Capítulo 68

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Nos separamos y nos mirábamos. Hubo un silencio mientras escuchábamos como la lluvia se iba haciendo pasado entre nosotros, rompiendo el silencio.

- Creo que va siendo hora de hablar las cosas - dije y miré a Lando.

- ¿Entramos? - dijo Lando y mostró una leve sonrisa.

Abrí la puerta y nos dirigimos al salón, aunque primero dejé las cosas del trabajo en mi despacho y luego regresé al salón donde Lando estaba mirando como llovía.

- Siéntate - dije señalando el sofá.

Lando se sentó y yo frente a él. Estaba un poco nervioso y no paraba de frotar la mano en el pantalón para quitarse el sudor. Nos miramos y ninguno era capaz de comenzar la conversación.

- Lando, a ver como te explico - comencé a decir pero fui interrumpida por él.

- Bella, creo que es mejor que empiece yo - dijo  y me miró.

- Adelante - dije y me apoyé en el respaldar del sofá.

- Hay que tener en cuenta que todo esto empezó para ayudarme a que la gente se olvidara un poco de mi vida personal . Al principio me costó bastante adaptarme a ti. Una persona muy diferente a la que estaba acostumbrado. Me has enseñando muchísimas cosas y estoy eternamente agradecido por cada una de ellas y toda las veces que me has enseñado cosas que nadie se había parado a hacer - dijo Lando.

- Siempre he pensando que se han aprovechado de ti como quieren y como tu has querido. No has tenido suerte en ese sentido y lo peor de todo que creo que te dejas para no sentirte sólo y aunque yo te lo diga vas a seguir siendo igual y eso me da mucha pena - dije mientras que lo miraba y Lando tenía los ojos un poco vidriosos.

- Sí, tienes toda la razón del mundo y la verdad que nunca sé como afrontarlo y dejar que me pase.

- Porque no sabes parar, prefieres estar con gente así antes de estar con personas que realmente te aportan en la vida - dije y lo miré y Lando esquivó la mirada.

- Tienes toda la razón del mundo - dijo Lando mientras que tenía la cabeza agachada.

Nos quedamos unos segundo callados. La tensión se notaba en el ambiente y ninguno de los dos sabía cómo seguir con la conversación.

- ¿Por qué no me contastes que ibas a trabajar con el equipo? - preguntó.

- Mi padre me prohibió decírtelo por el bien de los dos y porque al final, ya habíamos terminado con lo nuestro - dije y lo miré.

- Es que...

- Lando, me está costando bastante estar sin ti, pero al final creo que es lo mejor para los dos - dije mientras que le cogía de la mano.

- ¿Estás segura de eso? - dijo levantando la mirada.

- Es lo mejor - dije mirándole.

De repente, sin poder contener más nuestros sentimientos, nos abrazamos con fuerza. Sentí su calor, su respiración contra mi cuello, y supe que, a pesar de todo, este momento era nuestro. Sin decir una palabra, Lando me besó. Fue un beso lleno de desesperación y amor contenido, como si ambos quisiéramos capturar cada segundo juntos antes de la inevitable despedida.

Mis manos empezaron a explorar su cuerpo, deslizándose por su espalda y atrayéndolo más cerca de mí. Nos perdimos en el momento, dejando que nuestros deseos nos guiaran. El sofá, que al principio había sido nuestro refugio de conversaciones, ahora era el escenario de nuestra unión. Sentí sus caricias, sus manos deslizándose por mi piel, despertando sensaciones que había añorado tanto tiempo.

Nos movimos con urgencia, como si el tiempo se hubiera detenido para darnos ese momento solo a nosotros. Cada toque, cada beso, era una declaración de lo que sentíamos el uno por el otro. Nuestros cuerpos se fundieron en uno solo, moviéndose al unísono, buscando y encontrando placer en cada rincón.

Lando y yo nos miramos a los ojos, y supe que no había nadie más en el mundo con quien quisiera estar. En ese momento, en el sofá de mi sala, con la luz tenue de la lámpara iluminando nuestros cuerpos entrelazados, supe que el tiempo y la distancia no habían podido apagar el fuego que ardía entre nosotros. Nos entregamos por completo, disfrutando de cada segundo, de cada sensación, sintiendo que, finalmente, estábamos donde debíamos estar, aunque solo fuera por esa noche.

Tenemos un pacto / Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora