Capítulo siete

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Will

Me encantan las expresiones de Morgan al recorrer cada parte del castillo, su cara de gozo me deleita tanto que tengo que contenerme para no besarla aquí delante de tanta gente. No son buenos tiempos para expresar el amor y tampoco sé si ella siente lo mismo hacia mí.
Después de ver una película de terror donde un enorme kraken devora a una ciudad de sirenas mi padre me aborda enfadado a la salida de la sala de cine.

-Lo que le hiciste a Gideon y a James no va a quedar sin un castigo mocoso. -Espeta con una mirada asesina y jocosa al añadir-. Eso es lo que le deberías de haber hecho a esa zorra de Deirdre, no con tu pueblo al que se supone debes anteponer a tus intereses sentimentales.

-¿Qué me vas a hacer? -le pregunto a mi padre asustado.

-Vas a llevar durante diez días brazaletes de púas alrededor de cada parte de tus brazos incluida la frente, encima serás obligado a hacer deporte con ellos puestos. -Noto cierto dolor en él al decir todo eso pero lo sabe camuflar bien-. El castigo comienza ya, vengo a llevarte a la sala del trono donde la audiencia más los guardias a los que desmembraste, serán testigos de tu castigo.

No quiero vivir esto, ya no es solo en sí la tortura que es muy sádica sino la humillación que será para mí las reacciones de los demás que ya bastante me hundieron con la muerte de mi madre. Pero más tristeza me da aún el rostro de Morgan, su cara de sufrimiento al saber lo que me harán.
Una vez en la sala del trono, todo el público me mira con odio, rabia, asco y no dejan de cuchichear los peores insultos sobre mi persona. Mi padre se sienta en su trono que es una almeja gigante con un cojín ancho, yo me limito a inclinarme ante él esperando con sumisión mi sentencia.

-¡Alto! Este chico es inocente, yo fui quien lo hechice para manipularlo y que cumpliera mis órdenes. Además le hice un encantamiento de amor para que se volviera loco de amor por mí y hiciera todo por defenderme. La única que debe de recibir el castigo soy yo. -Suelta Morgan por su boca acercándose a nosotros pero dos guardias la detienen.

Sus palabras tienen el efecto que ella buscaba y toda la sala comienza a murmurar cosas.

-¡No Morgan! Tú eres inocente, yo todo lo hice por mi voluntad. No fui manipulado. -Grito con impotencia, si a mí siendo príncipe me piensan castigar así no quiero ni pensar lo que le puedan hacer a ella.

-¿Es eso cierto Morgan? -pregunta el rey con seriedad pero en su rostro se atisba incredulidad-. Si eres la villana aquí, no comprendo porque te delatarías.

-Sí, pero me arrepiento de haber lo metido en esta conspiración de mi abuela porque me he enamorado de él. -Noto la mentira en el tono de su voz pero lo dice con bastante convicción y todos se lo creen.

-Bueno, en ese caso, seré indulgente contigo pero permanecerás aquí eternamente, mientras dure tu vida no volverás a pisar jamás la tierra.- Sentencia mi padre con autoridad y frialdad.

Siento que miles de puñales se clavan en mi corazón al ver su expresión de tristeza profunda, como si le hubieran quitado la vida, como si su vida no tuviera más sentido. Siento unas ganas horribles de hacerle tanto daño a mi padre al igual que se lo está haciendo a ella, pero me contengo, ya bastante mal están las cosas como para empeorarlas. Pero admiro que ella haya dado la cara por defenderme y me hace enamorarme aún más de ella.
El público expresa protestas por no ser lo suficientemente dura la sentencia, para mi sorpresa mi padre los calla con una mirada bastante amenazadora. Me da la sensación de que le fastidian los insultos hacia ella, espero que mi padre no se esté enamorando de la misma chica que yo.

La amenaza bajo el mar (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora