo un tiempo queriendo hacer un reportaje bastante interesante y quería que trabajaras conmigo en él. — Su expresión cambió de repente al escucharlo y vi que prestaba mayor atención a mis palabras. — Hay varias asociaciones de mujeres que trabajan aquí en la ciudad que lucha por visibilizar su situación y la de muchas otras que viven como ellas. He trabajado varias veces de la mano con estas asociaciones y, como bien sabes, estamos especializadas en temas de mujeres y nuestra revista va principalmente dirigida a ellas — Ella asintió — Aún así, me gusta trabajar con este tipo de gente, ayudarlas en lo que necesitan y, cuando el tiempo me lo permite, me paso por allí para echar una mano.
— Suena interesante — dijo Fina para que continuara.
— La cuestión es que quiero visibilizarlas y que lleguen a más gente y ahí es donde entras tú. Necesito a alguien que me acompañe, que esté conmigo en la entrevistas que se van a hacer y, además, creo que va a venirte muy bien para aprender y seguir creciendo en este mundo.
— ¿Es en serio? — preguntó ella emocionada y yo simplemente asentí con una pequeña sonrisa.
— Ahora, necesito que estés atenta a todo y no falles, por favor, soy un poco perfeccionista en mi trabajo y, además, esta gente se merece algo serio y que todo se trate con la rigurosidad necesaria. Ya sabes que las mujeres solemos estar discriminadas en muchos aspectos y el mínimo error puede jugar en su contra y en la nuestra.
— Lo estaré, Marta, puedes contar conmigo, es una gran oportunidad para mí y estar además trabajando con alguien con la experiencia que tienes tú, no quiero defraudar.
— Confío en que no lo harás — dije levantándome para darle la mano en señal de confianza.
— Muchas gracias por esta oportunidad — apretó mi mano y solo aquel contacto me produjo un pequeño escalofrío en el cuerpo. La mano de Fina era suave y cálida, dejé una pequeña e inevitable caricia con mi pulgar sobre su dorso y ella me dedicó una tímida sonrisa que me hizo terminar con aquello.
— Ahora te paso la información por correo para que lo estudies todo y mañana a las 11 salimos hacia nuestra primera visita, ya he hablado con ellas y estarán encantadas de acogernos un rato.
— Perfecto — respondió ella — muchas gracias de nuevo.
Yo simplemente asentí y ella entendió el gesto, se dio media vuelta y salió de mi despacho con una postura muy diferente de la que entró, caminando más serena y con cierta alegría en su movimiento.
No sabía por qué la había elegido a ella, pero, después de pensar mucho en aquel artículo y leer algunos de los que había hecho ella, no lo dudé ni un instante y supe que era la persona perfecta para poder trabajar conmigo mano a mano.
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El día de ayer había pasado bastante rápido, el juicio por la custodia de Leire y el divorcio en sí se acercaba, por lo que tuve que estar un rato reunida con mi abogado para intentar ultimar algunos detalles y que me mostrara cuál iba a ser mi baza en la defensa.
Había dormido bastante poco, aunque era algo que acostumbraba a hacer y, como siempre, había llegado la primera a las oficinas, sin embargo, poco después de mí, vi cómo el ascensor funcionaba de nuevo y aparecía Fina por allí, tan puntual como siempre, cargada con un montón de papeles de los que apenas levantaba la vista.
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Líneas rojas
FanfictionFina acaba de comenzar como becaria en una de las redacciones más importantes del país. Ahora tendrá que hacer frente a un nuevo y precario trabajo para comenzar a escalar en su labor periodística y a una jefa que no le va a poner las cosas fáciles.