Capítulo 40

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En la penumbra de la habitación, sus cuerpos se encontraban entrelazados, fusionados en un baile de pasión y amor. Cada caricia era un susurro de deseo, cada beso una promesa de eternidad. Sus corazones latían al unísono, como si fueran uno solo, mientras exploraban cada rincón de su ser con una devoción infinita.

El roce de sus pieles desnudas era como un fuego ardiente que los consumía, pero en lugar de consumirlos, los unía aún más profundamente. Se entregaban el uno al otro con una entrega total, sin miedo, sin reservas, en un vínculo íntimo que trascendía lo físico.

En medio de sus suspiros y gemidos, se encontraban las palabras no dichas pero entendidas, el lenguaje del amor que fluía entre ellos con una intensidad abrumadora. Cada mirada era un poema, cada caricia una declaración de amor eterno.

En una habitación silenciosa y oscura, dos cuerpos se encuentran entrelazados en la cama. La suave luz de la luna se filtra por la ventana, apenas iluminando los contornos de sus formas. Se escuchan susurros y suspiros mientras exploran el tacto del otro con pasión y delicadeza. La falta de luz intensifica cada sensación, cada caricia y cada beso, creando un ambiente de intimidad y complicidad. Se entregan el uno al otro en un baile sensual de piel contra piel, dejándose llevar por el placer en la oscuridad de la noche.

El calor de sus cuerpos se entrelazaba en una danza etérea, donde los latidos de sus corazones marcaban el compás de una melodía que solo ellos podían escuchar. Cada beso era un eco del amor más puro, cada caricia una caricia al alma del otro.

En ese santuario de intimidad, se entregaban el uno al otro con una pasión desbordante, pero también con una ternura infinita. Se amaban con una entrega total, compartiendo no solo sus cuerpos, sino también sus sueños, sus miedos, sus esperanzas.

Y cuando el éxtasis del amor los envolvió, fue como si el universo entero se detuviera para contemplar su unión sagrada. En ese momento, supieron que estaban destinados a ser el refugio del otro, el faro que los guiaría a través de las tormentas de la vida, en un amor que trascendía cualquier límite conocido. Se fundieron en un éxtasis de amor y pasión, donde el placer se mezclaba con el sentimiento más puro. Sus almas se encontraron en el éter del deseo, y en ese momento, supieron que estaban destinados a amarse para siempre.

Regresamos a Londres, como dos personas normales y sin ninguna relación que no fuese la del pacto. Lo que pasó aquella noche no cambió nada entre nosotros, estábamos bien cuando estábamos los dos juntos. Llegamos a mi casa, o mejor dicho, llegué a casa y Lando se fue a ver a su madre y más después de lo que había pasado en Las Vegas.

- Nos vemos esta noche - dijo Lando cuando me bajé del coche.

- Nunca he ido a la ópera - dijo Lando.

- Ponte de gala - dije y entré al edificio.

Al llegar a casa, me fui directa a la ducha y luego me dejé dormir para poder aguantar por la noche a la ópera. Desde pequeña siempre me llevaban mis padres y siempre me había encantado. Me habían invitado y no quería perder la oportunidad de disfrutarlo y quería llevar a Lando.

Me preparé y le mandé un mensaje para que Lando no se olvidara.

Iba sencilla, además de estar cansada por las horas de vuelos, y estaba preparada para cuando apareciera Lando

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Iba sencilla, además de estar cansada por las horas de vuelos, y estaba preparada para cuando apareciera Lando. Comenzó a llover muchísimo en Londres, una tormenta se estaba empezando a formar y tenía muy mala pinta pero era una invitación a la que no podía fallar.

- Estás increíble - dijo Lando cuando me subí al coche.

- Gracias, tu también eh. Te queda muy bien el traje - dije y guié a Lando hasta llegar a la ópera.

Llegamos y tuvimos que caminar un poco rápido para no mojarnos porque realmente parecía que el cielo se iba a caer sobre Londres. Nos iban sacando fotos y Lando me cogió la mano para sentirme más segura porque la gente no para de mirarnos. Al ver a mi amiga, la encargada de invitarme, nos hizo sentarnos en el palco y Lando no paraba de sonreír y sacar fotos a todo.

- Me encanta - dijo Lando mientras posaba para una foto.

- Tú me llevas a los circuitos y yo a la ópera - dije y Lando me dió un beso en la mejilla antes de sentarse.

- Es muy buen plan - dijo.

Mi amiga, junto a su pareja, se sentaron en el mismo palco que nosotros, empezó la obra y yo estaba muy emocionada, me encantaba estar allí dentro porque me hacía recordar viejos momentos cuando venía con mis padres y mi hermanos. Mientras empezaba la obra, mi móvil comenzó a vibrar pero no podía cogerlo hasta el descanso.

- No ha parado de sonarme el teléfono - dije cuando salíamos en el descanso e íbamos a tomarnos algo.

- ¿Quién te ha llamado? - preguntó Lando y yo cogí el móvil.

- Mi hermana - dije mientras que tenía 20 llamadas perdidas de mi hermana.

- A mi también me ha llamado - dijo Lando.

Marqué a mi hermana y no tardó nada en cogerlo.

- Hola Val - dijimos los dos ya que estábamos en manos libres.

- Es Jake - dijo Harry, el novio de vAL.

- ¿Qué ha pasado? - pregunté un poco nerviosa.

- Ha tenido un accidente, tenéis que venir al hospital. No pinta nada bien- dijo Harry.

En ese momento me quedé sin palabras. Mi mundo se paralizó y no supe que decir. Me quedé con el móvil en la mano. Lando cogió las cosas que estaban en el palco y nos fuimos corriendo hacia el coche y sin paraguas nos quedamos empapados. Lando comenzó a conducir lo más rápido que podía mientras que mi corazón estaba muy acelerado. Me cogió de la mano para intentar que me tranquilizara pero realmente no podía.

Nos bajamos del coche y nuevamente nos mojamos intentando correr hacia la entrada donde nos estaba esperando Harry.

- ¿Dónde está? - preguntó Lando.

- Bella, las cosas no van muy bien - dijo Harry y noté como Lando me cogía la mano.

Tenemos un pacto / Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora